viernes, 30 de noviembre de 2012

¡Todo tiene un propósito!



Nada, absolutamente nada de lo que hasta hoy ha llegado a tu vida es una “casualidad”.

Todo acontecimiento por el cual has pasado o estás pasando en tu vida ha sido sincronizado por la soberanía de Dios.

Todo tiene un propósito permitido por Él.

Dios sabe qué cosas permite pasen y qué cosas no permite pasen en ti. Recuerda que Él ¡Jamás! Pondrá una carga sobre ti con la cual no puedas; y siempre junto con esa carga vendrá la salida puesta por Su misericordia.

No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” (1 Corintios 10:13)

¿Por qué a mí? ¿Por qué Dios permite que me pase esto? No entendemos la razón. Han sido momentos muy duros, desagradables, de mucho dolor, de muchas lágrimas. Muchas desilusiones y frustraciones han estado presentes en dicha prueba.

A tal punto que a veces dudamos de esas palabras que el Apóstol Pablo dijo: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. (Romanos 8:28)

¡Todo Obra para bien!

Es difícil creer que de un momento amargo, doloroso, triste que aconteció en tu vida, podrá salir algo positivo.

¿Crees que se pueda?

Definitivamente para ello se necesita una buena dosis de fe. Pero tengo que decirte algo: Dios por medio de dicho desierto ha estado preparando el terreno, la plataforma para una gran bendición futura.

Un diamante para que brille debe estar bien pulido, pero para tener dicho resultado de brillo debe pasar por un proceso. Así es Dios  con nosotros. Permite que nos pasen muchas cosas, para formarnos y así poder estar listos para lo que Él quiere hacer en nosotros.

Cada trago amargo ha sido necesario para madurar tu fe. Dios quiere que tengas el carácter de Cristo. Dios te quiere libre de obstáculos internos o externos que existan entre tú y Él. Claro, tiene diferentes metodologías para con cada uno de nosotros. No trates de entenderlo porque no lo vas a lograr. La voluntad de Dios no se cuestiona; se obedece.

Tal vez en ese momento vengan reclamos de tu persona para Él. Pensarás que es un castigo o un juicio. Pero Dios antes de Juez es Padre. Así como el padre de familia castiga a su hijo, Dios lo hace con nosotros.

Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo:
Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.
” (Hebreos 12:5-11)

Es momento de cambiar tus preguntas en cada situación adversa que a tu vida se presente. Ya no nos preguntemos el ¿Por qué? Si no el ¿Qué quiere Dios que aprenda de esta circunstancia? ¿A dónde me quiere llevar? ¿Qué me quiere enseñar? Difícil pero no imposible.

Deposita tu Confianza en Él y sobre todo tus cargas, porque con nuestras fuerzas ¡Jamás! Será posible alcancemos una victoria. Dios está contigo, No lo olv
ides.

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10)


jueves, 29 de noviembre de 2012

Hijos de verdad



“Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo.” (Filipenses 1:15)

Como hijos de Dios que somos, Él nos ha mandado a ser diferentes, a demostrarle al mundo que es Jesús quien nos ha cambiado la vida. Desde el momento que decidimos entregar nuestra vida a Dios, ahí comenzó una vida diferente para nosotros.

Muchas veces hemos sentido que ser buenos cristianos es difícil, por tantas tentaciones que el enemigo pone al frente de nuestras vidas, pero sabemos que Dios nos ha dado su Espíritu, el cual nos ayudará a salir en victoria ante todas esas tentaciones.

Dios a través de este versículo nos dice cómo debemos llevar nuestra vida, debemos ser unos verdaderos hijos de Él, ser diferentes a las personas que viven una vida apartados de Dios.

Dios nos manda a que nos diferenciemos de toda la perversidad que hoy en día hay en el mundo. Dios nos ha escogido para que seamos luz en medio de tantas tinieblas, pero solamente podemos ser esa luz si nos proponemos firmemente ser mejores para Él.

Dios sabe que tendremos nuestras luchas y Satanás siempre estará listo para ponernos tentaciones que hagan que le fallemos. Pero sabemos que ahora no somos nosotros los que luchamos sino que es Dios quien pelea cada una de nuestras batallas.

Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionara hasta el día de Jesucristo.” (Filipense 1:6)

Por medio de este versículo la palabra de Dios nos recuerda y nos confirma que si Él nos escogió, es porque será Él quien nos ayudará a lograr esa perfección de un hijo de Dios.

Nosotros solamente debemos dejar que sea el Espíritu Santo quien vaya obrando en nuestras vidas. Muchas veces, las pruebas pueden ser fuertes pero nada mejor que solucionarlas con la ayuda de Dios.

