miércoles, 30 de noviembre de 2011

Dios te bendigo


Y dijo: “Nada he traído a este mundo, y nada me voy a llevar. ¡Bendigo a Dios cuando da! ¡Bendigo a Dios cuando quita!”. Job 1:21

“Había una vez, en cierto país llamado Uz, un hombre muy bueno y honrado. Siempre obedecía a Dios en todo y evitaba hacer lo malo. Se llamaba Job, y era el hombre más rico en la región del este. Tenía siete hijos y tres hijas, y muchos esclavos a su servicio. Además, era dueño de siete mil ovejas, tres mil camellos, mil bueyes y quinientas burras. (...) Se levantaba muy temprano y le presentaba a Dios una ofrenda por cada uno de sus hijos. Job hacía esto pensando que tal vez sus hijos podrían haber ofendido a Dios o pecado contra él. Para Job, esto era una costumbre de todos los días”. (Job 1:1-5)

Así empieza una de las más increíbles historias de la Biblia, la historia de Job. Como leímos, Dios había bendecido grandemente a Job. Tenía una familia, cuidaba de ellos, tenía riquezas, tenía servidores. Para Job era costumbre de todos los días hacerle ofrendas a Dios por si se había cometido un pecado contra Él en su familia. En verdad que su conducta era admirable.

La historia continúa diciendo que llegó un ángel acusador y se presentó ante Dios. El ángel le dijo a Dios que Job le servía por interés. Desafió a Dios diciéndole “El ángel acusador respondió: “¡Por supuesto! ¡Pero si Job te obedece, es por puro interés! Tú siempre lo proteges a él y a su familia; cuidas todo lo que tiene, y bendices lo que hace. ¡Sus vacas y ovejas llenan la región! Pero yo te aseguro que si lo maltratas y le quitas todo lo que tiene, ¡te maldecirá en tu propia cara!” (Job 1:9-11)

Y he aquí lo hermoso de la historia: Dios conocía el corazón de Job. Aceptó que el ángel le quitara todo. Job en un mismo día perdió sus animales, perdió sus esclavos y sus hijos murieron. El ángel creyó que esto era batalla ganada, pero no. Job, aún con su dolor, proclamó el versículo de este devocional: “Nada he traído a este mundo, y nada me voy a llevar. ¡Bendigo a Dios cuando da! ¡Bendigo a Dios cuando quita!”. ¡Cuánto amor y confianza le tenía a su Dios! Este hombre es de admirar.

Sé que muchos de los que están leyendo esto, e incluso yo, nos sentiríamos perdidos al encontrarnos ante una situación como la de Job. Nosotros ante una tormenta tememos, le cuestionamos a Dios sus decisiones, le exigimos que nos saque de ese mal momento. Pero no sabemos bendecir a Dios. No sabemos tomar la actitud de Job.

Hoy quiero que aprendamos a tomar la actitud de Job de bendecir a Dios. Como si fuera poco, luego Job continuó siendo probado, continuó siendo herido, pero él solamente decía “Si aceptamos todo lo bueno que Dios nos da, también debemos aceptar lo malo” (Job 2:10). No tratemos de entender siempre las decisiones de Dios, sino aceptémoslas. 

Él en Su perfecta voluntad y a Su tiempo, te mostrará los propósitos que tiene para tu vida. Él te ama y jamás te dejará solo. Estas no son frases trilladas o de películas, son verdades bíblicas. Dios sabe cómo y cuándo sucederán las cosas en tu vida. Entrégale tu confianza, bendícelo en todo momento.

Siempre dale las gracias por lo que tienes. Job con esa actitud fue bendecido en sobreabundancia luego de las pruebas que superó. Job terminó más bendecido por el simple hecho de bendecir a Dios. Dios conoce tu corazón, si ha puesto una prueba en tu camino, créeme que es porque sabe que puedes superarla. No desmayes, bendice a tu Señor en todo momento y verás cómo su mano siempre está sosteniénote.



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