martes, 15 de noviembre de 2011

Dios es más que suficiente


“Que llegue mi clamor ante ti, Señor. Conforme a tu palabra dame entendimiento”. Salmo 119:169

Nuestra oración debe estar únicamente dirigida a Dios. Recordemos que Jesús es el único camino al Padre, no hay ningún otro.

Cuando entendemos esto, es cuando la verdad de Dios se comienza a manifestar en nuestras vidas. Nuestra vida es imperfecta. Jamás como seres humanos podremos ser perfectos. Pero, esto no es excusa para no ser mejor hijo de Dios día con día.

Quiero lanzar una pregunta: ¿Cuándo oras le dices a Dios que quieres ser mejor persona o que quieres vivir más para su gloria?

Antes debemos entender esto. Nuestro fin como hijos de Dios es darle la gloria a Él por sobre todas las cosas. Nosotros no debemos pedirle a Dios ser mejores personas, eso hasta las personas que no conocen a Dios tienen la capacidad de lograrlo. Cuando hablamos con alguien que no conoce a Dios y decimos que todos los días estamos luchando por ser mejores personas, estamos dejando paso a que las personas sientan que nuestras capacidades son las que nos hacen triunfar.

Cuando le decimos a Dios que queremos vivir para su gloria todos los días, ahí es cuando el corazón es humillado por completo. El problema de sustituir en la oración el pedirle a Dios que nos ayude a vivir para su gloria, es ahí cuando comienza a haber confusión en nuestros corazones. A Dios no hay que preguntarle si es bueno o malo lo que haremos. A Dios tenemos que preguntarle si lo que en ese momento acontece en nuestra vida es su voluntad, por ende si lo glorifica o no.

Para lograr esto debemos tomar la decisión de aceptar por completo el Señorío de Jesús. Es verdad, muchas veces sus propósitos son inexplicables e incomprensibles, pero al final siempre es para la gloria de Dios.

La única forma de entender esto es que nuestra comunión con Él crezca día con día. No podemos ser cristianos y no leer la Biblia. No podemos ser cristianos y estar sin orar. Todos los días debemos tener una comunicación constante con nuestro Dios.

Sólo en Dios podremos encontrar la verdadera felicidad. Acéptalo, Él te está buscando.

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