Debemos luchar día a día por ser mejores para Dios, demostrarle al mundo que es Él quien gobierna nuestra vida. Debemos alejarnos de todas aquellas cosas que puedan contaminar nuestra comunión con Dios y que lo único que puede ocasionar es que nos vayamos apartando de la presencia de Dios.

Debemos pedir siempre sabiduría a Dios para que sea Él sea quien guíe nuestras vidas y nos fortalezca para apartarnos de las tentaciones que Satanás quiere poner en nosotros.

Sólo buscando de Su presencia lograremos ser esos hijos sencillos e irreprensibles que Dios quiere que seamos y de esa manera lograremos ser diferentes a las personas del mundo y les demostraremos que la luz de Dios es la que resplandece en nosotros.



miércoles, 28 de noviembre de 2012

¡Tú eres parte de los pensamientos de Dios!



“Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y mi 
libertador eres tú; Dios mío, no te tardes.” (Salmos 40:17)

¿Sabes? Muchas veces las cosas se ponen tan duras e intensas, el stress de la vida, la falta de disposición para buscar a Dios y un sin fin de cosas más, pueden lograr que nos enfriemos.

Los desiertos espirituales son sumamente duros, pero en un lugar leí que son permitidos por Dios para probar nuestro corazón y mostrarnos nuestro carácter.

David se hablaba a sí mismo y decía: “Afligido y necesitado”, él estaba temeroso, con alguna situación o pensamiento que lo agobiaba, que lo hacía perturbarse, perder la paz, y necesitado, urgido por la presencia y la intervención de Dios.

Luego de esto él dice: “Jehová pensará en mí” se refería a: Dios no me ha olvidado, Él sabe lo que estoy pasando, Él sabe cómo me siento. Y le dice a Dios: “Mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes.”

¡NO TE TARDES! ¿Cuántas veces no le hemos dicho a Dios: ¡NO TE TARDES!?

Pero David se refugiaba en: “Mi ayuda y mi libertador eres Tú”, en pocas palabras él se recordó a sí mismo, que Dios no lo dejaba solo: “Tú eres quien me da fuerzas, quien me esfuerza, quien me sostiene, quien me libra del yugo que me oprime, quien me hace descansar, quien me libra de todo, quien reprende todo lo que me entristece”

Dios es libertad, amigo. Hoy más que nunca te digo: Dios sabe lo que estás pasando y sé que en el momento oportuno, Él te va a libertar. A Dios no se le escapa ninguna situación, tú no serás la diferencia.

En el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.” (Deuteronomio 8:2-3)


martes, 27 de noviembre de 2012

A full color


“Una mirada radiante alegra el corazón, y las buenas noticias renuevan las fuerzas. El que atiende a la crítica edificante habitará entre los sabios. Rechazar la corrección es despreciarse a sí mismo; atender a la reprensión es ganar entendimiento. El temor del Señor es corrección y sabiduría; la humildad precede a la honra”. (Proverbios 15:30-33)

Caminar de la mano con Dios, hablar cara a cara con Él, extrañar escuchar Su voz en tu corazón, extrañar que te saque una sonrisa cuando estás triste, etc. En fin, cada uno de esos detalles llena nuestra vida de alegría y plenitud.

Lastimosamente, se ha olvidado lo que Jesús vino a predicar: la promesa del Padre, la salvación. Se han mal interpretado las palabras de nuestro Señor.

Ahora en día hay tantas sectas y falsos profetas predicando un evangelio de prosperidad. Pero lo peor de todo es que la ignorancia de la palabra de Dios hace caer a muchos.

En este devocional, el objetivo principal no es resaltar lo que otros hacen, es resaltar lo que nosotros hacemos o hemos dejado de hacer. ¿Cómo? Fácil, a la luz de la palabra de Dios.

La vida con Dios está llena de colores, colmada de creatividad de parte de nuestro Padre. Pero cuando nos alejamos de la comunión, que como hijos de debemos tener, todo se vuelve insípido, amargo, aburrido, feo y monótono. Todo inicia cuando dejamos de orar, ya no leemos la Biblia y nos importa un ápice si pecamos o no.

Al no atender lo que la Biblia manda, nuestra vida está cayendo en desobediencia delante de Dios. Basta con escuchar las palabras que salen de nuestra boca, nuestros actos y lo que buscamos.

Ahora bien, cuando atendemos a la palabra de sabiduría, a esos consejos llenos de amor, nuestra vida cambia. Todo nuestro ser se alegra, se llena de gozo y paz. Es ahí cuando entendemos que la palabra de Dios no busca los bienes materiales para darte felicidad, Dios busca darte paz interna para que puedas vivir a plenitud.

