sábado, 6 de agosto de 2011

Aceptando la correción


El que oye consejo y acepta que lo corrijan acabará siendo sabio. Proverbios 19:20

Recuerdo que Jeanne jugaba con los patos en el jardín, era una tarde donde el viento soplaba más de lo acostumbrado. Tenía  solo seis años cuando la pequeña Jeanne se encontraba en ese lugar. Ya se hacía demasiado tarde y la noche empezaba a caer. Papá salió en busca de Jeanne, le dijo: “Entra de una vez que ya se está haciendo tarde”. La pequeña Jeanne lo miró y simplemente le sonrió, recibiendo de ella una indiferencia que nunca había dado.

Jeanne estaba tan distraída jugando de acá para allá. Papá habló por segunda vez: “Hazme caso o saldré a buscarte”, “O entras o te salgo a buscar”. Jeanne no quería entrar, ahora ya no era por estar jugando con los patos, era porque ya no quería entrar. Papá le decía que entrara y ella no quería. No obedeció a lo que papá le decía. Jeanne se alteró cada vez más. Llegó el momento en que papá se enfadó porque la inocente Jeanne, la niña que estaba jugando tranquilamente, le contestó mal. Ella simplemente no aceptó la corrección que su padre le estaba dando. Recuerdo que ese día Jeanne entró llorando con la mejilla roja de la bofetada que le dieron. Esto se hubiera evitado si Jeanne hubiera obedecido a la primera.

Así mismo nosotros debemos de aceptar la corrección.

Por ejemplo, nosotros estamos muy acostumbrados a hacer las cosas a nuestra manera, a nuestra forma de hacerlo, a como nosotros sabemos hacerlo, se hace presente el “Como me salga”. No aceptamos que nos cambien o que nos corrijan nuestro modo de hacer las cosas.

Cuando Dios nos dice “hazlo a mi modo” nos cuesta trabajo, hacemos berrinches, no nos gusta. Joven tú tienes que aprender a escuchar y como un día me dijeron: “Aceptar la corrección”.

Como Seres humanos no nos gusta que nos corrijan, siempre tendemos a hacer lo contrario, siempre tendemos a la desobediencia, hacemos lo contrario quizás para hacer molestar a la persona que quiere corregirnos ¿Por qué? Quizás por enfado o por el rechazo al cambio. Cuando Dios dice “hazlo”, nuestro papel y única función es obedecer, no tenemos que preguntar, no tenemos que cuestionar, simplemente, hazlo, obedece, discierne.

Tengo 18 años, todo este tiempo me la pasaba haciendo las cosas como me salieran, como me quedaran, como lo sé hacer, no aceptaba que uno venga y me diga cómo hacer las cosas cuando yo sé cómo hacerlo, me era difícil aceptar la corrección que provenía de personas que yo mismo catalogaba como las menos aptas para eso. 

Todas esas actitudes poco a poco fueron cambiando cuando le dejé a Dios actuar en mi vida, no me había dado cuenta que el Señor estaba actuando, cuando tú le permites que actúe en tu vida Él lo hace, y cuando no se lo permites Él respeta tu decisión, Él obedece tu decisión, ¿Por qué nosotros sus hijos nos cuesta tanto tener que obedecer o tener que aceptar la corrección que Dios nos tiene o nos dice?

La corrección de Dios implica obediencia, la obediencia implica conocimiento, respeto, amor y entrega, así que cuando nosotros aceptamos el amor de Dios esto también implica aceptar la corrección que Él nos ofrece.

Recuerda que la corrección Dios la da porque nos ama, y si nosotros le amamos tenemos que obedecer. Aprende a aceptar cuando te corrijan, no te cierres a tu propia opinión.

No huyas de la corrección, al contrario el aceptarla te traerá bendición.


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