viernes, 1 de julio de 2011

¿Yo robot?

AIRAOS, PERO NO PEQUEIS; no se ponga el sol sobre vuestro enojo. Efesios 4:26

Un corazón que alaba a Dios no puede estar triste, un corazón que ama Dios no puede enojarse, un corazón que ama a Dios no puede preocuparse.

De muchas personas he escuchado decir eso. Ahora yo pregunto: ¿Es que dejamos de ser seres humanos, con emociones, sentimientos, para pasar a ser robots? No es malo que te enojes, no es malo que te sientas triste; lo malo es que con todos esos sentimientos, si no los aprendes a dominar, harás locuras.

En lo particular, quiero hablarte con la verdad. Claro que te vas a enojar siendo un hijo de Dios, claro que te vas a sentir traicionado por las personas siendo un hijo de Dios, claro que las situaciones de la vida harán que tomes malas decisiones. Eso no es de extrañarnos. Lo que sí debe de extrañarnos es que no busquemos refugio en Dios para salir adelante.

Nuestras emociones Dios las puso en nosotros para que seamos seres con un razonamiento mayor. Somos la única especie sobre el planeta tierra que puede razonar. No permitas que tus sentimientos te quiten el raciocinio.

No es de otro mundo que llores, no es de otro mundo que te sientas triste. Lo que debe preocuparte es si entras en depresión. La depresión es el primer paso al suicidio. No negaremos que hemos conocido personas que han estado en esa situación, incluso nosotros mismos.

Este día quiero que nos sinceremos con Dios y le expresemos todos nuestros sentimientos. Dios es tu amigo, Dios es tu padre, Dios es tu abuelita, Dios es tu tía, Dios es tu hermano, Dios suple tu necesidad sentimental. Háblale tal cual Él es. Háblale como a tu hermano mayor pidiendo un consejo, háblale como a tu abuelita, háblale como a tu mamá o a tu papá. Dios quiere que le tengas la mayor confianza del mundo.

Dios no te va criticar porque le digas que estás molesto, triste, angustiado, feliz, preocupado o cualquiera que sea tu sentimiento. Dios se va alegrar que le cuentes tus problemas, porque justamente, eso es lo que Él quiere. Dios quiere llenarte de amor, de bondad, de esperanza. Pero sobre todo, Dios quiere llenarte de fe. Él quiere que seas su hijo o hija si aún no le conoces. 

 

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