jueves, 30 de junio de 2011

Me caí 100 veces, me levanté 101


Las dificultades que tenemos son pequeñas, y no van a durar siempre. Pero, gracias a ellas, Dios nos llenará de la gloria que dura para siempre: una gloria grande y maravillosa. 2 Corintios 4:17

Otra vez volví a lo mismo. No puedo más. Ya esta vez digo basta. ¿De qué me sirve seguir adelante si vuelvo a hacer lo que hacía? Muchas veces nos preguntamos o decimos esas cosas frente a las situaciones que debemos enfrentar día a día.

Cuantas más caídas, más nos cuesta levantarnos. Cuanto más le fallamos a Dios, más nos cuesta reconciliar nuestra relación con Él. Cuanto más pecamos, más alejamos el amor que Dios nos tiene. Pero hoy déjame decirte algo, Dios en la biblia nos ha tratado de decir una y otra vez: No te rindas.

Aunque caigas, no te rindas. Aunque falles, no te rindas. Aunque peques, no te rindas. ¡Como Hijo de Dios se te ha dado el poder de superar todo lo que se te presente! Tú me dirás claro que es más fácil decirlo que hacerlo. En mi corta vida me he caído muchas veces, el enemigo disfrutaba verme mal porque eso es lo que él busca, y llegó el día en que dije: No me voy a rendir.

Proverbios fue el primer libro de la biblia que leí, recuerdo que muchas veces leía algunos versículos más de una vez. ¿Sabes por qué? Porque es un manual para levantarte cuando caigas. Me ha enseñado que debía alejarme de las amistades que no me hacían bien, de la gente mentirosa, alejarte de las cosas que te están haciendo caer, de las cosas que están impidiendo que tu relación con Dios crezca.

Hay un proverbio en especial que llamó mi atención: << No tiendas trampas al hombre honrado, ni destruyas la casa donde vive. No importa cuantas veces caiga, siempre se levantará. En cambio, el malvado cae y no vuelve a levantarse. >> Proverbios 24:15-16. ¿Quién es el hombre honrado? Un hijo de Dios es. ¿Qué quiere decir éste proverbio? Que la próxima vez que el enemigo quiera hacerte caer, tú tendrás la autoridad de decirle: “Oye, no me tiendas trampas, no trates de destruirme porque SOY un Hijo de Dios. No importa cuantas veces caiga, SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE, me levantaré”.

En Corintios Pablo nos dice, <las dificultades no durarán para siempre>. Pero GRACIAS a ellas, luego disfrutaremos de tener un lugar al lado de nuestro Padre. Entonces, ¿Qué esperas para levantarte? Ya no es tiempo de decir “No puedo más”, es tiempo de enfrentar al enemigo, hablarle con el poder que se te ha dado y decirle: YA NO, YA NO TE METERÁS CONMIGO.

Si hoy decides depositar tu confianza en el Señor y derramar delante de Él tu corazón, la caminata se hará segura, firme e invenciblemente fuerte. Aunque tropieces, aunque tengas obstáculos: ¡No te rindas! ¡Un hijo de Dios se cae 100 veces y se levanta 101!.



miércoles, 29 de junio de 2011

Tiempo para Escuchar


Si alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie. (Santiago 1:5)

Cuando enfrentes problemas, lo primero que debes pedir a Dios es sabiduría. No dinero. Ni poder. Ni siquiera sanidad. Sino sabiduría.

La sabiduría de Dios es la llave que abrirá cada puerta en tu vida. Convertirá cada fracaso en éxito. Por eso deja de malgastar el poder de la oración pidiéndole a Dios por cosas que piensas que necesitas y pasa tiempo escuchando lo que Él tiene para decirte acerca de tu situación.

En términos prácticos, si nunca lo has hecho, esto es lo que necesitas hacer. En primer lugar, presenta todo el problema delante del Señor, no porque Él no sepa por lo que estas pasando, sino porque al hacerlo te ayudas. Te ayuda a ver las cosas desde un punto de vista más objetivo.

Recuerdo cuando acostumbraba contarle mis problemas a mi abuelo. De algun modo, cuando se los estaba explicando, comenzaban a verse diferente. Yo tenía una nueva perspectiva, y mientras hablaba, él señalaba áreas que no había considerado aún. Al explicarle a Dios tus problemas, punto por punto, te ayudará a lograr la misma cosa.

En segundo lugar, escucha para que puedas recibir el consejo del Espíritu de Dios. Presta atención a lo que te dice a través de la Palabra Escrita. Probablemente, la preocupación por tu problema ha ahogado la Palabra de Dios en tu corazón (Marcos 4:18-19). Si es así, necesitas tomar la Biblia y comenzar a recobrar esa Palabra de nuevo, entonces, el Espíritu Santo comenzará a hablarte por medio de ella.

