¿Será?

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16)

Es probable que este versículo te lo puedes de memoria y lo hayas escuchado un millón de veces. Pero que te lo puedas de memoria, no necesariamente quiere decir que lo vivas o lo creas.

Esta semana está plagada de tradiciones, festejos y muchas cosas más. ¿Será que la gente sabe y cree el verdadero significado de esta semana? Yo lo dudo.

Muchos piensan que andar de rodillas largas distancias es una adoración a Dios o agradecimiento a Dios. Mis palabras en este devocional pueden sonar duras, pero Dios nos ha mandado a decir la verdad.

Es más, la digo porque yo un día hice todas esas cosas. Pero, conocer la verdad de Cristo, conocer la salvación, gracia y misericordia; eso es lo que me motiva a decir la verdad.

Es duro porque nosotros mismos, muchas veces, hacemos que el nombre de Dios se vea de menos y no crean a ese bendito nombre. Debemos revisar nuestra vida, ver en realidad si vivimos como hijos de Dios o como unos religiosos que tienen un horario establecido para hacer las cosas.

Quiero que este devocional sea corto, pero muy directo.

Nunca le podremos pagar a Dios, lo que Jesús ha hecho por nosotros. Está bien que estemos agradecidos, por supuesto que sí. Pero, que ese agradecimiento que decimos tener, se vea en nuestra vida con obediencia, sumisión y viviendo para la gloria de Dios.

Esta semana veremos muchas cosas que nos parecerán contradictorias a lo que Dios manda en su Palabra, es verdad. Pero, debemos estar sabedores que nosotros hacemos cosas peores cuando pecamos. En ambas ocasiones debemos humillarnos delante de Dios, pedir perdón, arrepentirnos de nuestros pecados, apartarnos del pecado y vivir para la gloria de Dios.

Basta de excusas, basta de peros ¿Le creemos a Dios o no le creemos? Esto es así de sencillo. La Palabra de Dios es clara y muy directa. No podemos seguir viviendo como personas que desconocen a Dios. No podemos seguir permitiendo que el nombre de Dios sea avergonzado, por nuestra culpa. Dios nos demanda santidad y, si Dios lo pide, hay que cumplirlo.

Recuerda que la Biblia hay que leerla, creerla y vivirla.

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