jueves, 29 de noviembre de 2012

Hijos de verdad



“Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo.” (Filipenses 1:15)

Como hijos de Dios que somos, Él nos ha mandado a ser diferentes, a demostrarle al mundo que es Jesús quien nos ha cambiado la vida. Desde el momento que decidimos entregar nuestra vida a Dios, ahí comenzó una vida diferente para nosotros.

Muchas veces hemos sentido que ser buenos cristianos es difícil, por tantas tentaciones que el enemigo pone al frente de nuestras vidas, pero sabemos que Dios nos ha dado su Espíritu, el cual nos ayudará a salir en victoria ante todas esas tentaciones.

Dios a través de este versículo nos dice cómo debemos llevar nuestra vida, debemos ser unos verdaderos hijos de Él, ser diferentes a las personas que viven una vida apartados de Dios.

Dios nos manda a que nos diferenciemos de toda la perversidad que hoy en día hay en el mundo. Dios nos ha escogido para que seamos luz en medio de tantas tinieblas, pero solamente podemos ser esa luz si nos proponemos firmemente ser mejores para Él.

Dios sabe que tendremos nuestras luchas y Satanás siempre estará listo para ponernos tentaciones que hagan que le fallemos. Pero sabemos que ahora no somos nosotros los que luchamos sino que es Dios quien pelea cada una de nuestras batallas.

Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionara hasta el día de Jesucristo.” (Filipense 1:6)

Por medio de este versículo la palabra de Dios nos recuerda y nos confirma que si Él nos escogió, es porque será Él quien nos ayudará a lograr esa perfección de un hijo de Dios.

Nosotros solamente debemos dejar que sea el Espíritu Santo quien vaya obrando en nuestras vidas. Muchas veces, las pruebas pueden ser fuertes pero nada mejor que solucionarlas con la ayuda de Dios.

Debemos luchar día a día por ser mejores para Dios, demostrarle al mundo que es Él quien gobierna nuestra vida. Debemos alejarnos de todas aquellas cosas que puedan contaminar nuestra comunión con Dios y que lo único que puede ocasionar es que nos vayamos apartando de la presencia de Dios.

Debemos pedir siempre sabiduría a Dios para que sea Él sea quien guíe nuestras vidas y nos fortalezca para apartarnos de las tentaciones que Satanás quiere poner en nosotros.

Sólo buscando de Su presencia lograremos ser esos hijos sencillos e irreprensibles que Dios quiere que seamos y de esa manera lograremos ser diferentes a las personas del mundo y les demostraremos que la luz de Dios es la que resplandece en nosotros.



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