domingo, 29 de julio de 2012

Un pecado sí hace la diferencia


Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. (Hebreos 12:1 NVI)

¡Todas esas personas están a nuestro alrededor como testigos! Por eso debemos dejar de lado el pecado que es un estorbo, pues la vida es una carrera que exige resistencia. (Hebreos 12:1 TLA)

Desde pequeña he practicado muchísimo deporte. Mi mamá era deportista y se ve que era un “asunto de sangre” el que me llevaba a querer hacer cualquier clase de actividad deportiva. Hacía natación a los dos años, patín a los 5, fútbol, handball, basketball, hockey y un sinfín más. Mi favorito fue el vóley (o vóleibol, en el cual mi mamá se destacaba), lo practiqué por 7 años.

A la edad de 11 años me lesioné un tobillo jugando al fútbol con mis hermanos, pero no fue nada grave. Y al año siguiente comencé a jugar vóley para un club, sin ninguna complicación física, hasta que me volví a lesionar el tobillo y no me importó. Hice la rehabilitación y continué jugando. La última semana del torneo que llevábamos (yo ya tenía mis 18 años), entrenábamos para el partido final. Eso definiría la posición que quedaríamos en la tabla. El día anterior al partido, entrenando me lesioné el mismo tobillo de siempre. Me puse hielo, me recomendaron reposar hasta el día siguiente, pero yo quería seguir entrenando, y lo hice. Para no hacerte más larga la historia, ¿Qué sucedió? Al otro día me levanté sin poder caminar, con mi pie totalmente hinchado y me perdí estar en el equipo en el último partido del torneo.

Y qué tiene que ver lo que te acabo de contar, con Dios, me preguntarás. Y en el versículo de allí arriba está más que claro: el pecado es un estorbo en la carrera espiritual. Mi tobillo fue un estorbo para mi deporte, me prohibía dar mi cien por cien y es hoy en día que me trae complicaciones. Muchos cristianos “dejan pasar” un pecado porque lo consideran pequeño, no se arrepienten y creen que así pueden seguir corriendo la carrera de la fe.

Debemos poner resistencia al pecado, tenemos que tratar de no decirle “sí” a la tentación, cuidarnos, hacer reposo en la Palabra de Dios, porque amigos, el pecado nos traerá consecuencias.

Nos desanimamos cuando Dios nos pone obstáculos en la carrera, pruebas. Le decimos “¿Por qué a mí?”. Si nosotros le preguntamos eso, cuánto más tendría que haberle preguntado Jesús, quien subió a una cruz para que tú puedas correr esta carrera con seguridad. “Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo.” (Hebreos 12:3 NVI)

Las pruebas que tenemos, no tienen comparación alguna con las que Cristo padeció y aún así nos debilitamos. Lo entiendo, somos humanos, nos duele, somos pecadores, fallamos, pero te recuerdo que tenemos un Dios sobre toda imposibilidad que vino a fortalecerte para que no tengas que andar cojeando de una pierna en la carrera por culpa del pecado. “En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre. Y ya han olvidado por completo las palabras de aliento que como a hijos se les dirige: Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te desanimes cuando te reprenda.” (Hebreos 12:4-5 NVI)

Aprendamos a correr la carrera hacia la Salvación como Dios manda. Busquemos santidad, es difícil decir que NO al pecado, pero quien ama a Dios, aborrece el pecado. Que no te suceda como a mí, que por creer que “podría hacerlo”, me perdí el último partido. Que no nos suceda, hermanos, que por creer que un pecado no hace la diferencia, por creer que podemos solos, perdamos la vida bendecida que Dios nos promete. Corre la carrera para la gloria de Dios.

Por tanto, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y de sus rodillas debilitadas. Hagan sendas derechas para sus pies, para que la pierna coja no se disloque sino que se sane.” (Hebreos 12:12-13 NVI)

Por todo eso, no debemos dejar de confiar totalmente en Dios. Si la vida es como una carrera, y ustedes tienen ya cansadas las manos y débiles las rodillas, cobren nuevas fuerzas. Corran por un camino recto y parejo, para que el pie que esté cojo se sane y no se tuerza más.” (Hebreos 12:12-13 TLA)

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