De igual manera, hay una palabra que marca la diferencia delante de Dios: Humildad. Una palabra muy olvidada o tomada a conveniencia. ¿Qué es la humildad? Fácil, seguir los pasos de nuestro Señor Jesús. No te voy a dar un significado de diccionario, te diré lo que la Biblia manda.

Nuestra vida se llenará de colores, de sabor, de dulzura, a pesar de nuestros problemas, cuando entendamos que la paz de Dios debe reinar en nuestra vida y nosotros atender al llamado de nuestro Padre celestial. Dios te bendiga.



lunes, 26 de noviembre de 2012

Lo que aprendí de Jesús


A lo largo de nuestros días y nuestra vida cristiana, hemos mirado, leído, y escuchado lo que otros nos dicen a través de predicaciones y consejos acerca de Jesús.

Sin duda alguna es importante escuchar lo que los demás quieren decirnos, pero, ¿Qué realmente estamos aprendiendo del Maestro?

¿Qué historia de Jesús ha logrado causar un impacto en nuestra vida de tal forma que nos haya trastocado el interior, y no nos haya quedado más opción que ser diferentes? ¿Qué enseñanza ha logrado impactar tu vida? ¿Qué sermón logró marcar tu historia?

Recuerdo el sermón que hasta el día de hoy, logró cambiar mi historia, y fue acerca de Mateo 7:21-23.

Era una noche de Diciembre, por el año 2004, tenía 17 años, fue una palabra corta, precisa y puntual. Yo creía estar viviendo una vida “cristiana” a mi manera, basada en mis estándares. Pero Dios ese día hablo a mi vida y me dijo: “Me llamas Señor y no te sometes a mi señorío”.

Me gustaría hablarte más acerca de mí, pero no es importante en realidad.

Quisiera mostrarte en esencia lo que Jesús vino a enseñarnos. Esto no es absoluto, habrán miles y miles de cosas que el Maestro nos vino a enseñar. Sólo trataré de generalizar algunos puntos importantes a destacar.

Jesús nos enseñó:

1) A depender totalmente del Padre

Pero su fama se extendía mas y mas; y se reunía mucha gente para oírle, y para que le sanase de sus enfermedades.” (Lucas 5:15)

Parece ser que nuestro Jesús pasaba muy ocupado. Mucho más ocupado que muchos de nosotros. Su fama se extendía, y eso que Jesús no tenía Twitter, ni Facebook, pero aún así, Él sacaba tiempo para pasar con Su Padre.

El siguiente verso dice: “Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba.

Jesús tenía muchas cosas que hacer, pero su prioridad número uno era buscar a su Padre. Y es que muchas veces nos creemos mejor que Jesús, nos levantamos, nos alistamos, nos bañamos (en el mejor de los casos) y salimos a la calle, sin la más mínima pizca de oración, dejamos el devocional colgado en el armario.

Levantándose muy de mañana, siendo aun muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.” (Marcos 1:35)

2) A amar

Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios; porque Dios es amor.” (1 Juan 4:7-11)

Sería fácil escribir acerca de esto, pero es que en realidad nos cuesta amarnos, aún cuando sabemos que Jesús dijo “amémonos unos a otros”, aún así luchamos constantemente en esta área, porque existen personas que a veces nos sacan de nuestras casillas y quisiéramos desaparecerlas del mapa, o claro, que Dios los hiciera descansar, ¡Pero no pasará! Y es por eso que necesitamos pasar tiempos con el Padre, para que eso que a veces se manifiesta en nosotros pueda ser quitado o reducido, y comencemos a amar aquellas personas que nos cuesta amar.

Es fácil amar a los de tu círculo, a tu familia, a tu novio(a), pero qué hay de aquel que habló de ti, de aquel que publicó algo que sabes es mentira. Al profesor que conscientemente colocó mal tu nota, sabiendo que diste lo mejor de ti. Aquí es mis amados hermanos, aquí es donde estos versos deben comenzar a hacerse rema en nuestra vida.

3) A tener compasión de la gente (estar en un mismo sentir)

Y al ver las multitudes tenia compasión de ellas. Porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.” (Mateo 9:36)

Y esta fue una de las cosas que más le criticaban, los detractores de Jesús, porque comía con recaudadores de impuestos, con prostitutas, pero lo hacía, porque Él tenía compasión por la gente. Porque Jesús miraba mas allá de lo que estas personas eran.

Nosotros no somos tan compasivos algunas veces. Porque estamos interesados en nuestros problemas, en mi mundo, en mi rollo, y que se salve el que pueda.

