lunes, 24 de junio de 2013

Escuchando la voz de Dios










Cuando abres la Palabra de Dios, Él abre su boca. Sin embargo, un error en el que podemos caer los que servimos en algún ministerio de la iglesia es solo leer La Biblia para “sacar” de ella algo que compartir con los que están bajo nuestro liderazgo, o a fin de “tener listo el sermón que nos toca dar”. Es algo que realmente ha pasado de mí y a muchos de mis amigos y consiervos en el ministerio.

Dios se revela a sí mismo en las escrituras, pero si solo la usamos para el “trabajo en la obra del Señor” y no para nuestra devoción, nos perderemos la esencia de la Palabra: Jesucristo.

El apóstol Pablo en una de sus últimas cartas le recuerda al discípulo que Dios quiere enseñare, reprenderlo, corregirlo e instruirlo, además de darle “Sabiduría necesaria para la salvación” (2 Timoteo 3:14-17) Dios quiere hacer lo mismo contigo y conmigo.

Por eso hoy te invito a que, en tus tiempos a solas con Dios, lo busques y le digas directamente: “Dios, ¿Qué me quieres enseñar el día de hoy? ¿Por qué debo ser reprendido en este día? ¿En qué me corregirás hoy como el amoroso Padre que eres? ¿En qué me instruirás, Dios?”. Y experimentamos totalmente algo muy poderoso cuando le hacemos preguntas de corazón a nuestro Dios, pues cuando clamamos, él responde. Por lo tanto:

Aparta un tiempo a solas con Dios: podemos orar y leer La Biblia en cualquier lugar, pero el hecho de cerrar la puerta en tu habitación y estar a solas con tu Rey y amigo puede cambiar toda la perspectiva de tu día.

Ora La Palabra de rodillas: el mejor hábito que puedes desarrollar es orar la Palabra. Pídele a Dios que te enseñe, reprenda, corrija e instruya.

Usa un cuaderno para escribir lo que Dios te diga: dios nos habla todos los días, pero el problemas muchas veces es que no prestamos atención. Y aún al escucharlo, puedes olvidarte de lo que te indique si no lo escribes.

Aplica e interpreta lo que Dios te diga: el discípulo de Jesús no solo almacena conocimiento, sino que actúa según ese conocimiento por amor a Dios.

Comparte La Palabra con amigos cercanos: al hacer esto podrás ser inspirado e inspirar a tus cercanos con respecto a lo que Dios está hablando.

Enamórate de Jesús cada día más: No te enamores del estudio de la Palabra, enamórate del que vino a dar su Vida por Amor y para darnos vida eterna.

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