viernes, 6 de julio de 2012

¡Firmes!


“El cielo y la tierra desaparecerán, pero mis palabras no desaparecerán jamás.” (Mateo 24:35)

Este devocional no es de motivación personal, no es para decirte que Dios te concederá todo lo que pidas, no es para decirte que Dios te concederá el carro, el trabajo o esa casa. Este devocional es para que nos deleitemos en Su palabra.

Muchas veces he escuchado decir “Si acepta a Jesús, sus finanzas van a mejorar, Él le dará la vida que tanto sueña, le dará ese carro, dinero, etc.” Duramente se ha engañado a la gente ofreciendo promesas que nuestro Señor Jesús en ningún momento predicó.

No digo que Dios no te puede bendecir, claro que puede. Pero Él lo hace conforme a Su voluntad y Su tiempo. No es a nuestro tiempo, no es porque nosotros ya queremos que lo haga. No confundamos la fe con exigirle a Dios que haga lo que nosotros queremos, son dos cosas muy diferentes.

Nosotros no somos nadie para exigirle algo a Dios. Nosotros somos pecadores arrepentidos, de los cuales Dios ha tenido misericordia y nos ha regalado la salvación. Pero, somos salvos no por nuestros medios, ni porque nosotros queramos. Somos salvos por el sacrificio de nuestro Señor Jesús y porque Dios nos ha escogido.

Debemos aprender lo que la Biblia enseña, debemos vivir lo que la Biblia enseña. Toda nuestra vida debe estar regida por la palabra de Dios. Todo, pero todo, pasará en esta tierra, lo único que permanece es la palabra de Dios, lo único que queda es la fidelidad de Dios.

Seamos humildes y humillémonos delante de Dios. Postrémonos ante Su presencia. Dejemos que sea Dios el que nos mueva, nos oriente y nos guíe. Pero, no vamos a aprender a saber qué quiere Dios si no leemos la Biblia y no oramos. Nuestra comunión íntima con Dios es lo que hará que nuestra vida sea para la gloria de Dios.

Debemos entender que sin lectura bíblica y sin oración, no existe relación con Dios, no existe para nada. Ir a la iglesia, sí, escuchamos predicaciones de la palabra de Dios. Pero no escuchamos la palabra de Dios. La palabra de Dios es la Biblia, no las palabras de un hombre. No digo que Dios no ocupe a un predicador para hablar a las personas, claro que sí. Pero, palabra de Dios sólo una: La Biblia.

Bajemos nuestra vida delante de Dios y humillémonos. Un hijo de Dios no puede egocéntrico, altivo o soberbio. Dios a esas personas las ve de lejos, según lo dice Su palabra. Recuerda que la Biblia hay que estudiarla, creerla y vivirla.


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