¿Cuántos de nosotros, siendo sinceros, cuando vemos a alguien pensamos mil veces para sacarnos un billete de la bolsa y dárselo, sin antes pensar en mil posibilidades de cómo esa persona invertirá o en el peor de los casos, malgastará nuestra donación?

Nos cuesta ser compasivos, pero aquí vemos al Maestro nuevamente, enseñándonos a vivir. A salir de lo ordinario, a dar en vez de estar esperando recibir, a ponernos en la brecha.

Te reto a que esta semana la inicies pensando en alguien a quien puedas ayudar con algo, no tiene que ser necesariamente dinero, quizás con un mensaje de texto, ayudándole a alguna tarea, invitándole a cenar, algo mínimo. Y verás cómo Dios comenzará a despertar la compasión por las personas en ti.



domingo, 25 de noviembre de 2012

¡Llame al 91:1!


Yo lo libraré, porque él se acoge a mí; lo protegeré, porque reconoce mi nombre. Él me invocará, y yo le responderé; estaré con él en momentos de angustia; lo libraré y lo llenaré de honores. Lo colmaré con muchos años de vida y le haré gozar de mi salvación. (Salmos 91:14-16)

Todos hemos visto en películas o en programas de televisión que el número de emergencias en los Estados Unidos y en otros países es el “911”. Es simple, frente a un robo o algún accidente, cualquier persona que tome un teléfono está a sólo 3 números de tener la solución a su problema. Desde un niño a un adulto, un joven o un anciano, pueden llamar y ser atendidos al llamar a aquel número.

Pero ¿Qué pasa cuando el problema es interior? ¿Cuando el problema no es un robo o un accidente, sino debilidad espiritual? ¿Cuándo quieres emprender un nuevo proyecto y no sabes si es la Voluntad de Dios? Déjame decirte algo, también estamos a 3 números de la solución, no es el “911”, sino el “91:1”, estoy hablando del Salmos 91:1.

Nosotros vivimos bajo la protección de Dios, estamos bajo Su cuidado, pero hoy no vengo a hablarte sólo de llamar a Dios cuando estés afligido, sino cuando estés contento. A veces pareciera que las “llamadas de emergencia” son sólo cuando estamos en medio de un problema. Las llamadas de emergencia deberían de ser en todo momento y en toda situación.

Dios mismo les dirá a sus ángeles que nos cuiden por todas partes. Los ángeles nos llevarán en brazos para que no tropecemos con nada; andaremos entre leones y serpientes, ¡y los aplastaremos!” (Salmos 91:11-13).

En otras palabras esto sería “Andarás en cualquier tipo de terreno y triunfarás”. ¡En ese sentido, tu “llamada de emergencia” no debería de ser para pedir, sino para agradecer!

Creo que muchas veces Dios espera que agradezcamos más, pidamos menos, para Él bendecirnos aún más. Ya sabemos que estamos bajo Sus alas, que estamos cuidados, que somos Sus hijos, que Él nos ama, que no debemos de preocuparnos, ¡Agradécelo!

Haz una llamada de emergencia hoy al 91:1, lee aquel Salmo y fíjate CUÁNTO tienes por agradecer. Te aseguro más de lo que lo haces. “Podrán caer mil a tu izquierda, y diez mil a tu derecha, pero a ti no te afectará.” (Salmos 91:7). Agradécele hoy a tu Señor, todo lo que debieras agradecerle día a día.

Tienes un teléfono: Biblia; tienes un número: 91:1; tienes quien te atienda: Dios. ¿Qué esperas para llamarlo?



sábado, 24 de noviembre de 2012

¡Deja ya de visitar!


El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente. (Salmos 91:1)

Me encontraba, hace algunos meses, leyendo un libro que fue de mucha bendición para mi vida. En él encontré este bello versículo, que para la mayoría es conocido; quizás más de alguna vez lo has escuchado decir de alguien, o tal vez tú lo sabes de memoria.

Es muy bello repetir, este Salmo 91, ya que él contiene muchas promesas de protección para nuestra vida; pero hoy en especial quiero compartir contigo lo que aprendí acerca del versículo uno de este salmo.

Cuando este salmo menciona la palabra habitar, ¿A qué crees que se refiere? Quiero citar un significado que encontré de esta palabra que creo que describe muy bien lo que quiero compartir contigo, habitar: es vivir en un sitio, ocupar un lugar para vivir en él.

Menciona muy claro que habitar es, Vivir en un sitio. No dice visitar, o sólo pasar una vez por semana, o cada fin de mes, ¡NO!, dice: ¡Ocupar un lugar para vivir en él!

Ahora te pregunto: ¿Tú estás habitando al abrigo del altísimo? O ¿Simplemente lo estás visitando cada domingo que asistes a la iglesia? O tal vez lo haces cada vez que te recuerdas que hay que orar por los alimentos, o puede ser cuando no tienes nada que hacer y se te ocurre poner alguna predicación en el internet.

