jueves, 22 de septiembre de 2011

Cuando no entiendo


Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes -Afirma el Señor-, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Jeremías 29:11

No funcionó. Después de tres intentos no funcionó…. ¡de todas maneras nací! Mis padres intentaron quitarme la vida tres veces antes de que yo viniera al mundo. Y que quede claro, dije tres veces. Luego, un nublado 22 de diciembre de 1995, con humedad y calor, mis padres se separaron. Lo único que yo podía hacer era preguntar: “¿Porqué?”, “¿Por qué a mí?”, “¿Por qué a mi familia?”.

No le encontré sentido a todo eso. ¿Por qué tenían que divorciarse mis padres? Yo nunca soñé con eso; yo quería una familia unida, no un par de padres divorciados y mucho menos que mis hermanos y yo fuéramos causa de pleitos legales en lugar de alegría. Años después a casa de mi hermano mayor entraron 3 personas a golpearlo y lo arrojaron de una tercera planta, tan solo pudimos llevarlo al hospital…. Pero tampoco lo entendí. Pocos meses después un vehículo de carga pesada arrolló a mi hermana menor. Sabía muy bien que ellos se encontraban en un mejor sitio: pero no podía comprender por qué se habían ido. No es el sueño de nadie la muerte de un ser querido.

Dios utiliza formas, extrañas a nuestro entendimiento, para moldearnos para sus propósitos. En esos días de dolor, cuando lo que pasa no tiene sentido, no olvidemos que nada de eso ha logrado mover ni una sola décima de centímetro al Creador de Su trono.

Dios sigue teniendo el control sobre lo que sucede. El ser humano hace cosas que no debería hacer y eso tiene consecuencias, pero Dios sigue haciendo de lo malo algo bueno.

Con esto no estoy diciendo que disfrute lo malo que ha ocurrido, pero estoy comprendiendo años más tarde, que aunque todo se vea nublado, Dios sufre por lo que ocurre de este lado, y sí tiene claro a dónde quiere llevarnos.

¿En quién podemos confiar cuando no entendemos lo que ocurre a nuestro alrededor? Tú sabes la respuesta a mi pregunta. Este mundo me ha enseñado que puedo hacer todo con mis propias fuerzas; me ha adiestrado a renegar por aquellos sucesos que no logro entender. Pero le pido a Dios cada día que me enseñe a creer, a confiar en Él de tal forma que dependa única y exclusivamente de Él. Que en medio de lo nublado que parezca el panorama me permita ver los sueños que Él tiene para mí.



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