martes, 8 de noviembre de 2011

Jesús siempre está


Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados. Mateo 5:4

Todo tiene una razón de ser en nuestra vida. Nada sucede sólo porque sí. Dios es soberano y sus propósitos son de bien para nuestra vida.

Es verdad que muchas veces nos parece que las cosas son ilógicas e insoportables. Nuestras lágrimas corren por nuestras mejillas, sin encontrar un final. El dolor de nuestro corazón es enorme. Sentimos que nuestra vida está encerrada en una burbuja que no puede ser explotada.

Muchas veces nuestros sentimientos son más fuertes que nuestra razón. Pero, ni siquiera esto limita la misericordia de Dios para actuar.

Es verdad que muchas veces son consecuencias de nuestros errores, pero esto no quiere decir que no dolerá o que Dios nos dejará.

Quiero que ahora te pongas a pensar qué le has preguntado a Dios al momento de tomar tus decisiones, si es que lo has hecho.

¿Será que lo correcto es preguntarle a Dios si lo que haremos es bueno o malo? Debes recordar que no todo lo que es agradable a los hombres honra a Dios.  Mejor debemos preguntar si eso viene de Él o no.

Cuando Dios inicia a moverse en tu vida, lo hace en formas inexplicables. Nunca la lógica podrá entender lo que Dios hace. No trates de entender el propósito de Dios. Solo confía en Él.

Es verdad que en el proceso es posible que duela. Pero, debemos de correr hacia nuestro Padre y dejar que sea Él quien nos abrace y nos brinde ese consuelo que tanto necesitamos. Dios siempre está, nunca dejará de estar.

También, es probable que sientas que nunca sales de ese dolor que tienes en tu corazón. Yo no te puedo mentir que saldrás mañana o ahora mismo. Yo no soy Dios, ni Dios es un milagrero. Debemos de aprender a confiar en Dios. Debemos aprender a dejar que Dios cumpla su propósito en nosotros.

No corramos, esperemos en Dios. Te repito, no te digo que todo será color de rosas y todo será tranquilidad. Pero, algo que sí te puedo asegurar es que en Dios todo lo podemos. Algo que te puedo asegurar es que Dios mismo te consolará en los momentos que te sientas mal. Dios nunca te dejará, Dios nunca te ha dejado.

Nuestras lágrimas valen oro para Dios. Dios es un padre genial que nunca nos deja. Pero no por eso debemos jugar con la gracia. Llega delante de Dios, deja que sea Él quien te brinde el consuelo que tanto necesitas. Dios siempre está.



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