Dios nos dice que es necesario habitar bajo Su abrigo. No pretendamos acceder a las bendiciones de Dios, cuando no estamos habitando en Su presencia.

Dios quiere que habitemos en Él, no sólo que lo visitemos cuando tenemos problemas, o que lo visitemos cuando religiosamente asistimos a nuestra iglesia los domingos. Es urgente que a partir de hoy comiences a habitar y dejes simplemente de visitar la presencia de Dios.

Si meditas en este Salmo 91:1, Dios no te ofrece cosas materiales, Él te ofrece algo mucho más grande que eso y que no se arruina ni tiene fecha de caducidad. Dios nos dice que moraremos bajo la sombra de Él, el Omnipotente. Imagínate qué se sentirá estar bajo la bendita sombra de Él, creo que es indescriptible, sólo si lo experimentas puedes conocer de qué te hablo.

Es tiempo de habitar, de gozar de lo hermoso que es morar bajo la sombra de Dios, pues eso es lo mejor de ser hijo de Dios. No sé qué concepto tienes tú de ser hijo de Dios, quizás creas que ser hijo de Dios es que todo te vaya bien en la vida, o que cuando pidas algo a Dios por arte de magia esto aparezca, o quizás pienses que es cuando vas al centro comercial y ves algo, y Dios inmediatamente moverá todo el cielo para que puedas obtener esa camisa o ese par de zapatos que te gustó. Discúlpame que hoy te desengañe, pero eso ¡NO ES SER HIJO DE DIOS!

Sabes, ser hijo de Dios es más que eso, y este Salmo lo describe de una forma hermosa, basta solamente con habitar en la presencia del Señor: esto es buscarlo constantemente, leer Su palabra en busca de qué es lo que Él te hablará a través de ella, es asistir a la iglesia con el mayor gozo de ir a glorificar a tu Padre Celestial, es amanecer y pegar un fuerte respiro y darle gracias por haberte permitido tener un día más de vida para seguir contemplando Sus maravillas.

Es que si lo pides, Él te dé una caricia o un abrazo cuando vas caminando por la calle, es en tu humanidad saber que todo te está yendo mal pero tienes al Todopoderoso de tu lado quien te acompañará a pesar de lo mal que esté tu día, es tener esa compañía de un verdadero y fiel amigo que siempre estará dispuesto a escucharte y nunca aburrirse de lo que le cuentas.

Eso es ser hijo de Dios.

Él quiere que mores bajo Su sombra, quiere llenarte de gozo, paz, y de muchas otras cosas. Pero recuerda, no es necesario que Él te dé todas las cosas materiales que le pidas, para eso Él te dio fuerzas para que trabajes para obtenerlas. Busca de Él lo que nunca por tus propias fuerzas podrás alcanzar y esto es morar bajo Su bendita presencia.


Y ¿Cómo lo puedes lograr? Comenzando desde hoy a habitar en Él.



viernes, 23 de noviembre de 2012

¿Estás marcando la diferencia en tu congregación?



Estos cuatro jóvenes recibieron de Dios mucha inteligencia y sabiduría para entender toda clase de libros y de ciencias. Además, Daniel podía entender el significado de los sueños y las visiones. Cuando se cumplió el plazo que el rey había puesto, Aspenaz llevó a los jóvenes ante el rey Nabucodonosor. El rey conversó con todos los jóvenes, pero no encontró entre todos ellos uno solo tan inteligente como Daniel y sus amigos Ananías, Misael y Azarías. Por lo tanto, los cuatro se quedaron al servicio del rey, haciendo todo lo que el rey les pedía, aunque lo hacían mejor y con más sabiduría que todos los sabios y adivinos del reino juntos. (Daniel 1:17-20)

Para estos tiempo se puede decir que los jóvenes ya no somos el futuro de la iglesia, sino el presente. ¿Por qué? Porque en la mayoría de las congregaciones nos encontramos sirviendo en todo área de servicio. Algunos líderes, otros pastores.

Imposible no ver que el labor de los jóvenes en la iglesia, es una realidad.
Pero ¿Qué pasa cuando no entendemos nuestra labor en cuanto al servicio de Dios?

¿Será que realmente estamos marcando la diferencia en las congregaciones o simplemente no estamos quedando callados y sentados sin hacer nada mientras la iglesia no prospera?

Todo joven posee un potencial tremendo el cual tenemos que explotar ¿Para qué? Para ver cumplidos nuestros mayores sueños y sobre todo realizar el trabajo que Dios nos manda hacer.

