martes, 24 de mayo de 2011

Volemos alto


El Señor sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila. Salmos 103:5



Han pasado tantos años desde que te conocí, he pasado pruebas, dificultades y muchas situaciones que me han hecho llorar. Pero, al final me doy cuenta que lo único que quieres es mi felicidad.


Desde el momento en el que el Señor nos toma en sus manos, nos acaricia, nos sana nuestra dolencia, nos abraza, nos cuida de todo mal. Es verdad que hay momentos en los cuales nuestro Señor nos pone a prueba. Pero, esos momentos no son para que nos rindamos, esos momentos son para que crezcamos, para que nos demos cuenta que dependemos sólo de Él.


Dios ha cambiado de color nuestra vida. Antes de llegar a Él, es verdad, teníamos alegrías, pero momentáneas. Ahora que lo conocemos, no solamente hemos escuchado de Él, sino también nos damos cuenta de que todos los días nos hace más fuertes.


Nuestro Señor quiere saciar completamente nuestra vida. Cuando nuestro corazón esté lleno de Él, nos daremos cuenta que no habrá tema más importante que Él. Vamos a querer vivir de día y de noche amándole y adorándole con todo nuestro ser. Dios nos rejuvenecerá en el momento que nosotros nos deleitemos completamente en Él. El amor de Dios te hará volar, nos hace volar tan alto, que ni cuenta nos damos en el momento que nuestra vida está llena de su amor.


Si bien es cierto, el águila pasa un proceso difícil para poder rejuvenecer, pero debemos darnos cuenta que Dios hace eso en nuestra vida para que seamos mejores. Dios no quiere ningún mal para nosotros, Dios no quiere que suframos. Nuestro Dios quiere vernos fuertes como las águilas, quiere vernos llenos de gozo, para que todos los días maduremos más en Él.


El águila, es el único ave capaz de volar tan alto. Tiene en sus alas una fuerza increíble, su pico es tan fuerte que tiene que romperlo contra las rocas para poder arrancarlo de su cara cuando ya está demasiado grande. El águila, llega a un punto en el cual sus plumas ya están muy viejas y debe cambiarlas. Las arranca una por una ella misma de su cuerpo. Sus garras las arranca también ella misma porque ya están muy grandes.


Sentiremos que por momentos Dios nos lleva por caminos que nos costará andar. Es probable, que hayan momentos en los cuales queramos rendirnos, pero es ahí donde Dios nos manda a que nos esforcemos y seamos valientes. El fruto de todo ese proceso es diferente en cada uno de nosotros. Si lo queremos conocer, es momento de clamar a Él y rendirnos ante su voluntad.


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