miércoles, 24 de abril de 2013

Excusas










Pero Dios el Señor llamó al hombre y le dijo: — ¿Dónde estás?  El hombre contestó: —Escuché que andabas por el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí.  — ¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? —Le preguntó Dios—. ¿Acaso has comido del fruto del árbol que yo te prohibí comer? Él respondió: —La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí. Entonces Dios el Señor le preguntó a la mujer: — ¿Qué es lo que has hecho? —La serpiente me engañó, y comí —contestó ella. (Génesis  3: 9-13)

En estos pasajes podemos ver como Adán se excusaba, y no solamente sino que trataba de esconder una mentira, cuando Dios ya lo sabía, simplemente Él quería saber de su boca que era lo que había hecho.

Hoy en día nos sucede lo mismo, ¿cómo así? Simple, nos hacemos responsables de lo que queremos hacer para Dios o de lo que hemos prometido a Él y al final no lo terminamos, nos olvidamos que al único que vamos a entregar cuentas es a Él.  Que sea cual sea nuestro servicio lo entregamos a él no a los hombres.

Me da tristeza muchas veces las excusas que suelen poner muchos como: “No puedo porque estoy mal espiritualmente”; “No puedo porque estoy muy ocupado en la escuela” “No puedo porque estoy ocupado en la iglesia” ¿Dónde está la relación con Dios? Yo, sí, YO caí muchas veces en pecado del cual sabía que Dios no le agradaban debido a mi falta de comunión, y hoy en día eso sucede en la sociedad cristianoide, es fácil jactarse de que servimos, de que estamos en la congregación, de que somos líderes o servidores pero de algo nos jactamos, y al final, entregamos a medias las cosas a Dios, cuando Él quiere de nosotros lo mejor.

Dios habla muchas veces cuando el ruido del mundo nos está ensordeciendo, él nos quiere bendecir, él quiere que seamos prosperados, que seamos personas que demos un buen testimonio, pero si en medio de lo espiritual lo hacemos a medias en lo natural vamos a ver esos frutos que nadie querrá codiciar. 

Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios.” (Deuteronomio 28:1-2)

Escuchar la voz de Dios es muy diferente a oírla. Hay muchos que solo quieren escuchar lo bonito que Dios tiene para sus vidas, promesas, bendiciones, propósito, inclusive hoy en día las personas solo buscan la congregación o los pastores para que les predigan lo que va a ocurrirles en su vida, como si los siervos de Dios son adivinos o brujos, y a la hora de obtener lo que desean se excusan y abandonan, o cuando no escuchan lo que realmente quieren se excusan de no obtener resultados satisfactorios.

“El que tiene oídos para oír, oiga” Mateo 13:9. Si has oído entonces, ¿Por qué no pones en práctica lo que te han dado? ¿Por qué te sigues excusando en dar un mal servicio a Dios? Se te ha olvidado lo que Dios dice en Su Palabra “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.” (Mateo 22:37) 

Recuerda que aun cuando sea algo tan sencillo, de tu servicio, de tu llamado, de lo que le has prometido, todo lo debes hacer como para Él “Todo lo que hagan, háganlo de buena gana, como si estuvieran sirviendo al Señor Jesucristo y no a la gente.” (Colosenses 3:23)  Él va a bendecirte cuando tu comiences a serle fiel en lo más mínimo “sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré;” (Mateo 25:21) ¡Basta de excusas! Porque a quien se las das es a Dios no a los hombres, porque lo que siembres eso cosecharas: “No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra” (Gálatas 6:7)

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