Tal vez estamos más que aburridos de escuchar “Fuiste llamado con propósito”, pero no está de más recordarte hoy que si estás aquí es con un propósito divino de parte de Dios. (Jeremías 1:5)

A veces parece ser que se nos olvida ese sentir, y nos quedamos estáticos.

¿Qué significa ser la diferencia?
 
Así como en un grupo musical hay músicos, guitarristas, bateristas, cada uno posee una cualidad que lo hace diferente de los demás y siempre hay uno tratando de aportar lo mejor para la banda.

En la iglesia es igual, siempre hay un grupo de personas tratando de hacer bien las cosas y pretendiendo llevarlo a otro nivel, siempre bajo el régimen divino. Pero ¿Qué pasa? La mayoría son “cristianos promedio” que se conforman con servir en “X” ministerio y aunque éste no prospere ni dé frutos, ellos se sienten conformes sólo con el hecho de pertenecer a ellos, mas Dios en Su palabra nos dice que por nuestros frutos vamos hacer conocidos. (Mateo 7:16)

Es ahí donde se necesita gente que marque la diferencia, personas que no se conformen con lo mínimo. Se necesita gente emprendedora, que tengan sueños y que trabajen para cumplirlos.

Estas personas son las llamadas a cambiar el denigrante presente y convertirlo en algo maravilloso y lleno de frutos.

La decisión es tuya.

Te reto a formar parte de la generación llamada a cambiar el mundo, y que juntos proclamemos una revolución en Cristo Jesús


jueves, 22 de noviembre de 2012

Sin dolor


“Porque Él es quien hace la llaga, y Él la vendará; Él hiere, y sus manos curan”. (Job 5:18)

Este pasaje no fue inventado, ni mucho menos la historia de Job, podemos ver grandes hombres de la Biblia que pasaron por dudas, y duras pruebas, pero el mayor ejemplo a todo fue Jesús.

Lilly Goodman, canta esta canción del cual viene el titulo de este devocional “Sin dolor”. Y la letra, si la conoces, comienza diciendo:

A veces hay que ser golpeado para poder crecer y alcanzar un poco más de madurez, porque no habría forma de saber manejar lo que vendrá. Y aunque el dolor en esos tiempos puede ser tan cruel, pero Dios no nos dejará permanecer allá más tiempo del que podamos soportar. No quieres pasar dificultad, pero a veces servirá para despertar el don que dentro hay; y salir de la comodidad que te aferra a ese lugar, y a la meta con firmeza avanzar.

Debemos recordar que ante todo el dolor, está Dios con nosotros. Muchas veces nos preguntamos, ¿Por qué Dios me permite tanto dolor? ¿Por qué tengo que sufrir tanto si me duele? ¿Por qué debo pasar por el dolor y le sufrimiento?

Estas son preguntas que nos hacemos en momentos muy difíciles de nuestra vida. Yo se las hice a Dios, y hace unos días Él respondió y me dijo claramente: “Yo quitaré el dolor de tu corazón, cuando hayas entendido que debes buscarme solo a mí para ser feliz.

Las personas nos van a fallar, nuestros amigos, hermanos en Cristo, incluso nuestra propia familia, pero Dios quiere que nos aferremos a Él, que toda carga, que todo peso, que todo aquello que nos hace llorar, se lo entreguemos a Él, porque para Él no hay nada imposible. (Lucas 1:37)

Él hace la llaga, pero solamente Él la vendará. Quizá no llegamos a entender el dolor, el sufrimiento, hasta no ver la Gloria de Dios, pero debemos entender que esos procesos son parte de nuestra vida de seguir a Dios aún cuando no lo vemos.

Muchas de las personas se quedan a la mitad, sin avanzar, porque han dudado de lo que Dios puede hacer. Si tú estás esperando en Dios, si estás esperando una respuesta, aférrate a Él.

El Apóstol Pedro nos dice: “Por eso, aún cuando por algún tiempo tengan que pasar por muchos problemas y dificultades, ¡alégrense! La confianza que ustedes tienen en Dios es como el oro: así como la calidad del oro se pone a prueba con el fuego, la confianza que ustedes tienen en Dios se pone a prueba con los problemas. Si ustedes pasan la prueba, su confianza será más valiosa que el oro, pues el oro se puede destruir. Así, cuando Jesucristo aparezca, hablará bien de la confianza que ustedes tienen en Dios, porque una confianza que ha pasado por tantas pruebas merece ser alabada. (1 Pedro 1:6-7)

Sé que duele el tiempo donde se pasa por la prueba, el problema, cuando sientes que ya no puedes más, que el dolor te invade, y las lágrimas te envuelven. Yo hasta hoy te puedo decir que estoy esperando una respuesta de Dios y aún en medio del llanto, sé que Él cambiará mi lamento, sé que cuando salga de todo, por haberme aferrado a Él, yo diré ¡Gloria a mi Dios!

