viernes, 11 de mayo de 2012

Es por Su gracia


“Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios.  La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo. Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás.” (Efesios 2:8-10)

Muchas veces hemos hablado y escuchado sobre este texto bíblico. Pero pocas veces entendemos todo lo que acá está plasmado.

Muchos cristianos han olvidado que la razón de ser de nuestras vidas no somos nosotros mismos, es Dios. Por ende, la gloria de todo se la lleva Dios. En este mundo no hay nada que no se rija bajo la poderosa mano de Dios. Todo pero todo Dios lo ordena.

La soberana voluntad de Dios es la que dirige nuestra vida. No puedes jactarte de haber logrado algo por tus medios, si te jactas de ello, estás pecando. Dios es el único que permite todo lo que en tu vida sucede. Como hijos de Dios, tenemos un gran reto por delante y es vivir para Su gloria eterna.

Desde el momento en que somos llamados por el Padre para vivir para su gloria, nosotros tenemos muchos derechos, sí, pero también tenemos muchos deberes que cumplir. Se nos olvida que nosotros dependemos completamente de la soberanía de Dios. Debemos entender que Dios no está para hacer nuestra voluntad, nosotros estamos para hacer la voluntad de Dios.

El sacrificio de nuestro Señor Jesús, lo dejamos muchas veces por el suelo cuando nosotros, prepotentemente, nos jactamos de haber logrado una meta en nuestra vida. Cuando nuestra cabeza se va sobre las nubes cuando somos líderes, predicadores o pastores, lo único que estamos haciendo es dejar de lado el sacrificio de nuestro Señor Jesús.

Quiero hablar claro, si eres pastor  y estás leyendo esto, quiero que seas maduro con las palabras que diré: El pastorado no lo da un título de seminario, eso te ayuda a predicar mejor. El pastorado es cuidar de las ovejas, apacentar, conocer a las ovejas, amar a las ovejas. Pero, si solo pasas sentado tras un escritorio y cuando te piden ayuda dices que estás ocupado, que no tienes tiempo; puedes ser cualquier cosa, menos pastor.

Lamentablemente, se ha olvidado que la gracia de Dios es por lo que nosotros vivimos. Si no tuviésemos la gracia, el Padre ya nos hubiese fulminado. Pero, la gracia otorgada con el sacrificio de nuestro Señor Jesús, es lo que hace que nosotros podamos llegar delante del Padre a hablar con Él.

No se nos olvide que en quien el Padre tiene complacencia es en su hijo Jesús, no es en nosotros. Nosotros somos pecadores arrepentidos, pero seguimos pecando. Es ahí cuando la gracia es tan hermosa. Si no fuese por gracia todos estaríamos muertos.

Y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y fue hecha una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido.” (Lucas 3:22)

“Y he aquí, se oyó una voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido.” (Mateo 3:17)

Mientras estaba aún hablando, he aquí, una nube luminosa los cubrió; y una voz salió de la nube, diciendo: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido; a El oíd.” (Mateo 17:5)

“Y vino una voz de los cielos, que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido.” (Marcos 1:11)

“Entonces se formó una nube, cubriéndolos, y una voz salió de la nube: Este es mi Hijo amado; a El oíd.” (Marcos 9:7)

Y una voz salió de la nube, que decía: Este es mi Hijo, mi Escogido; a El oíd.” (Lucas 9:35)

Pero este versículo es el más bello de los que hablan sobre la complacencia del Padre en el hijo 2 Pedro 1:17: Pues cuando Él recibió honor y gloria de Dios Padre, la majestuosa Gloria le hizo esta declaración: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido.”

Ya olvidemos esas falsas palabras que nosotros podemos lograr algo por nuestros medios o capacidades. Todo lo que hemos hecho es por la bendita misericordia de Dios. Para Él tiene que ser toda la gloria. Si Dios se complace es por lo que Jesús hace en nuestra vida. Es porque ve a Su hijo en nosotros, cuando vivimos para la gloria de Él.

Recuerda que la Biblia hay que leerla, creerla y vivirla.



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