domingo, 26 de febrero de 2012

La cuestión de cuestionar


Si alguien me dijera: “¿De qué nos va a culpar Dios, si nadie puede oponerse a sus deseos?”, yo le contestaría: “Amigo mío, tú no eres nadie para cuestionar las decisiones de Dios.” La olla de barro no puede quejarse con el que la hizo, de haberle dado esa forma. El alfarero puede hacer con el barro lo que quiera. Con el mismo barro puede hacer una vasija para usarla en ocasiones especiales, y también una vasija de uso diario. (Romanos 9:19-21)

Preguntar a Dios trae revelación, cuestionar a Dios trae consecuencias.

En Génesis 18:17 leemos “Pero Dios pensó: No puedo ocultarle a Abraham lo que voy a hacer”. Dios se refería al plan de destrucción que tenía para Sodoma y Gomorra. ¿Por qué Dios no podía ocultarle a Abraham lo que haría, siendo Abraham un simple mortal? Porque Abraham era un hombre que jamás había puesto en duda su confianza en Dios. Nuestro Señor le había prometido una descendencia infinita y también le revelaba los planes que Él tenía.

Abraham confiaba en que las decisiones de Dios eran totalmente superiores y mejores que las que él pudiera llegar a tener. Por eso dejó que Dios obrara según Su propósito. Debido a eso, se generó tal amistad, tal fidelidad entre este hombre y su Dios, que el mismísimo Rey del Universo le Revelaba cosas.

Cuando Dios le cuenta a Abraham que pensaba destruir Sodoma y Gomorra, Abraham se atrevió a preguntarle al Señor “¿Y qué pasa con los justos que viven allí?”. Realmente Dios estaba probando a Abraham y ciertamente este humilde hombre aprobó el examen. Abraham no le dijo “Señor, yo creo que te estás equivocando porque allí viven los justos, es un error lo que harás”. ¡No! Abraham estaba pidiendo revelación, quería saber qué pasaría con los justos, qué pasaría con quienes confiaban en Dios.

Hemos llegado a confundir grandemente el concepto entre cuestionar y preguntar. Cuestionar es poner en duda, y preguntar es pedir información o revelación si hablamos en cuanto a lo espiritual. Muchos cuestionan al Creador de todo que si sabe lo que está haciendo o si no, que si se da cuenta cuánto estamos sufriendo o no. “¿Qué he hecho para merecer esto?”

Cuestionamos a Dios día tras día, creyendo que nuestros pensamientos son mejores que los de Él. Mis hermanos, las cosas de Dios no tienen SENTIDO, tienen PROPÓSITO. No trates de guiarte por lo que ves para sacar conclusiones de lo que está sucediendo en tu vida. Porque es mayor aún lo que está sucediendo espiritualmente y no ves, que lo que puedas ver.

Quizás tengas una deuda y sólo ves problemas en tu vida, pero no sabes si hay manos moviéndose en lo espiritual dispuestas a ayudarte. Quizás haya papeles, documentos, trabajos, cosas sin resolver por las cuales ya has perdido toda esperanza, pero no sabes si El Creador está forjando tu carácter mientras en lo espiritual está por darte la solución.

Lo que quiero decir con este devocional, es que ya dejemos de cuestionar a Dios. Sí, Él sí sabe lo que está haciendo en tu vida. Cuando le preguntamos a Dios con humildad en el corazón, Él no nos negará revelación. Él tarde o temprano nos mostrará su propósito, de a poco o quizás cuando ya esté llegando a su fin, pero de cierto lo hará.

Cuestionar a Dios es dudar de su poder. Es decirle “No Señor, realmente déjame hacer las cosas a mi manera porque Tú te tardas mucho”.

Las acciones de Dios nos parecerán locas, disparatadas e insólitas, pero tenemos una promesa eterna de que a los hijos de Dios todas las cosas nos ayudan a bien conforme al PROPÓSITO que hemos sido llamados en CRISTO. Tenemos la promesa de que no sólo somos vencedores, sino MÁS que vencedores en CRISTO. Y que si eso fuera poco, TODO siempre lo podremos en CRISTO que nos fortalecerá.



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