viernes, 23 de agosto de 2013

¿EFERMEDAD O SANIDAD?



Alguna vez escuchamos que Jesucristo murió por nuestras enfermedades, claro que sí, pero no muchos creen en ello; es decir, saben que así fue, pero la realidad es que dentro de las congregaciones pareciera que aumenta el número de enfermos cada vez más y eso hablando del aspecto físico.

Jesucristo vino a predicar un Evangelio del Reino, el cual nos devolvería todo lo que el hombre había perdido incluyendo la salud, el hacía prodigios, milagros, liberaciones y sanidades “Y trajeron a él todos los enfermos” (Mateo 14:35) y muchos fueron sanados por Jesús.

Pero ¿cuáles son los requisitos para obtener la sanidad?, ¿se necesitan realmente requisitos para ser sano? y ¿por qué muchas veces pareciera que no recibimos completamente nuestra sanidad? Tal vez en algún momento te hayas hecho estas preguntas, porque quizá como a mí te pasó por la mente al leer la Palabra de Dios que viste que en la Biblia todos sanaban cuando Jesús o los profetas intervenían pero que en estos tiempos pareciera que eso no sucede como en aquella época. Y es cierto, yo lo decía porque no veía mi sanidad completa, pero era porque no entendía que había algo mucho más profundo que simplemente repetir un par de versículos y decir que “estaba sana”.

Y aquí viene el requisito más importante para recibir nuestra sanidad y es la FE!!! Recordemos la historia de la mujer con flujo de sangre en Lucas 5:21, aquella mujer había estado 12 años enferma, lo había gastado todo, imagino que habría visto a cada médico de aquella ciudad y ninguno le daba esperanzas, en otras palabras era un mal que tendría de por vida, imaginen la aflicción y frustración que sentiría esta mujer, hasta que oyó que Jesús pasaba por su ciudad y se dijo a sí misma “Si toco tan solo su manto seré salva” (Lucas 5:28) ella tuvo una esperanza al oír sobre Jesucristo, la esperanza es lo que nos inspira a seguir creyendo, el creer es la fe fe, y recordemos el significado de la fe “certeza de lo que se espera, convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1) ella aplicó ese significado, ella no necesitó ver para creer, ella creyó y vio su sanidad. Muchas veces nuestro gran problema es que primero queremos ver para recién creer que en Dios somos sanos, hermanos, a Dios no se le ponen condiciones!! Nosotros necesitamos esa convicción de saber que Él nos va a sanar y de acuerdo a nuestra fe seremos sanos “El le dijo: Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad” (Lucas 5:34).

Nuestro segundo requisito para que la sanidad se produzca en nuestras vidas es ser libre de nuestras iniquidades o pecados por medio del arrepentimiento, la iniquidad es un pecado que se transmite hasta la tercera y cuarta generación, tal vez nuestros antepasados cometieron pecados y esa semilla es implantada en nosotros y esas raíces de pecados traen enfermedades, por eso se dice que su tu abuelo murió de cáncer, el hijo también muera de cáncer y el nieto también puede tener cáncer, esas maldiciones generacionales son un tema mucho más profundo, pero por ahora solo nos preocuparemos por saber que es necesario ser libres de eso para obtener una sanidad completa, porque por eso pasa que recibimos una “sanidad a medias” porque hay barreras que impiden que nuestro ser completo sea limpiado y eso se manifiesta en nuestra salud física. Es necesario también arrepentirnos de los pecados que nosotros mismos alguna vez cometimos, el verdadero siervo hijo de Dios sabe reconocer sus errores y pedir perdón ante el Padre, así como David lo hizo “¡Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado!, porque yo reconozco mis rebeliones” (Salmo  51:2,3)

El tercer requisito es la obediencia, ¿por qué? Porque si no eres un hijo obediente, no vas a escuchar la voz de Dios, no tendrías ningún respeto por Él y por lo tanto no creerías en Él, eso haría alejarse de tu vida la sanidad “Cómo hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia” (1 Pedro 1:14), porque ninguna persona desobediente puede tener acceso a las recompensas del Reino de Dios, aquellos que fueron sanos se arrepintieron de sus pecados por eso Jesucristo decía: “Tus pecados te son perdonados” (Lucas 5:20)

Y por último debemos ser personas agradecidas de Dios, recuerdan a los 10 leprosos que fueron sanos, su palabra nos dice que solo 1 volvió “ se postró en tierra a sus pies dándole gracias” (Lucas 17:16), este pasaje nos enseña a ser agradecidos con Dios, no solo cuando queremos algo, sino luego de tenerlo, los 10 leprosos pedían ser limpiados, pero cuando fueron sanos se olvidaron de que Jesús había hecho el milagro en ellos y de los 10 solo 1 regresó ¡¿qué impresionante cifra no?! Solo uno fue agradecido con Dios después de haber recibido el milagro y por eso fue confirmada su sanidad cuando Jesús le dijo: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado” imagino que Jesús no solo estaba sorprendido por la fe de este hombre sino también porque fue una persona agradecida, que no le importó volver a donde estaba Jesús para darle las gracias por lo que había hecho en su vida.

Como pueden ver, obtener la sanidad es algo mucho más profundo que solo desearla, es una declaración de fe, una liberación desde dentro para que se note por fuera, es ser agradecidos de Dios aún después de obtener el milagro y ser hijos obedientes, atentos a la voz del Padre y dispuestos a seguirlos por el gran regalo que Él nos ha dado. Si tú quieres ser sano, deséalo, levanta una oración al Padre, despójate de todo lo que te impide obtener tu sanidad, ten fe y no dudes que Dios lo hará y no te olvides de agradecerle a Dios por los grandes milagros que ha hecho en tu vida.

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