lunes, 15 de octubre de 2012

No eres del montón



Entre la gente iba una mujer que había estado enferma durante doce años, pues perdía mucha sangre. Había gastado en médicos todo el dinero que tenía, pero ellos no habían podido sanarla; más bien, la maltrataron más. Cada día se ponía más enferma. La mujer había oído hablar de Jesús, y pensaba: "Si tan sólo pudiera tocar su ropa, sanaría". Por eso, cuando vio a Jesús, se abrió paso entre la gente, se le acercó por detrás y le tocó la ropa. Inmediatamente dejó de sangrar y supo que ya estaba sana. Jesús se dio cuenta de que había salido poder de él. Entonces miró a la gente y preguntó: -¿Quién me tocó la ropa?. Sus discípulos le respondieron: -¡Mira cómo se amontona la gente sobre ti! ¿Y todavía preguntas quién te tocó la ropa?. Pero Jesús miraba y miraba a la gente para descubrir quién lo había tocado. (Marcos 5:25-32)

Muchas veces he leído esta historia de la Biblia pero nunca la había entendido como lo he hecho hoy. Déjame contarte. Una mujer se entera de que está enferma, va de médico en médico, pierde su tiempo, pierde su dinero, se enfermaba más y más, hasta que un día oyó de Jesús, lo buscó y se sanó.

A mí me resultaba muy claro este pasaje, a simple vista nos deja la enseñanza de que si confiamos de corazón en Jesús y creemos que no hay nada imposible para Él, así se nos cumplirá lo que a Él pedimos. Pero en mi interior algo me decía: léelo nuevamente, hay algo más allí. Hasta que comprendí.

Cuando se refiere a los médicos se refiere a los hombres. ¿Cuántas veces hemos buscado primero el favor de los hombres y no el favor de Dios? ¿Cuántas veces nuestro corazón ha estado triste, solitario y desgastado y lo primero que hizo fue buscar un consejo de hombres y no de Dios?

Así como ésta mujer gastaba su dinero, iba de médico en médico y se daba cuenta de que eso no daba resultado, así nosotros frente a algún problema vamos de amigo en amigo en busca de consejo, perdemos el tiempo en preocuparnos, como dice el versículo “nos enfermamos más”. Hasta que oímos de Jesús, como cristianos nuestra primera actitud frente a un problema, frente a un obstáculo debe ser: Buscar a Dios y confiar en Él.

¿Cómo es Dios?

Dios no te va a decir “No tengo tiempo para ti”, “Estoy ocupado”, “Yo si fuera tú me olvido de ese problema”, “Debes hacer tal y tal cosa, así estás haciendo todo mal”, esas palabras son palabras de hombres. Entonces hay algo que primero debemos de tener en cuenta:

Querido jovencito, no rechaces la instrucción de Dios ni te enojes cuando te reprenda. Porque Dios corrige a quienes ama, como corrige un padre a sus hijos.” (Proverbios 3:11-12). Cuando busques a Dios Él no te va a rechazar, Él te tratará como un hijo, te dará instrucción, te corregirá con amor, te tratará como la niña de Sus ojos. Ya deja de buscar y confiar en hombres, empieza a confiar más en tu Padre Celestial. ¿Por qué? Porque confiar en Él y obedecerle, es la mayor muestra de honra y amor que puedes tenerle.

Todos los días sabemos que tenemos un Papá que está con nosotros desde el momento en que despertamos hasta el momento en que nos acostamos, y no sólo eso, ¡Mientras dormimos aún nos cuida!. ¿Quién mejor padre que nuestro Dios? Por eso debemos de honrarlo, día a día. Debemos demostrarle nuestro amor, debemos demostrarle que en nuestro corazón está Su espíritu, debemos de decirle “Papá, Te amo” cada día de nuestras vidas.

Y tú me dirás, ¿Qué tiene que ver el tema del “padre” con la historia de la mujer enferma? En la historia se me reveló una tercera enseñanza.

Jesús estaba rodeado de una multitud de gente, imagínate los empujones, imagínate lo incómodo que era para Él caminar entre tantas personas. SIN EMBARGO, cuando esta mujer tocó su túnica Jesús se detuvo. “¿Quién tocó mi ropa?”, Jesús estaba diciendo: ¿Quién me está buscando? ¿Quién me necesita? Los discípulos desesperados al ver que tanta gente lo agarraba, lo tocaba, lo empujaba, le dijeron “¡Mira cómo se amontona la gente sobre ti! ¿Y todavía preguntas quién te tocó la ropa?”. ¡SÍ, Jesús entre tanta gente estaba buscando y mirando quien lo había tocado! ¿Qué hizo la mujer para que Jesús notara la diferencia en medio de la multitud? La respuesta es: La mujer lo buscó CON FE EN SU CORAZÓN.

¿Qué debemos hacer nosotros como Hijos?

Cuando nosotros vamos en nuestro papel de Hijos, en nuestro papel de un corazón sincero que necesita el amor de un Padre ante Dios, Él se dará cuenta y dirá como Jesús dijo en medio de tanta multitud “¿Quién tocó mi ropa?”. Dios sabe cuándo un Hijo lo necesita, Dios sabe cuándo un Hijo lo está buscando, Él oye tus oraciones.

Muchos cristianos piensan “¿Justo a mí me va a escuchar Dios?” SÍ, justo a ti te va a escuchar Dios. Él está esperando que seamos como esa mujer, que en medio de los problemas, que en medio de tanta gente, que en medio de lo que nos impida acercarnos a Él, marquemos la diferencia y que “toquemos su túnica”. Él quiere que lo busquemos con fe, que tengamos en cuenta que Él es nuestro PADRE.

Levántate de hoy en más, adopta estas actitudes aunque cueste y dile “Papá, Te amo, sé que soy un Hijo especial para ti”. Para Dios tú no eres como “la multitud” que rodeaba a Jesús, para Dios tú eres como la mujer, eres especial, Él siente que tú lo estás buscando. Confiar en Dios de todo corazón, buscarlo a Él primero y buscarlo con FE en que Él siendo el Padre perfecto nos cuidará como a sus hijos, es el mejor regalo que puedes hacerle a Dios.

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