martes, 6 de septiembre de 2011

Esto somos



A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen. (Romanos 1:16)

Esto es lo que cada uno de nosotros tenemos en nuestro corazón ¡Poder! Poder para poder lograr los sueños y anhelos de nuestro corazón. Pero, sobre todo poder para predicar el amor de Dios con nuestras vidas.

Saber que eres un ciudadano del reino que nunca caerá. Saber que estás bajo el mando del mejor general, ese es el mayor privilegio de todos.

Nunca, pero nunca, debes avergonzarte de tu nacionalidad. Yo vivo en El Salvador. De mi país en el extranjero no dicen cosas muy buenas. Acá se vive violencia todos los días. Pero, soy feliz y orgulloso de ser salvadoreño. Cuánto más de llamarme un hijo de Dios.

Somos hijos del gran rey, somos príncipes. Por ende, debemos caminar orgullos de tener el privilegio de llamarnos hijos de Dios. Llamarnos hijos de Dios no es cualquier cosa. Llamarnos hijos de Dios, es lo mejor que nos pudo haber pasado.

Pero, el ser hijos de Dios también tiene muchos deberes que cumplir. Como en cualquier país, hay reglas que debemos respetar. Pero, la gran diferencia es que la gracia y la misericordia nos han alcanzado. Pero, esto no quiere decir que podemos hacer lo que queramos, cuando queramos.

Nuestro gran rey se merece el mayor de los respetos. Nuestro gran rey nos da la oportunidad de poder hablar con Él cuando queramos. Tenemos la libertad de llegar delante de Él cuando queramos.

Ondear la bandera del reino de los cielos. Hacer que luzca en lo más alto. Lograr que esa bandera luzca sus mejores galas. Es el mayor privilegio que tenemos.

Mis amigos, mis hermanos; nosotros somos hijos del gran rey. Somos hijos del dador de sueños. Somos hijos del que todo lo puede. Somos hijos del que nunca nos dejará solos. Somos hijos del que siempre, pero siempre nos da la fuerza para salir adelante. Somos hijos del único Dios. Somos hijos del único capaz de dar vida. Somos hijos del más poderoso. Contra Él no hay nadie que pueda.

Si nosotros empezamos a creernos lo que somos, el poder del evangelio, el poder de Dios se manifestará de una forma sobrenatural que jamás la hemos conocido. Dejemos que sea Dios quien brille en nuestro rostro. Orgullosamente debemos portar nuestra nacionalidad, orgullosamente debemos mostrar hijos de quién somos.

¡Sí, somos hijos del gran rey! ¡Somos hijos del Dios vivo! ¡Vamos ondea tu bandera y deja que Dios manifieste su poder en ti!

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