lunes, 27 de agosto de 2012

¿Te llegaron tus 500 años?


Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. (Juan15:5)

Hay una historia que en particular atrae mi atención y quiero compartirla con ustedes: ésta es la del ave Fénix.

Se trataba de un ave fabulosa que se consumía por acción del fuego cada 500 años, para luego resurgir de sus cenizas, la mitología no precisa si el pájaro comenzaba a arder accidentalmente o por efecto de su voluntad. 

Nosotros muchas veces nos comportamos como esta ave. Se preguntarán ¿En qué? Primero quiero citar el versículo base. Cuando Dios nos llama pámpanos, quiere decir que dependemos de Él ya que Él es la vid, apartados de Él nada podemos hacer, o sea que, nos secamos, morimos; o, como esta ave, ardemos y nos consumimos.

Vale la pena aclarar y eximir a Dios de toda culpa, aclaro esto por si pensabas en culpar a Dios y, antes que lo hagas, te quiero recordar que Él no es el encargado de leer la biblia diariamente, tampoco le corresponde orar continuamente y mucho menos buscar sin cesar hacer Su voluntad.

Disculpa si hiero alguna susceptibilidad, pero sólo quiero que recordemos lo que muchas veces olvidamos.

Ahora el problema es que, si te estás consumiendo, no es porque como esta ave, han llegado tus 500 años; sino porque quizás has olvidado esa maravillosa frase que dice en Juan: “Separados de mí nada podéis hacer”. Nosotros  mismos nos encargamos de consumir nuestro interior al separarnos de Dios.

Muchas veces sí nos ocurre como el fénix, nos consumimos accidentalmente o voluntariamente. No sé cuál sea tu caso, pero de algo sí estoy segura y es que:

Entre más lejos de Dios estés, más lejos estás de resurgir.

No es mi propósito hacerte parecer un ser mitológico, simplemente quiero que recuerdes que tu única alternativa si quieres resurgir de las cenizas, es acercarte a la Vid verdadera.

Nuestro Dios es el único que te puede ayudar, nosotros no tenemos esa capacidad de resurgir por nosotros mismos de las cenizas.

No dudes resurgir y refugiarte en Él, ya que: Los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán, y no se fatigaran”. (Isaías 40:31)


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