domingo, 16 de septiembre de 2012

Mírame


Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. (Hebreos 12:1-3)

Acostumbraba mucho a ver películas y series. Siempre me gustaron las policiales, de investigaciones, médicas, algo de cada una aprendía. Pero si hay algo que me llamó poderosamente la atención, es que, cuando alguien está muriendo porque fue malherido, y otra persona lo/la sostiene en brazos, ésta repite constantemente: “Mírame, mírame, no te vayas, por favor quédate conmigo, mantente despierto, mírame”.

Y la respuesta a esto, es que está comprobado científicamente que cuando una persona herida, enfoca su mirada en otra, todas sus células se enfocan allí y cobran fuerza; en cambio, si la persona se distrae o cierra sus ojos, pierde la noción de la realidad y puede caer en un coma o puede incluso morir.

¡Y eso me recordó el versículo del comienzo! “FIJEMOS LA MIRADA EN JESÚS”. Él nos ve malheridos por el pecado en todo momento. Él ve cómo libramos las batallas de las tentaciones día a día. Él ve cada vez que nos queremos rendir y volver al mundo de tinieblas. Él ve todo y te dice: MÍRAME.

Cuántas veces hemos quedado ciegos espiritualmente, por no fijar nuestra mirada en el consumador de la fe. Jesús padeció mucho sufrimiento, para que tú, al mirar su cruz, al mirarlo a Él, corras la carrera de la vida descansando en la seguridad de que Él ya ha vencido. Lee bien el versículo: “Para que no se cansen, ni pierdan el ánimo”. ¡Es como en las películas!

Si quitamos nuestra mirada de quien nos mantiene vivos, pronto moriremos espiritualmente, y te aseguro que es peor que la muerte terrenal. Es tan indispensable Jesús en nuestras vidas. La Biblia lo describe como vid verdadera, fuente de agua, pan de vida, fuente de poder, luz, amor. ¿Podrías vivir sin ello? ¿Entonces cómo haces para sobrellevar tus problemas si no fijas tu mirada en Él?

Y quizás tú pienses “Pero es Dios quien no me mira a mí, parece que se ha olvidado de este hijo…”; pero el Señor en Su palabra ya te ha dicho: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos.” (Salmos 32:8)

¡Clama a Dios! ¡Clámale! Los salmistas lo hacían: “Mírame, y ten misericordia de mí; da tu poder a tu siervo.” (Salmos 86:16) “Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido.” (Salmos 25:16) Dile al Señor tu Dios, “¡MÍRAME! NO QUIERO MORIR ESPIRITUALMENTE”.

Pero, la mayoría de las veces como en toda la Biblia, es Dios quien te está diciendo “Mírame”, es Dios quien está llamando tu atención, es Dios quien te está esperando. Si tu fe se ha debilitado, es momento en que regreses a poner tu mirada en Aquel que te está sosteniendo en brazos de amor, diciéndote “Mírame hijo, quédate conmigo, por favor mírame, yo te enseñaré por dónde andar, pero mírame”.

Miremos a Dios.


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