viernes, 30 de noviembre de 2012

¡Todo tiene un propósito!



Nada, absolutamente nada de lo que hasta hoy ha llegado a tu vida es una “casualidad”.

Todo acontecimiento por el cual has pasado o estás pasando en tu vida ha sido sincronizado por la soberanía de Dios.

Todo tiene un propósito permitido por Él.

Dios sabe qué cosas permite pasen y qué cosas no permite pasen en ti. Recuerda que Él ¡Jamás! Pondrá una carga sobre ti con la cual no puedas; y siempre junto con esa carga vendrá la salida puesta por Su misericordia.

No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” (1 Corintios 10:13)

¿Por qué a mí? ¿Por qué Dios permite que me pase esto? No entendemos la razón. Han sido momentos muy duros, desagradables, de mucho dolor, de muchas lágrimas. Muchas desilusiones y frustraciones han estado presentes en dicha prueba.

A tal punto que a veces dudamos de esas palabras que el Apóstol Pablo dijo: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. (Romanos 8:28)

¡Todo Obra para bien!

Es difícil creer que de un momento amargo, doloroso, triste que aconteció en tu vida, podrá salir algo positivo.

¿Crees que se pueda?

Definitivamente para ello se necesita una buena dosis de fe. Pero tengo que decirte algo: Dios por medio de dicho desierto ha estado preparando el terreno, la plataforma para una gran bendición futura.

Un diamante para que brille debe estar bien pulido, pero para tener dicho resultado de brillo debe pasar por un proceso. Así es Dios  con nosotros. Permite que nos pasen muchas cosas, para formarnos y así poder estar listos para lo que Él quiere hacer en nosotros.

Cada trago amargo ha sido necesario para madurar tu fe. Dios quiere que tengas el carácter de Cristo. Dios te quiere libre de obstáculos internos o externos que existan entre tú y Él. Claro, tiene diferentes metodologías para con cada uno de nosotros. No trates de entenderlo porque no lo vas a lograr. La voluntad de Dios no se cuestiona; se obedece.

Tal vez en ese momento vengan reclamos de tu persona para Él. Pensarás que es un castigo o un juicio. Pero Dios antes de Juez es Padre. Así como el padre de familia castiga a su hijo, Dios lo hace con nosotros.

Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo:
Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.
” (Hebreos 12:5-11)

Es momento de cambiar tus preguntas en cada situación adversa que a tu vida se presente. Ya no nos preguntemos el ¿Por qué? Si no el ¿Qué quiere Dios que aprenda de esta circunstancia? ¿A dónde me quiere llevar? ¿Qué me quiere enseñar? Difícil pero no imposible.

Deposita tu Confianza en Él y sobre todo tus cargas, porque con nuestras fuerzas ¡Jamás! Será posible alcancemos una victoria. Dios está contigo, No lo olv
ides.

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10)


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