martes, 24 de julio de 2012

Son como oro


“En todo tiempo ama el amigo; y el hermano para la angustia es nacido.” (Proverbios 17:17)

Ahora cambiaré un poco el sentido de las palabras y me referiré más a un aspecto devocional, con respecto a los amigos.

Un joven, un día, se acercó a una persona pidiéndole que lo apoyara en un grupo de crecimiento para jóvenes, ese chico con mucho gusto aceptó el reto y pusieron en marcha el proyecto.

Comenzaron a trabajar juntos, a invitar personas, a realizar las reuniones, a conocer nuevas personas, a convivir más, en fin se hicieron muy buenos amigos. Pasados los días hubo razones por las que el grupo tuvo que cerrarse. La amistad siguió, pero un poco distante.

En fin, ambos seguían platicando, pero no como antes. Pasaron muchos meses, hasta que uno de los chicos tuvo que emigrar hacía un país muy lejano del cual vivía. Eso colaboró para que la amistad se alejara mucho más y mantuvieran poca comunicación. Pero, cuando charlaban, las pláticas eran muy extensas, entretenidas y colmadas de bromas, como dos grandes amigos.

Lamentablemente, hubo algunos meses que no pudieron charlar. Al ver que los días pasaban y que el joven que había emigrado no daba señales de él, se preocupó; pero nunca contó con una terrible noticia: El joven estaba en coma en un hospital. Eso destrozó el corazón del muchacho que estaba en su país natal, impotente por estar lejos, recurrió al arma más poderosa, la oración.

Pasaron las horas y nadie le daba noticias del amigo que había emigrado hacia otro país. Hasta que luego de dos días, le dieron la noticia que su amigo había muerto. Eso destrozó su corazón e impotente sólo quedo sentado frente al monitor de su computadora sin saber qué decir o hacer.

Efectivamente, es mi caso. Este devocional lo escribo con mucho dolor en mi corazón, pero aceptando la voluntad soberana de mi Dios. Mis palabras no son para demostrar nada como humanos, sino para que no cometas el mismo error que he cometido yo. No descuides a tus amigos, ámalos como si fuera el último día que los verás, bromea con ellos como si nunca los volverás a ver.

Es verdad mi buen amigo, ahora está con nuestro Señor, en Su reino. Pero, no deja de doler la pérdida de uno de tus seres queridos.

Ahora, ya no pierdas más el tiempo con discusiones absurdas con tus amigos. Ámalos tal cual ellos son, valóralos, respétalos, cuídalos, diles la verdad cuando algo esté mal, felicítalos cuando hagan algo sorprendente, ríete con ellos, bromea hasta más no poder. Pero, sobre todo, valora cada segundo de vida que tienes al lado de ellos, puesto que puede ser el último.

Los amigos son regalos que nuestro Dios nos brinda. Anda, ya no estés molesto con tu amigo, habla con él, pídanse perdón si están molestos y sigan esa hermosa amistad que Dios les ha regalado, mañana puede ser muy tarde. Dios te bendiga.


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