jueves, 5 de julio de 2012

Dios tiene el dominio eterno


Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia a vosotros y paz, de aquel que es y que era y que ha de venir, y de los siete Espíritus que están delante de su trono,  y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libertó de nuestros pecados con su sangre,  e hizo de nosotros un reino y sacerdotes para su Dios y Padre, a El sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén. HE AQUÍ, VIENE CON LAS NUBES y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por El; sí. Amén. Yo soy el Alfa y la Omega -dice el Señor Dios- el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. (Apocalipsis 1:4-8)

Este pasaje de la Palabra confirma dos importantes aspectos acerca de Jesucristo: Su majestad y Su dominio.

Pero Jesús es totalmente distinto a cualquier rey y gobernante que conozcamos. Los siguientes seis puntos marcan esa diferencia:

1) Él es el primero en resucitar de entre los muertos y no morir nunca más.

Jesús nos da un anticipo de lo que sucederá después que muramos.

2) Él es mayor que cualquier otro rey de la tierra.

Él es Señor sobre toda la creación, cosa que ningún rey de la tierra puede reclamar.

3) Él nos ama y demostró ese amor muriendo por nosotros.

Pocas veces alguien, en una posición de autoridad sobre otras personas, se ha ofrecido a morir por ellas.

4) Él nos ha liberado de nuestros pecados y nos ha dado un lugar de honor en su Reino.

A quienes hemos recibido a Jesús en nuestra vida, nos ha dado un lugar de privilegio extraordinario y acceso al trono de Dios.

5) Él regresará en victoria.

Este Rey atraerá la atención de todo el universo cuando regrese.

6) Él es eterno.

Él ha existido y existirá para siempre. Nadie, sólo Dios, puede hacer este reclamo.

Algunas personas tienen una visión distorsionada de Jesús. Lo ven como los artistas lo han pintado, con cabello largo, quizás con un bordón en la mano y un corderito sobre sus hombros.

Pero la Palabra de Dios nunca hace una descripción física de Jesús. Si la hubiese hecho, estaríamos adorando su imagen más que a Él mismo.

La descripción de Cristo que hace Apocalipsis, aunque no nos da un retrato físico, nos permite ver a Cristo glorificado. Él mismo. Este Cristo está lleno de poder y majestad.


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