jueves, 27 de octubre de 2011

Dejando huella


En tus hechos maravillosos meditaré. Salmo 145:5

Cada vez que pienso en lo maravilloso que es mi Dios, mi mente no logra llegar a comprender semejante hermosura. 

Jesús un día caminó en este planeta. Yo me imagino a un Jesús sonriente, alegre, bromista, divertido etc. Yo no creo que Jesús haya sido aburrido o enojón. Jesús en su grandeza nos dejó ejemplos a seguir muy lindos, y sí, un tanto incomprensibles.

Uno de esos casos es el de Pablo. Este personaje que fue perseguidor de los seguidores de Jesús, actor intelectual de muchas muertes y muchas otras cosas más. 

Pero, uno de los casos que en particular más me gustan es el de Pedro. Pedro, el clásico cristiano que ahora estaría sentado en la última banca de la iglesia por estar en disciplina. Pero no, nuestro Señor Jesús le brindó su ejemplo de amor, bondad, paciencia y cuando había que poner disciplina lo hizo. 

Jesús caminado entre el pueblo de Israel demostró el gran amor que salía de su boca en palabras. Los hechos de Jesús han sentado un precedente histórico. Muchos ateos o creacionistas contraponen las acciones de nuestro Señor Jesús. Independientemente sean antitéticos o no, ellos saben que Jesús caminó un día entre nosotros y dejó marcadas sus huellas en sobremanera.

Debemos ponernos a pensar qué tipo de huella estamos dejando nosotros en este planeta. Qué tipo de huella estamos dejando en la ciudad que vivimos, qué tipo de huella estamos dejando en el lugar que trabajamos, qué tipo de huella estamos dejando en nuestro centro de estudio.

Es verdad que perfectos nunca podremos ser. Pero, nuestro Señor nos ha dicho que le sigamos. Esas palabras quieren decir que nosotros debemos seguir su ejemplo, sus enseñanzas. Nuestra mirada no debe estar puesta en hombres. Tu servicio no es para tu pastor o tu líder, es para Dios.

No quieras congraciarte con el hombre, porque lo único que lograrás es todo lo contrario. El hombre paga mal, pero Dios paga de formas increíbles e impensables. 

Cuando David derrotó a Goliat, lo primero que preguntaron fue que de quién era hijo, no preguntaron su nombre. Es lo mismo que dicen de nosotros día con día. Nuestro ejemplo deja marcas permanentes de nuestro amor a Dios o de la falta de comunión con Dios. Piensa antes de actuar. No actúes antes de pensar. Pero, sobre todo lucha porque la paz de Dios sea el centro de tu corazón. Solo así podrás tener la sabiduría para tomar las decisiones correctas.



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