sábado, 8 de junio de 2013

Mi mejor amigo, el Espíritu Santo









Existen ocasiones en las cuales nuestra vida simplemente no es lo que queremos que sea hasta este momento, queremos salir a divertirnos como otras personas, queremos hacer lo que hacen los que no tienen temor de Dios, queremos bailar, tomar, hacer lo que a la carne le gusta o que le llama la atención, pero llega el momento que dice el Espíritu Santo, me voy.

 “De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe se así- ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿Puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vida higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce”.  (Santiago 3:10-12)

Es triste cuando una persona que esta cerca de las manos de Dios es atacada por el enemigo, pero es mas triste cuando esa persona que fue atacada se queda ahí tirada, esperando que sea levantado o que simplemente ahí se quiera quedar, los planes de Dios siempre están dentro de sus manos, la perfección es ÉL, las cosas que pasan son porque así Dios lo quiere.

Una noche al despertar un joven emocionado se levanto, le dio los buenos días a Dios, le agradeció por el día que le había regalado nuevamente, su día transcurrió normalmente, pero sintió un extraño vacío en su interior, pero sin darle la mas mínima importancia siguió su rutina de trabajo, se sentía raro, sentía que algo le hacia falta, alguien que lo había estado acompañando por mucho tiempo, no le tomo importancia, pensó, que no era nada importante, pero al llegar a su habitación, y querer encontrarse con su mejor amigo “El Espíritu Santo” se había dado cuenta que se había marchado, que por esa noche no lo podría encontrar,  el joven desesperado, empezó a llamarlo por toda su habitación, a recordarle los momentos tan bellos que habían pasado juntos en ese lugar, pero ese llamado fue en vano, el corazón del joven estaba destrozado, no podía comunicarse con su amigo, contarle como le había ido en su día, que había hecho, y simplemente el joven decidió ponerse a pensar, en que le había fallado a su amigo para que reaccionara así, y de pronto empezaron a recorrer las lagrimas por sus mejillas y empezó a hablar con Dios, comenzando a pedirle perdón, porque el joven había fallado, pero en su corazón sabia que había un Dios tan poderoso y que empezó a hablar antes con Dios, empezó a pedirle perdón y se postro ante Él, porque este joven ya no podía más, sentía que su vida se terminaba, sentía ese gran vacío en su interior, no tenia palabra para expresarse ante Dios, quería pedirle perdón de una y mil maneras y llego un momento en el que su amigo apareció nuevamente y con un abrazo le dijo, nunca me fui, siempre estuve ahí, el que se me abandono fuiste tú, no yo. 

Nuevamente el Espíritu Santo estaba ahí, y el joven empezó a platicar con ÉL, decirle como se sentía, que había tenido un día muy divertido, pero que había sido diferente, porque se había sentido solo sin su compañía, y le dijo, lo sé, vi que intentaste buscarme pero no me encontrabas, me buscabas para escribir, pero simplemente te sentías frustrado que no estuviera ahí, pero sabes, lo más importante es que, nuevamente podemos platicar, ahora sabes que no puedes servir a dos amos, o que no puede salir agua salada o agua dulce de una misma fuente, o que no puedes ser frio, ni tibio, porque ahí es cuando yo cambiare de lugar y no podre estar en donde tu estás.

Hermano, tú que estas leyendo esto, ¿Por qué lo leíste? ¿Por el titulo? ¿Por que te llamo la atención? ¿Por qué quieres aprender más sobre Jesús? ¿Por qué?

Tal vez, te sientas incapaz de acercarte a Dios, sientas que no puedes hablar con Dios por las fallas que tuviste, o por cualquier razón ilógica que el enemigo te haya sembrado en tu mente o en tu corazón. 

“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para que todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa por haber pasado por alto, en su paciencia los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley. ¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles. Porque Dios es uno, y él justificara por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión. ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley”. Romanos 3:21-31

NUNCA, creas que Dios te va defraudar, porque Él siempre estará dispuesto a levantarte, si tu lo quieres, tendrá sus brazos extendidos para que te acerques a Él con toda confianza, siempre escuchará tú oración, aun cuando sientas que no eres digno de Él, búscalo, intenta acercarte a Él para que pueda escucharte, perdonarte, consolarte y amarte, pero también pídele la ayuda del Espíritu Santo, para que sea el quien interceda por ti.

Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por  nosotros con gemidos indecibles. Romanos 8:26


 Cuando ya no puedas sostenerte más, ARRODILLATE. 
 

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