Mientras escuchas, asegúrate de permanecer en una actitud de aprendizaje. Debes estar listo para aceptar una reprimenda si es necesario. Sé muy honesto con Dios. Busca la manera en que tú has estado equivocado y confiésalo a Él.

Esto es normal. Esos pecados no serán una sorpresa para Él. Dios ya los conoce. La confesión simplemente le da la oportunidad de deshacerse de ellos.

En tercer lugar, obra en la sabiduría que Dios te da. Deja tus propios métodos y pon los de Dios en acción. Sé obediente. Si no lo haces, esa maravillosa sabiduría no te hará ningún bien.

Al orar hoy, descarta tus propias ideas y comienza a buscar la sabiduría de Dios. Es la única cosa que puede resolver permanentemente los problemas que tú enfrentas. En verdad, es el regalo más precioso que Dios puede dar.
Busca la sabiduría.

Lee y medita: Proverbios 8:10-36



martes, 28 de junio de 2011

No puedo más, siempre fallo en lo mismo


Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro. Filipenses 3:1

En una ocasión un joven oró a Dios: "Señor sabes que amo fumar, sabes que me encanta fumar, sabes que si por mis fuerzas lo quiero dejar, me fumo tres cajetillas diarias. Señor, mira mi corazón, quiero dejar de fumar, pero quiero hacerlo en tus fuerzas". ¡Ayúdame!

Todos tenemos alguna debilidad, todos tenemos algo en lo cual le fallamos a Dios a cada momento. Es claro que duele, es claro que nos sentimos mal. Incluso, hay ocasiones en las cuales decimos que es por gusto orar si siempre hacemos lo mismo. 

También, sentimos que nuestras lágrimas ya no salen de los ojos al pecar, sentimos que salen de nuestro corazón y que son las más amargas que puedan existir. Obviamente, el dolor de fallarle a nuestro Dios es enorme. Es claro que nos sentimos indignos de llegar delante de Él para pedir perdón.

Este día déjame decirte que la gracia existe, porque Dios sabe que vamos a fallar. Esto no es excusa para hacerlo. Decir que somos humanos, que somos imperfectos, es verdad, pero no por eso vamos a hacer lo que nos venga en gana. 

Dios no anda en busca de personas perfectas. Dios anda en busca de personas imperfectas que quieran rendirse ante Él para ser mejores todos los días. Pero, a Dios no hay que buscarlo por conveniencia, a Dios hay que buscarlo por amor. Es más, nosotros no lo elegimos a Él, Él en su inmensa misericordia nos ha elegido para hacer historia en nuestro país.

No te rindas, no dejes de luchar. Sé que el dolor es grande por pecar, sé que te sientes lo peor de este mundo. Pero, Dios así te ama. Llega delante de Él, reconoce tu pecado, pide perdón y lucha por apartarte de eso. 

La misericordia de Dios es inmensa, la misericordia de Dios es incomprensible. La misericordia de Dios es para todos aquellos que la buscamos. Sé que puedes pensar que es fácil lo que te estoy diciendo, que es fácil decir las cosas de esta forma. 

Sabes, Dios nos da la libertad de creer en Él o no. Yo ahora te pregunto ¿Qué harás? ¿Vas a creer en Él? O ¿Vas a dejar pasar la oportunidad de ser verdaderamente feliz? Recuerda gózate en el Señor. Sigue adelante, no te rindas, porque es mejor lo que vendrá. Dios te ama, Dios nos ama, por su gran misericordia, no porque lo merezcamos. ¡Tú decides!



lunes, 27 de junio de 2011

Yo soy la Revolución


Ustedes han oído que se dijo: <<Ojo por ojo y diente por diente>>. Pero yo les digo: No resistan al que les haga mal. Si alguien le da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Si alguien te pone pleito para quitarte la capa. Déjale también la camisa. Si alguien te obliga a llevarle la carga un kilómetro. Llévasela dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda. Ustedes han oído que se dijo: <<Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo>>. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibieran?  (Mateo 5:38-46)

En toda la historia de la humanidad nunca jamás ha habido un discurso tan revolucionario como este. Cada insinuación va completamente al choque con las reacciones humanas normales. Veamos las cuatro primeras.

-         No resistir al que te hace mal.
-         Si alguien te una bofetada, presentarle la otra mejilla.
-         Si alguien te quita la capa, darle también la camisa.
-         Si alguien te obliga a llevarle la carga un kilómetro, llevársela dos.

