sábado, 24 de noviembre de 2012

¡Deja ya de visitar!


El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente. (Salmos 91:1)

Me encontraba, hace algunos meses, leyendo un libro que fue de mucha bendición para mi vida. En él encontré este bello versículo, que para la mayoría es conocido; quizás más de alguna vez lo has escuchado decir de alguien, o tal vez tú lo sabes de memoria.

Es muy bello repetir, este Salmo 91, ya que él contiene muchas promesas de protección para nuestra vida; pero hoy en especial quiero compartir contigo lo que aprendí acerca del versículo uno de este salmo.

Cuando este salmo menciona la palabra habitar, ¿A qué crees que se refiere? Quiero citar un significado que encontré de esta palabra que creo que describe muy bien lo que quiero compartir contigo, habitar: es vivir en un sitio, ocupar un lugar para vivir en él.

Menciona muy claro que habitar es, Vivir en un sitio. No dice visitar, o sólo pasar una vez por semana, o cada fin de mes, ¡NO!, dice: ¡Ocupar un lugar para vivir en él!

Ahora te pregunto: ¿Tú estás habitando al abrigo del altísimo? O ¿Simplemente lo estás visitando cada domingo que asistes a la iglesia? O tal vez lo haces cada vez que te recuerdas que hay que orar por los alimentos, o puede ser cuando no tienes nada que hacer y se te ocurre poner alguna predicación en el internet.

Dios nos dice que es necesario habitar bajo Su abrigo. No pretendamos acceder a las bendiciones de Dios, cuando no estamos habitando en Su presencia.

Dios quiere que habitemos en Él, no sólo que lo visitemos cuando tenemos problemas, o que lo visitemos cuando religiosamente asistimos a nuestra iglesia los domingos. Es urgente que a partir de hoy comiences a habitar y dejes simplemente de visitar la presencia de Dios.

Si meditas en este Salmo 91:1, Dios no te ofrece cosas materiales, Él te ofrece algo mucho más grande que eso y que no se arruina ni tiene fecha de caducidad. Dios nos dice que moraremos bajo la sombra de Él, el Omnipotente. Imagínate qué se sentirá estar bajo la bendita sombra de Él, creo que es indescriptible, sólo si lo experimentas puedes conocer de qué te hablo.

Es tiempo de habitar, de gozar de lo hermoso que es morar bajo la sombra de Dios, pues eso es lo mejor de ser hijo de Dios. No sé qué concepto tienes tú de ser hijo de Dios, quizás creas que ser hijo de Dios es que todo te vaya bien en la vida, o que cuando pidas algo a Dios por arte de magia esto aparezca, o quizás pienses que es cuando vas al centro comercial y ves algo, y Dios inmediatamente moverá todo el cielo para que puedas obtener esa camisa o ese par de zapatos que te gustó. Discúlpame que hoy te desengañe, pero eso ¡NO ES SER HIJO DE DIOS!

Sabes, ser hijo de Dios es más que eso, y este Salmo lo describe de una forma hermosa, basta solamente con habitar en la presencia del Señor: esto es buscarlo constantemente, leer Su palabra en busca de qué es lo que Él te hablará a través de ella, es asistir a la iglesia con el mayor gozo de ir a glorificar a tu Padre Celestial, es amanecer y pegar un fuerte respiro y darle gracias por haberte permitido tener un día más de vida para seguir contemplando Sus maravillas.

Es que si lo pides, Él te dé una caricia o un abrazo cuando vas caminando por la calle, es en tu humanidad saber que todo te está yendo mal pero tienes al Todopoderoso de tu lado quien te acompañará a pesar de lo mal que esté tu día, es tener esa compañía de un verdadero y fiel amigo que siempre estará dispuesto a escucharte y nunca aburrirse de lo que le cuentas.

Eso es ser hijo de Dios.

Él quiere que mores bajo Su sombra, quiere llenarte de gozo, paz, y de muchas otras cosas. Pero recuerda, no es necesario que Él te dé todas las cosas materiales que le pidas, para eso Él te dio fuerzas para que trabajes para obtenerlas. Busca de Él lo que nunca por tus propias fuerzas podrás alcanzar y esto es morar bajo Su bendita presencia.


Y ¿Cómo lo puedes lograr? Comenzando desde hoy a habitar en Él.



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