martes, 4 de diciembre de 2012

¡Estoy en el desierto!


Apacentando Moisés las ovejas de Jetró su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. (Éxodo 3:1-4)

Qué grandes cosas ocurren cuando te encuentras en un desierto… ¿O no?

Al imaginarse un desierto y qué hay en él, pues es más que evidente que lo primero que se viene a la mente es: Arena y mucho, mucho calor, ¡Ah! casi lo olvido, piedras, escorpiones, serpientes, y otra multitud de insectos.

Luego de que Moisés huyó de Egipto, ya había encontrado hogar con su suegro Jetró. Un día común y como de costumbre, llevó a apacentar las ovejas de su suegro al desierto. Imagínate a Moisés antes de salir de casa, se bañó, peinó, tomó su morral y fue a su trabajo, mas nunca se imaginó lo grande que le ocurriría en el Desierto.

Fue necesario que Moisés estuviera un tiempo en el desierto para que pudiera ver la gloria de Dios y, como ya sabes, no fue la única vez que Moisés pasó por  el desierto, sino que años después, él ni tenia idea de que la mayor parte de su vida la pasaría ahí.

Pero no solamente Moisés pasó por ahí, sino que también muchos otros grandes profetas. Lo que sí es que TODOS los que pasaron por el desierto, cuando salieron de él nunca fueron iguales.

¿Qué desierto estas pasando tú ahora?

Quiero decirte que es necesario; es básico, que todos pasamos por los desiertos, pero que PASEMOS, no que nos quedemos. Creo que no hay persona que nunca haya pasado por un desierto. Pero ten por seguro que sea cual sea el desierto que estés pasando, ya sea de salud, económico, sentimiento, persona, sea cual sea, lo que importa es que saldrás de él. Eso sí, tienes que ser diligente, por tratar de buscar el rostro de Dios en medio de ese desierto.

No es la solución enojarte con Dios, ni darte por vencido y quedarte a vivir en el desierto. Sigue el ejemplo de Moisés, día a día se esforzaba en su trabajo el cual era apacentar las ovejas en el desierto. Hasta que le llegó su día, sin imaginarlo, Dios se le apareció en una zarza y él tuvo su encuentro personal con el Señor.

Moisés después de que salió del desierto, nunca volvió a ser igual. No te preocupes, ese desierto pasará, pero eso sí depende de ti, pues es necesario que busques el rostro de Dios. El propósito principal de pasar por un desierto, no es que mueras, sino que te acerques más a Dios y puedas pasar así, a otro nivel de intimidad con Él.



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