viernes, 9 de septiembre de 2011

Sí se puede


Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras. 1ra Tesalonicenses 4:18

Un día de retiro con los servidores de la iglesia, nos fuimos a la playa. El pastor tenía en su programa un número de actividades para hacer en equipo. Una de ellas era que teníamos que dar 10 giros, luego correr, patear una pelota y anotar un gol. Fue muy divertido ver que todos iban corriendo para otro lado, menos hacia donde el balón estaba.

Una de las chicas que lo intentó, dio siete vueltas, no salió del mismo lugar y ahí mismo quedó sentada porque no se podía ni mover. Otro amigo, decía que él no podía dar ni tres giros porque su estómago es demasiado débil. Pero, todos empezaron a animarlo, los de su equipo, vamos, vamos que sí puedes, le gritaban. Él de escuchar a sus compañeros de equipo, se animó, realizó todos los giros, corrió, pateó la pelota y anotó el gol. Con ese gol, ellos ganaron.

Es probable que te encuentres en el punto culmine de tu petición. Es probable que tu sueño esté a punto de volverse realidad. Es probable que tu milagro esté a una oración más.

Te comprendo. Sé muy bien que hay momentos en los que dan ganas de tirar la toalla, de no seguir más. Tus sentimientos, hay veces, que te traicionan. Tú quieres seguir corriendo, pero tu mente te dice que ya no puedes, que te rindas. Tú quieres seguir estudiando porque te falta una página por leer, pero tu mente se siente cansada y en esa página esta tu calificación perfecta en tu examen.

Los últimos pasos son los que parecen más largos y cansados; pero son los que nos llevan a la victoria. Son los más difíciles de dar. Esos pasos deciden si eres un ganador o un perdedor. Lastimosamente de los segundos lugares pocos se acuerdan. Sólo se acuerdan de la persona que logra quedar campeona.

Tus ovejas, las personas que están a tu cargo, necesitan que les des palabras de aliento. He querido plasmar sólo ese versículo porque tú mejor que nadie sabrás el tipo de palabras que tus ovejas necesitan. No puedo generalizar en este momento, pero de algo que sí puedo estar seguro es que necesitan que los apoyes a seguir adelante, para que no se rindan.

Esos últimos pasos te harán gigantes. Ya cuando sientes que no puedes, cuando sientes que tu corazón no da más, cuando tus lágrimas pesan tanto como las piedras; justo ahí la bendición de Dios llega. Quizá no es como la esperabas. Pero, sí es mejor de lo que pedías. ¡Vamos que sí se puede!

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