miércoles, 5 de junio de 2013

No juzgues, mírate a ti primero










 “No juzguéis, para que no seas juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís os será medido” (Sn Mateo 7:1-2).

Hay una naturaleza en el hombre que viene desde que nacemos y es la del pecado, por lo tanto en todo momento estamos expuestos a tentaciones que si nos dejamos guiar por ellas llegamos al pecado.

Cuando éramos pequeños y nuestros padres nos llevaban a la iglesia a nosotros nos tocaba que quedar a parte donde nos impartían clase bíblica, muchas veces lo primero que nos enseñaban, incluso en nuestra escuela o colegio eran los mandamientos.

Por medio de los mandamientos nosotros conocíamos las cosas malas que no teníamos que hacer porque sino Dios nos iba a castigar. Fuimos creciendo con la mentalidad de que pecado era si yo decía una mentira o mataba a alguien.


Vivimos muchas veces creyendo que una mentira pequeña no es tan grave como matar alguien y teniendo ese pensamiento decimos llevar una vida de cristianos.

Pero a veces se nos olvida que el pecado no es únicamente decir una mentira o matar a una persona.

Hay pecados que están en lo más interno de nosotros que son las cosas más difíciles con las que tenemos que luchar, el carácter, incluso nuestros pensamientos son de las cosas más fuertes que como hijos de Dios, debemos de luchar.

Uno de los aspectos que se encuentran dentro de nuestro carácter y que muchas veces no vemos es la crítica.

A veces pensamos que la crítica no es tan importante mas cuando sabemos que no dañamos a alguien porque a la persona que criticamos no se da cuenta que lo estamos haciendo.

Pero la biblia es tan específica cuando habla de aquellas cosas que se encuentran en nuestro interior y que debemos deshacernos de ellas.

La crítica es uno de los pecados que muchas veces nos cuesta detectar porque es algo tan natural de nosotros que lo queremos ver como normal. Las personas por tratar de defender y excusarse han jerarquizado la crítica, diciendo que hay críticas “constructivas; que son las que no daña sino al contrario ayudan a la persona, tan solo para continuar haciéndolo.

Por medio de estos versículos ( Mateo 7:1-2) nos damos cuenta que cualquier comentario negativo que hagamos a una persona es una crítica, en este momento estamos juzgando su forma de actuar, pensar o hablar.

Dios por medio de Mateo 7:2 nos deja claro que de la misma forma con la que nosotros juzgamos a alguien así seremos juzgados nosotros también.

“¿y porque miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ( Mateo 7:3)

Cuando nosotros hablamos en mal de otra persona no nos damos cuenta que muchas veces estamos peor que esa persona.

No reflexionamos que nosotros también tenemos defectos y que tenemos que cambiar. Pero a veces es mucho más fácil ignorar que nosotros también tenemos errores y preferimos criticar y juzgar a los demás.

Queremos arreglar la vida de otros porque simplemente a nosotros no nos parece lo que esa persona está haciendo, solo servimos para juzgar y no entendemos que lo único que estamos haciendo con eso muchas veces es dañar a las demás personas.

Se nos olvida que el único que tiene la potestad para juzgar es Dios. Pero como seres humanos queremos jugar a ser Dios cuando en realidad estamos lejos de ser esos hijos que Dios quiere.

No podemos decirle a alguien que está cometiendo un pecado y acusarlo y decirle que si no deja de hacer lo que hace Dios lo va a condenar. Porque no somos quien para acusar o juzgar a alguien.

Es importante que antes de querer juzgar o criticar a alguien, veamos nuestro interior y realmente veamos que es en lo que nosotros estamos fallando.

“por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quien quiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo” (Romanos 2:1)

La palabra de Dios en este versículo no dice que si nosotros juzgamos a alguien por lo que hace, nos estamos condenando a nosotros mismos, porque al momento de criticar a otra persona ya estamos cometiendo otro pecado por lo tanto le estamos fallando a Dios.

No tratemos de ignorar que la crítica es uno de los pecados que más nos acusa, es muchas veces tan inevitable no hablar de otra persona, se nos ha vuelto tan común criticar a los demás, sin darnos cuenta que en realidad estamos peor que la persona a la que estamos juzgando.

No nos volvamos insensible ante este pecado, luchemos porque la crítica no se vuelva algo normal en nosotros, evitemos lo mayormente posible de hablar mal de las demás personas. Pensemos que cada vez que decimos algo negativo u ofensivo hacia alguien nos estamos condenando a nosotros mismos ya que solamente Dios es el que tiene la autoridad para juzgar la manera de actuar de las personas.

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