miércoles, 4 de mayo de 2011

Cuando alguien te haga un mal.



Sí, les he dado autoridad a ustedes para pisotear serpientes y escorpiones y vencer todo el poder del enemigo; nada les podrá hacer daño. Lucas 10:19

¿Alguien te ha agraviado? Tarde o temprano a todos nos sucede. En algún momento de nuestra vida, todos hemos sido heridos, engañados, o nos han mentido o maltratado.

Es tan predecible como doloroso a pesar de todo, cuando sucede, la mayoría de nosotros nos encontramos extrañamente desprevenidos. En nuestra indignación, clamamos a Dios contra aquel que nos ha hecho mal. Pedimos justicia, o aun venganza, y terminamos haciendo que las cosas se vuelvan más espinosas para todos los que están involucrados, incluso nosotros mismos.

Si eso te ha ocurrido, es hora de que descubras cómo puedes poner el poder de Dios a obrar a tu favor la próxima vez que alguien te haga un mal.

Primero: ¡Identifica al enemigo! Es aquí donde la mayoría de nosotros cometemos nuestra más grande equivocación. Erróneamente identificamos a nuestro enemigo como la persona que nos lastima. No pierdas tu energía gritando y enfureciéndote, o tramando contra quien te causo dolor. Él está simplemente bajo la influencia del diablo. Apunta tu munición espiritual al blanco correcto. Es el diablo quien está detrás de todo. ¡Ve tras él!

Segundo: ¡Dispara! Una vez que hayas apuntado tus armas espirituales en la dirección correcta, ¡dispara! Golpea al diablo rápido y furiosamente con la Palabra de Dios. Usa el nombre de Jesús y el poder que te ha sido dado como creyente e impídele al diablo que te cause más daño en esa área.

Luego procede a la próxima y más importante parte de esta batalla espiritual.

Tercero: haz la oración de intercesión. En Mateo 5: 44-45, Jesús nos da estas instrucciones: “Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en los cielos.” El clamar para la venganza de Dios golpee como un rayo cuando alguien nos hace mal no es actuar como nuestro Padre. Recuerda que Dios tiene gran, gran misericordia. ¡No solo por ti y por mí, sino por todos!

El diablo probablemente lo pensará dos veces antes de volver a molestarte. La próxima vez que alguien te cause dolor, debes poner el poder de Dios a obrar a tu favor. Identifica al verdadero enemigo. Golpéalo fuertemente con la autoridad que te ha sido dada como hijo de Dios. Luego ora la oración de intercesión.

Lee y medita: Mateo 6:6-15


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