Deja ya tu pasado atrás, deja todo lo que te pueda también provocar más daños, y si eso no se va de tu vida, pon en claro que ya no vas a permitir tú tampoco que el dolor te invada y te atrape; también debemos poner de nuestra parte.

Confía en Dios, Él te esta moldeando, a Su manera; a tu manera será más doloroso, porque vas a fracasar, te vas caer, y te lastimarás aún el doble. Dios quiere tu vida en Sus manos, porque Él sacara lo mejor de todo aquello que hoy estés atravesando



miércoles, 21 de noviembre de 2012

Un espejo de misericordia



¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? (Mateo 18:33)

Jesús nos enseñó grandes cosas a través de las parábolas.

Una de los que más me llama la atención es la parábola de los dos deudores, si quieres ubicarte mejor está en Mateo 18:23-35.

Esta parábola habla sobre un hombre que le debía 10 talentos al Rey. El deudor le rogó y le clamó al Rey que lo esperara un poco, y el Rey le perdonó toda la gran deuda; sin embargo, al salir de ahí podemos observar que esa misma persona que un momento estaba ahí humillado delante de la presencia del Rey por una situación bastante difícil, ahora estaba siendo el que quería cobrar una pequeña cantidad a un consiervo suyo, el cual le dijo: “Sí, te pagaré, sólo espérame un poco”.

El hombre (el siervo del Rey que le debía 10 talentos) sabiendo lo que se sentía estar en esa situación de deudor y no teniendo para solventar la deuda, no perdonó, no esperó, ni entendió, sólo fue y metió a su consiervo en la cárcel.

Vamos a ubicarnos en un tiempo actual, Jesús dijo: “El reino de los cielos es semejante a esta parábola”. El Rey es Dios, la deuda son tus pecados, el perdón de estos es la muerte de Jesús y el derramamiento de su sangre. El deudor hacia el Rey (siervo) eres tú y el que debe al que perdonó el Rey (consiervo) es tu hermano.

Me llama la atención el versículo 33 donde dice: “¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?

Querido hermano, ¿Cuántas veces imponemos cargas a los demás que ni nosotros llevamos? ¿Cuántas veces juzgamos por cosas que nosotros también hicimos pero que ya no recordamos? ¿Cuántas veces juzgamos, castigamos o rechazamos por alguna actitud o porque algún hermano falle o se debilite en la fe? ¿Cuántas veces no murmuramos y condenamos porque un hermano falte a un culto, o un nuevo creyente se equivoque?

¿Sabes? Dios te hizo salvo por gracia y así como Él siendo Dios, perfecto, Santo e Incomparable, tuvo misericordia, tú debes tenerla con tu hermano.

¿A quién estamos juzgando? ¿A quién estamos condenando? ¿A quién no le hemos perdonado? ¿A quién hemos querido apartar, juzgar o murmurar?

Termina diciendo más adelante: “Así también mi Padre Celestial hará con vosotros sino perdonan de todo corazón a cada uno de sus hermanos sus ofensas”. No será una vez, ni dos, serán varias ofensas; pero así como Dios perdonó todo, nosotros también debemos hacerlo con los que nos ofenden.

¡Tú puedes! El Espíritu Santo ha sido derramado en tu corazón, por lo cual tienes la capacidad de amar, como Dios lo hace. AMA hasta que te duela.

¡Bendiciones!


martes, 20 de noviembre de 2012

Nunca te olvides


La misericordia y la verdad nunca se aparten de ti; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón”. (Proverbios 3:3)

Paso a paso vamos creciendo en la vida. Desde el momento en que somos gestados en el vientre de nuestra madre, iniciamos a crecer y a desarrollarnos. Ya cuando nuestra mamá por primera vez nos tiene en sus brazos y lloramos, todo cambia. Desde ese punto, iniciamos a crecer ya a vista de todos.

Sin embargo, llega un punto de nuestra vida cuando ya nos empezamos a valer por nosotros mismos que se nos olvida que Dios a lo que nos llama es a humildad y ser sencillos. Dios hará, gracias a su misericordia, que crezcamos como personas y alcancemos nuestras metas cuando ya somos adultos.

De igual manera, en el transcurso de nuestra juventud lograremos varios triunfos. Es decir, nos vamos a graduar de educación media y culminaremos nuestra carrera universitaria. Pero nunca debemos olvidar que todo lo que hemos logrado es gracias a la misericordia inmerecida de nuestro Dios.

