Dándole el control a Dios.

Ustedes viven siempre angustiados y preocupados. Vengan a mí, y yo los haré descansar. Obedezcan mis mandamientos y aprendan de mí, pues yo soy paciente y humilde de verdad. Conmigo podrán descansar. Lo que yo les impongo no es difícil de cumplir, ni es pesada la carga que les hago llevar. Mateo 11:28-30

La paz comienza cuando cedemos a Dios el control de nuestra vida.

En este pasaje, Jesús nos enseña tres cosas importantes que debemos hacer para poder encontrar la verdadera paz o el “descanso”. Sin embargo, por alguna razón, a veces pensamos que estas cosas son demasiadas difíciles de lograr.

Asegurémonos de concentrarnos en practicar estas tres acciones necesarias:

1.    Ven a Cristo. Si tú has aceptado a Cristo como Señor y Salvador de tu vida, ya has completado este paso. Si todavía andas buscando, es posible que estés justo a la puerta. Pero debes saber algo: No hallarás paz en nada ni en nadie más. Por cierto, puedes tener una paz mental temporal, si tus finanzas andan bien, o si piensas que ya has hallado la relación “perfecta”. Pero cuando el piso se derrumba, ¿qué sucede entonces? Sólo Cristo puede garantizarte una paz perdurable.

2.    Cambia tu yugo por su yugo. Un yugo es una pieza de madera que se pone en el cuello de uno o dos bueyes para ayudarles a arrastrar cargas pesadas. También ayuda al granjero a dirigir al buey. Llevando esta analogía a los humanos, nuestro “pesado yugo” podría ser el peso de nuestra culpa, o la carga de tratar de guardar los mandamientos de Dios y procurar agradarle haciendo buenas obras. Jesús desea cambiar esa carga por su propia carga, mucho más liviana: la gracia de Dios. Encontrarás descanso cuando comprendas que no necesitas trabajar para ganar el favor de Dios, sólo necesitas aceptar a su Hijo Jesús.

3.    Deja que Jesús dirija. Esto es, indudablemente, uno de los requisitos más difíciles de esta promesa. Esto se debe a que nosotros deseamos mantener siempre el control. Pero Dios nos dice que debemos entregarle las riendas, porque sólo así él puede enseñarnos.

¿Estás listo y dispuesto a dejar tus habilidades, tu futuro y tus problemas en las manos de Dios? Entonces, y sólo entonces, vas a experimentar el prometido “descanso” de Dios para tu alma.

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