domingo, 25 de marzo de 2012

Cuando se peca contra El Espíritu Santo


Algo muy diferente pasó con un hombre llamado Ananías. Este hombre y su esposa, que se llamaba Safira, se pusieron de acuerdo y vendieron un terreno, pero se quedaron con parte del dinero de la venta. El resto se lo entregaron a los apóstoles. Entonces Pedro le dijo a Ananías: -¿Por qué le hiciste caso a Satanás? Creíste que podrías engañar al Espíritu Santo, y te quedaste con parte del dinero. Antes de vender el terreno, era todo tuyo y de tu esposa. Y cuando lo vendiste, todo el dinero también era de ustedes. ¿Por qué lo hiciste? No nos has mentido a nosotros, sino a Dios -. Al oír esto, Ananías cayó muerto allí mismo. Entonces unos muchachos envolvieron el cuerpo de Ananías y lo llevaron a enterrar. Y todos los que estaban en ese lugar sintieron mucho miedo. Como tres horas más tarde llegó Safira, sin saber lo que había pasado. Entonces Pedro le preguntó: -Dime, ¿vendieron ustedes el terreno en este precio? - Así es - respondió ella - Ése fue el precio -. Entonces Pedro le dijo: -¿Por qué se pusieron de acuerdo para engañar al Espíritu del Señor? Mira, ahí vienen los muchachos que acaban de enterrar a tu esposo, y ellos mismos te enterrarán a ti. Al instante, Safira cayó muerta, así que los muchachos entraron y se la llevaron para enterrarla junto a su esposo. (Hechos 5:1-10)

Una de las formas en que la Biblia sostiene el concepto de que el Espíritu Santo es una persona de la Trinidad, y no solamente una fuerza, es mostrando cómo se puede pecar contra él.

Es importante comprender que el Espíritu Santo es en realidad, Dios en acción, y que pecar contra él es pecar contra Dios.

En estos pasajes podemos ver en qué consiste pecar contra el Espíritu Santo. Pero otros pasajes nos enseñan que hay por lo menos cinco maneras más de pecar contra el Espíritu Santo.

1) Mentirle al Espíritu Santo.

Ananías y Safira le mintieron al Espíritu Santo, pues fingían estar dedicados a Dios cuando no era así. Hoy la gente continúa haciéndolo, actuando de una manera “espiritual” pero sin sentirlo realmente en su corazón.

2) Entristecer al Espíritu Santo.

Sólo los creyentes pueden entristecer al Espíritu Santo. “No hagan que se ponga triste el Espíritu Santo de Dios, que es como un sello de identidad que Dios puso en ustedes, para reconocerlos cuando llegue el día en que para siempre serán liberados del pecado.” (Efesios 4:30) Entristecemos al Espíritu cuando albergamos ira en el corazón, ofendemos a otros, o hacemos cosas que sabemos están en contra de la nueva naturaleza que ya está en nosotros.

3) Apagar al Espíritu Santo.

Cuando el Espíritu Santo nos convence de algo que debemos cambiar en nuestra vida y no hacemos caso de su solicitud, apagamos su poder dentro de nosotros. “No alejen de ustedes al Espíritu Santo.” (1 Tesalonicenses 5:19). Está todavía en nuestro interior, pero no le damos completo control.

4) Resistir al Espíritu Santo.

Cuando Esteban, el primer mártir cristiano de la historia, habló a sus perseguidores, compartió el mensaje de Jesucristo y terminó con estas palabras: “¡Ustedes son muy tercos! ¡No entienden el mensaje de Dios! Son igual que sus antepasados. Siempre han desobedecido al Espíritu Santo.” (Hechos 7:51). La gente que comete este pecado sabe que el Espíritu Santo está tratando de conducirnos a Jesús, pero su orgullo les impide reconocer a Cristo como Señor y Salvador.

El peligro con este pecado es que cada vez que una persona resiste al Espíritu de Dios, se le hace cada vez más difícil conocer a Cristo.

5) Insultar al Espíritu Santo.

Insultar al Espíritu Santo significa “no considerar”. “¡Imagínense entonces el terrible castigo que recibirán los que desprecian al Hijo de Dios, y los que dicen que su muerte no sirve para nada! Los que hacen eso insultan al Espíritu de Dios, que los ama, y menosprecian la muerte de Cristo, es decir, el nuevo pacto por medio del cual Dios les perdona sus pecados.” (Hebreos 10:29). Quien comete este pecado desprecia el gran precio que Jesús pagó en la cruz del calvario. Esta persona ha rechazado aceptar el inmenso don de la salvación que Dios le ha ofrecido.

6) Blasfemar contra el Espíritu Santo.

Los dos pecados mencionados anteriormente, resistir e insultar al Espíritu Santo, pueden llevar a lo que se llama “el pecado imperdonable”, es decir la blasfemia contra el Espíritu Santo. “Les aseguro que Dios les perdonará cualquier pecado y todo lo malo que digan. Aun si dicen algo contra mí, que soy el Hijo del hombre, Dios los perdonará. Pero lo que no les perdonará es que hablen mal contra el Espíritu Santo. ¡Eso no lo perdonará, ni ahora ni nunca!” (Mateo 12:31-32).

Debido a que la Biblia dice que Jesús es el único camino de salvación y que la obra inicial del Espíritu Santo sobre nosotros como no creyentes es atraernos a Cristo, blasfemar contra el Espíritu Santo es rechazar a Jesús como Señor y Salvador. Éste es el punto sin retorno. Cada vez que una persona resiste al Espíritu Santo y lo insulta, se acerca más a cometer este pecado.


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