jueves, 17 de mayo de 2012

Prioridades


Como cristianos, uno de los cambios más dramáticos en tu vida debe ser la manera en que empleas tu tiempo. Tus planes y ambiciones en la vida, deben ser diferentes a como eran cuando no servías a Dios. Después de todo, tú no debes vivir ya para ti mismo sino para Dios.

Al principio puede ser una transición difícil. Aquí hay algunos consejos que podemos adquirir de la Palabra de Dios.

1.           Que Cristo esté por encima de TODO.

Para ser un verdadero seguidor de Cristo, necesitas estar dedicado a Él y no dejar que NADA se interponga en el camino de tu devoción. Cuando ponemos a Cristo en segundo, tercero o último lugar de nuestras prioridades, lo que estamos haciendo es retrasar las promesas de Dios para nuestras vidas. Es por eso que poner a Cristo primero no sólo es darle la Honra y Gloria que merece, sino que nos resulta provechoso a los cristianos.

Los verdaderos circuncidados somos nosotros, los que guiados por el Espíritu adoramos a Dios y estamos orgullosos de pertenecer a Jesucristo. Nosotros no creemos que podamos hacer nada para salvarnos. Si la salvación dependiera de la circuncisión, yo podría sentirme más orgulloso que cualquiera: me circuncidaron a los ocho días de nacido, pertenezco a la nación de Israel, y soy de la tribu de Benjamín; ¡soy más hebreo que muchos hebreos! En cuanto a cumplir la ley, pertenecí al grupo de los fariseos. Tanto me preocupaba por cumplir la ley que perseguía a los miembros de la iglesia. ¡Nadie puede culparme de no haber cumplido la ley! Pero, gracias a lo que Cristo hizo por mí, ahora pienso que no vale la pena lo que antes consideré de valor. Todo eso lo he dejado a un lado, y lo considero basura, con tal de llegar a conocer bien a Cristo, pues no hay mejor conocimiento. Y quiero que Dios me acepte, no por haber obedecido la ley, sino por confiar en Cristo, pues así es como Dios quiere aceptarnos. Por eso, lo único que deseo es conocer a Cristo; es decir, sentir el poder de su resurrección, sufrir como él sufrió, y aun morir como él murió, ¡y espero que Dios me conceda resucitar de los muertos!” (Filipenses 3:4-11)

2.           Equilibra el servicio cristiano con la adoración.

No adquieras el hábito de servir tanto al Señor que descuidas adorarlo y dedicar tiempo para conocerlo mejor. Esto significa, que no debes encerrarte en lo que Dios ha puesto en tus manos, sino que mantengas un orden en la oración y lectura de la Palabra. Un líder o pastor que no ora, realmente no está sirviendo al verdadero Dios.

En su viaje hacia Jerusalén, Jesús y sus discípulos pasaron por un pueblo. Allí, una mujer llamada Marta recibió a Jesús en su casa. En la casa también estaba María, que era hermana de Marta. María se sentó junto a Jesús para escuchar atentamente lo que él decía. Marta, en cambio, estaba ocupada en preparar la comida y en los quehaceres de la casa. Por eso, se acercó a Jesús y le dijo: -Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola, haciendo todo el trabajo de la casa? Dile que me ayude. Pero Jesús le contestó: -Marta, Marta, ¿por qué te preocupas por tantas cosas? Hay algo más importante. María lo ha elegido, y nadie se lo va a quitar.” (Lucas 10. 38-42)

3.           No malgastes tiempo en la búsqueda de cosas que no perduran.

Tu tiempo en la tierra es corto. Pídele ayuda a Dios para invertir tu tiempo en cosas que tienen valor. Al final, dice la Palabra, que todo vuelve al polvo. Debemos pensar con mente eterna, no con la mente temporal que antes pensábamos. Debemos fijar nuestra mirada en hacer cosas que edifiquen a los demás y aprender de personas que nos edifican a nosotros.

Tú, por el contrario, sé prudente en todas las circunstancias, soporta los sufrimientos, dedícate a la evangelización; cumple con los deberes de tu ministerio. Yo, por mi parte, ya estoy a punto de ser ofrecido como un sacrificio, y el tiempo de mi partida ha llegado. He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe. Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me otorgará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que con amor hayan esperado su venida.” (2 Timoteo 4:5-8)

4.           Emplea tiempo en alimentar tu alma.

Dios ofrece bendecirte si eliges pasar más tiempo con Él en lugar de dedicar tu tiempo a la búsqueda de satisfacciones temporales. Un buen ejercicio es, al comenzar la mañana preguntarte en oración qué puedes hacer para Dios y para los demás en ese día; y en la noche analizar si lo has cumplido. Es un medio muy efectivo de enfocarnos en el propósito que Dios tiene para nosotros.

Por lo tanto, dejen de hacer lo malo. No se digan mentiras, no sean hipócritas, no sean envidiosos ni chismosos. Más bien, busquen todo lo que sea bueno y que ayude a su espíritu, así como los niños recién nacidos buscan ansiosos la leche de su madre. Si lo hacen así, serán mejores cristianos y Dios los salvará, pues ustedes han comprobado que el Señor es bueno.” (1 Pedro 2:1 -3)

5.           Mantén vivo tu celo espiritual.

Esfuérzate en mantener ese fuego ardiente en tu corazón, que brille siempre mientras sirves al Señor. Sólo con oración, ayuno, lectura de la Palabra, reflexión, oyendo prédicas podremos hacerlo. Debemos tener esa sed de Dios constante, búscala de la forma que más te agrade, pero hazlo con ánimo.

Trabajen con mucho ánimo, y no sean perezosos. Trabajen para Dios con mucho entusiasmo.” (Romanos 12:11)

Dios sólo desea bendecirte cada día más. Él quiere que hoy acomodes tus prioridades y entiendas que si Él está primero en TODO, tú estarás primero en TODO. Comenzarás a ver cambios inmensos en tu vida si aplicas estos pasos, y no sólo en tu vida física, sino en tu vida espiritual. ¡Esa forma de servicio es la que Dios AMA!



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