jueves, 8 de noviembre de 2012

Todo va a estar bien


Hay etapas en las que necesitamos un refuerzo, cambiar lo que no nos gusta de nosotros e inclusive lograr que las circunstancias en las que estamos cambien para bien. Es que en lo más profundo, en nuestra alma -hasta los que con su actitud aparentan que no-, todos deseamos saborear la sensación de quietud, de paz, de tranquilidad.

Leía una frase: “Sentirte inquietamente ansioso.” ¿¡Inquietamente ansioso!? ¡Es como estar estresado a la décima potencia! Sin embargo así es como nos sentimos a veces.

¿Por qué? Eso lo puedes responder tú mejor que yo: La frustración de no encontrar un trabajo; la confusión de decidir si debes luchar o no por algo o alguien; la incertidumbre de “qué pasará” ahora que se acercan cambios radicales en tu trabajo, o que estás a punto de culminar tu carrera. Y el panorama te resulta desalentador o te amedrenta. Ahí es cuando tienes que usar tu capacidad de raciocinio y recordar que hay alguien que está contigo inclusive en esos momentos confusos, es probable que ya hayas oído de Él, o que te suene ajeno, hablo del Espíritu Santo.

Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.” (Romanos 8:26)

Partiendo de esto, te encaminas en una vía correcta que conduce a:

- La solución del problema; y lo mejor,
- A un nuevo nivel de madurez que te haga crecer como persona.

Esta última significa: desafiar la situación con la frente en alto. La otra opción es elegir sólo sobrevivir, salir de ella raspado, casi agonizante, pero al final, sientes simplemente eso, que “sobreviviste”, pero no aprendiste nada.

Por ejemplo: ¿Qué pasa cuando vas a un curso, te hacen un examen y no aprendiste nada? ¿Te lo repiten? ¡No! Pero si sí aprendiste, te pasan a un nuevo nivel, a uno mejor. ¿Qué eliges? ¿Acaso no sería mejor pasar por ese examen una sola vez?

Tomar la decisión correcta no es tan difícil como creemos. Podrías comenzar por ver todo en un largo plazo; ya que cualquier decisión que tomes influirá en tu futuro, estas no deben ser tomadas a la ligera.


Imagina que tomarás una pastilla para el dolor de cabeza, y esa pastilla lo calma, sí. Mas luego vuelve a aparecer, lo calma de nuevo, sí. Pero al final, resulta que sólo ocultabas el síntoma de algo peor, un tumor por ejemplo.

Reconozco que el ejemplo suena duro, demasiado drástico, pero en la vida real las soluciones rápidas que tomamos derivan en un caos y angustia semejante cuando no ha sido la decisión correcta.

No mires el vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa, entra suavemente pero al final...” Dice el proverbio 23:31; hay “soluciones” que parecen ser esa “burbuja de aire” cuando sientes que te ahogas, “la luz al final del túnel”, pero no porque algo parezca, significa que es.

Entonces, es cuando pones en marcha la sabiduría. Para comenzar, tendrías que ser capaz de entender lo que es bueno o no para ti y así plantear las opciones: O te dejas guiar por el aprendizaje que te dejaron experiencias anteriores, o piensas en dar un paso de fe.

La dificultad que atravieses para llegar a una respuesta radica en tu nivel de crecimiento personal, de sabiduría: ¿Ves lo necesario qué es aprender?

Sabiduría es saber elegir la correcta, ¿Cómo? Guiado por el Espíritu Santo, no existirá margen de error; el resultado, créelo, será superior a lo que te hubieras imaginado. Así son los frutos de una decisión sabia. (Santiago 3:17).

Sin embargo debo mencionarte, por si no lo sabías, que el Espíritu Santo actúa sólo en aquellos que han creído en Jesús. No subestimes Su poder. “Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en él. Hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús no había sido glorificado todavía.” (Juan 7:39) “El Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará[a] en ustedes.” (Juan 14:17)

Mantén en tu mente que todo pasa con un propósito. Y de forma esperanzadora, me he dado cuenta que aún los errores cometidos, Dios siendo lo todopoderoso que es, los encamina a bien. (Gen. 50:15 al 20) Es alentador leer cuando el rey David escribe para Dios: “Delante y detrás me rodeaste, sobre mí pusiste tu mano, tal conocimiento es demasiado para mí.” Yo también lo creo.

“Busquen al Señor mientras se deje encontrar, llámenlo mientras esté cercano.” (Isaías 55:6) Entonces todo va a estar bien, ¡Sus planes son mejores! “Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos -afirma el Señor-. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!” (Isaías 55:8-9)

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