Y  la lista sigue. Parece una locura. Pero pensemos por un momento: ¿Qué tal si todos comenzáramos a practicar todo eso? ¿En qué cambiarían las cosas? ¡EN TODO! La sociedad sería completamente diferente.

Si un buen grupo de seguidores de Cristo comenzáramos a hacer eso, sin duda la onda expansiva modificaría mil realidades. Y si fuéramos miles…. Y si fuéramos los casi dos mil millones que hoy se profesan cristianos en el mundo, según algunas estadísticas…. Pero todo comienza por uno. Como en todas las revoluciones. Siempre hay uno que determina hacer una aparente locura y decide que él es la revolución.

El grupo Rojo escribe: Ser último es ser primero, Perder es encontrar, Tener hambre es ser saciado, servir es autoridad. (Canción: La revolución)

Ya es tiempo de ser La revolución, aquellos que, vamos impactar al mundo que Dios nos ha dado, ese trabajo que debemos hacer todos los días de nuestras vidas, decidirnos una vez por todas en ser diferentes, es hora, es tiempo, de ser la revolución.

Punto de reflexión:

¿En qué te hace pensar este discurso de Jesús?

¿Qué te dan ganas de hacer?



domingo, 26 de junio de 2011

Perder para ganar


Para mí el bien es estar cerca de Dios. He hecho del Señor Soberano mi refugio para contar todas sus obras. Salmos 73:28

Manuel, un adolescente que no conocía a Dios, se sentía abatido por los problemas en su casa, tenía una novia que no lo respetaba, sacaba malas notas en la universidad, no sabía más que hacer para entender a sus padres. Un día Manuel cansado de todo, llegó a su casa, se encerró en su recamara o su habitación, ese era su “refugio”, pero en vez de aliviarse se ponía más triste. En su soledad pensaba en todo lo que le iba mal, en su mente sólo reinaba la frase “Nunca tu vida va a ser diferente”.

Al día siguiente, Manuel estaba esperando al bus para ir a su universidad nuevamente. Todo era una rutina, ya no tenía esperanzas, y de repente pensando en su vida, pasó el bus que debía tomar y antes de echar un insulto al aire como solía hacer, leyó una frase que había en un cartel pegado en el bus que acababa de perder: “Deja que Dios sea tu refugio”. Manuel no sabía ni cómo, ni por qué, ni para qué había leído esa frase, pero ciertamente atrajo su atención. Tanto fue, que leyó la dirección de la iglesia que había debajo de aquella frase y en vez de ir a su universidad, se fue directamente a ese lugar.

Conoció a Dios y su vida cambió totalmente. Hizo de Dios su REFUGIO. Encontró la fortaleza que necesitaba, las esperanzas de que su vida sí podía cambiar, de que había alguien que lo miraba llorar en su habitación. Empezó a hablar de Dios por todo lugar al que iba. ¿Pero cómo es que Manuel antes no había notado ese cartel?. La respuesta es muy simple: a veces estamos TAN ocupados pensando en los problemas que nos rodean, que no vemos el mensaje de Dios frente a nuestros ojos.

Dios constantemente nos está hablando, Él siempre quiere alimentar esa relación que tiene con nosotros, pero muchas veces pensamos que el mensaje está lejos de nosotros, que debemos hacer hasta lo imposible para descubrirlo cuando en realidad mismo en la Biblia nos dice << El mensaje de Dios está cerca de ti; está en tu boca y en tu corazón>> Romanos 10:8. No debes de buscar y buscar lo que Dios quiere decirte hasta cansarte, debes aprender a abrir los ojos.

Y tú me dirás, ¿Y cómo hago? Para que Manuel leyera ese cartel que marcó su vida, tuvo que haber PERDIDO el bus. Para que nosotros aprendamos a escuchar lo que Dios quiere decirnos, tenemos que saber que hay cosas que debemos PERDER. ¿Qué cosas? El orgullo, el egoísmo, el pensar que podrás hacer todo sólo, el creer que llegarás a tener mucho éxito por tu propio esfuerzo. Solamente si hacemos de Dios nuestro refugio prosperaremos.

En Job 22:21-23 dice << Sométete a Dios; ponte en paz con él, y volverá a ti la prosperidad. Acepta la enseñanza que mana de su boca; ¡grábate sus palabras en el corazón! Si te vuelves al Todopoderoso y alejas de tu casa la maldad, serás del todo restaurado>>

Cuando aquellas trabas desaparezcan, te darás cuenta de que lo que Dios quiere decirte está más cerca de lo que tú crees. ¡Es hora de que escuches, que prestes atención! Dios te está hablando. Manuel lo escuchó y empezó a dar testimonio con su propia vida. ¿Has sido tu un “Manuel” alguna vez? ¿Qué haces que no estás dando testimonio con tu vida?