Lamentablemente, hay puntos en nuestra vida que se nos olvida de dónde nos ha sacado Dios. Se nos olvida que sin Él no seríamos absolutamente nada. Creemos que porque nosotros sí hemos logrado algo en la vida, tenemos el derecho de creernos más que otros.

Hijo mío, guarda mis palabras, y atesora mis mandamientos contigo”. (Proverbios 7:1)

Ahora bien, abordar el tema ministerial, es un tema que hasta cierto punto se torna áspero, ya que se nos olvida que Dios nos llama a ser humildes. En la Biblia leemos la palabra “humildes” muchísimas veces, pero es una de las palabras que más olvidamos.

Uno de los mayores problemas es que nos comenzamos a creer sabios, inteligentes y que todo lo podemos, porque nos han dado un nombramiento. Cuando lo que Dios quiere es que la sabiduría y la gloria se la demos únicamente a Él.

“No seas sabio a tus propios ojos, teme al Señor y apártate del mal”. (Proverbios 3:7) Ya debemos dejar eso de creernos buenos sólo porque vamos a la iglesia o porque tenemos más responsabilidades que otro. La verdad es una y el único bueno, justo y perfecto es Dios.

La altivez y la soberbia sólo llevan a crear pleitos. Pero hay aún algo más recalcitrante que no debe olvidarse y es que la soberbia y la altivez son fruto de la carne, no del espíritu.

Que nunca se nos olvide que por lo único que estamos, donde estamos, es sólo por la gracia y misericordia inmerecida departe de nuestro Dios. Que nunca se nos olvide que sin Él no somos nada y únicamente Él se merece toda la gloria en nuestra vida.   



lunes, 19 de noviembre de 2012

¿Cómo vas a terminar?


Muchas veces nos frustramos, nos quejamos, nos enojamos, pero muy pocas veces agradecemos por nuestra condición actual; y es que realmente no estamos donde deberíamos estar, y comienzan las frustraciones, la decepción y miles de preguntas nos comienzan a visitar en nuestra mente. Déjame decirte estas palabras: Lo importante no es cómo comiences, lo importante es cómo vas a terminar.

Había una vez, un químico escocés, ¡muy conocido! Cierta tarde, él estaba sentado en las afueras de su casa, era un hombre retirado, ya disfrutaba de sus pensiones, de los años buenos de la vida, cuando de repente llega a su buzón el obituario que cambió el destino de su vida.

En dicho obituario, él estaba incluido en los muertos de ese mes por un error de la editorial, y en éste se describía su biografía, y de cómo su invento, “la dinamita”, había contribuido para matar a miles de hombres y adelantarles el camino a la eternidad. Obviamente, esto llenó de mucha tristeza a Alfred, que desde ese momento decidió cambiar su destino, y la forma como quería ser recordado, y lo hizo.

Decidió donar toda su fortuna al morir para poder premiar a aquellas personas que se destacaran en investigaciones de ciencia, literatura, medicina y que contribuyeran y enriquecieran a la paz en la humanidad.

Estoy hablando de Alfred Nobel, el creador de los premios Nobel.

Quizá estés pensando que ya lo intentaste una y otra y otra vez, quizás hoy fue el día en que decidiste dejar todo y regresar atrás.

Te cansaste de esperar por aquella promesa, que aún Dios no cumple, por aquella petición que le hiciste a Dios, pero que por alguna razón no ves cumplirse.

Déjame decirte que no es el final, Dios aún tiene muchas cosas que escribir en tu historia. Y Él cumplirá lo que prometió, cada palabra que habló a nuestras vidas, las hará realidad.

Sólo espera que te levantes y sigas creyendo y corriendo, corriendo por la vida que te tocó vivir, en la ciudad que te tocó vivir, y en la familia que te tocó nacer. No es cómo comenzaste, es cómo vas a terminar.

Te puedo dar referencia de personas que iniciaron mal en la Biblia, pero que tuvieron más historia que contar.

- La mujer samaritana de Juan capítulo 4, rechazada por una sociedad, que por su condición actual, era digna de deshonra. Pero apareció Jesús en la escena, y cambió su historia.

- Rahab en Josué capítulo 2, una simple “ramera” como la Biblia utiliza el término, que por una decisión de fe, logró cambiar el destino de su vida y su familia. A tal punto de aparecer en la genealogía de Jesucristo.

- Lucas 15:11, nos narra la historia más conocida por todos, el famoso hijo pródigo, logró volver en sí, y recordó lo que había dejado en casa de su papá: su final fue mejor que su inicio.

Dios ha depositado en ti habilidad, capacidad, y lo mejor, su Espíritu Santo.

No te rehúses a ser diferente.