lunes, 10 de junio de 2013

¿What if?





(¿Qué pasaría si?)
A causa de la iniquidad de su codicia, me enojé y lo herí; escondí mi rostro y me indigné, y él siguió desviándose por el camino de su corazón. (Isaías 57:17)

Hace algunos días, cumplía con mi rutina normal. Levantarme a las 6:00 am, ir a clases, regresar a casa a hacer el almuerzo y todo parecía ir de lo más normal… hasta que descubrí que no había agua en el hogar.

Tú podrías decir, ¿Qué de raro o emocionante  tiene que no hubiese agua? Y es que durante 25 años de vivir en el mismo lugar jamás había ocurrido eso.

El inconveniente radicaba en que el medidor que se encuentra fuera de la casa ¡No estaba!, por lo tanto durante algún tiempo no contaríamos con el vital líquido.

La mayoría de nosotros estamos tan acostumbrados a que las cosas siempre estarán ahí, cuando las necesitemos, que las personas siempre estarán con nosotros siempre que nos sintamos mal, o incluso pensar que Dios está ahí como nuestro comodín cuando algo sale mal. Estamos casi seguros que eso que necesitamos por arte de magia estará justo cuando lo necesitamos.

Pero, ¿Qué pasaría si un día te despiertas y Dios se ha olvidado de ti? O, ¿Si a Él se le olvida despertar por la mañana a tu mamá, a tu esposa o a tus hijos? ¿Qué ocurriría si un día Dios se olvida de proveer para tu mesa?

¡Exacto! Sería un desastre. Vivimos tan afanados en nuestra vida diaria, en que es lo que necesitamos comprar, que ropa usaremos, cuánto dinero ganaremos y lo más importante que es Dios, lo olvidamos. Olvidamos dar las gracias por recibir lo que muchos no tienen, lo que muchos desean o incluso lo que muchos necesitan. Nuestra vida se vuelve tan monótona y todo porque nos hemos acomodado en que siempre las cosas estarán ahí, en el preciso lugar.

¿Qué causa que yo me olvide de Dios?

Fácil: ¡El pecado! Preferimos llevar la vida fácil, aquella en la que nadie nos puede juzgar por el simple hecho de “ser humanos, y nos equivocamos” , o sencillamente por el hecho de encontrar una zona de confort en la cual nos sentimos tan cómodos pecando que el Espíritu Santo es la última opción que consideramos en nuestras decisiones.

Nos volvemos tan afanados hablando de todo lo que logramos en nuestro trabajo, lo que hacemos en nuestros estudios, o de cualquier otra manera, que nuestra prioridad (Dios) queda relegada a un segundo plano.

Pero no te preocupes, bueno sí, preocúpate por agradar a Dios en lo que haces, por recordar que Él es tu prioridad, por darle un ¡Buenos días papá! Cada vez que te levantes, por preguntarle cómo está, cómo se siente. Preocúpate por no dar los cosas por sentado, sino por buscar de Dios todos los días de tu vida, por entender que todo lo que viene a nuestras vidas es por misericordia de Dios y no porque lo merezcamos.

¿Qué hará Dios cuando dejes el mal camino y vuelvas tu corazón a Él?

Y SE ACORDÓ DIOS de Noé y de todas las bestias y de todo el ganado que estaban con él en el arca; y Dios hizo pasar un viento sobre la tierra y decrecieron las aguas. (Génesis 1:8)

Aún estas a tiempo de enderezar el camino y preguntarte ¿qué pasaría si?…

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