viernes, 8 de julio de 2011

Buscando a Nemo


Por tanto, ID, y haced discípulos a todas las naciones. Mateo 28:19
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. Marcos 16:15

Se me parte el corazón al saber por cuánto tiempo Dios nos buscó y nosotros le rechazamos. Se me llenan de lágrimas los ojos al ver el amor y la paciencia que Dios nos ha tenido en el proceso de cambio.

Día con día Dios trata de enamorarnos más y más. En el momento que la zarza ardía, Moisés se acercó a ver porque le llamó la atención. La Biblia en ese pasaje no dice que Dios lo llamó, dice que a Moisés le llamó la atención y fue a ver.

Así mismo, Dios todos los días trata de llamar nuestra atención, queriendo lograr que nos enamoremos locamente de Él. Es ahí donde entra lo ilógico del amor de Dios. A pesar que nosotros nos olvidemos de Él, Él no se olvida de nosotros. El amor de Dios para nosotros no mengua, a pesar de tanta infidelidad de nuestra parte.

Es verdad que es en extremo difícil amar como Dios nos ama. Pero, por ahí dice que no hay peor lucha que la que no se hace. Además, en la Biblia dice que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece. ¿Dónde hemos dejado la convicción de ser mejores hijos todos los días?

Al igual, nosotros tenemos que ir al mundo, o sea las naciones ¿Acaso las naciones están fuera del mundo? ¡No! ¿Cuál es el miedo de ir al mundo? El miedo es porque no tenemos buenas bases. Nuestras convicciones todos los días se mueven de un lado para el otro. Lo duro es que la Biblia dice que el hombre de doble ánimo no prospera en sus caminos.

Hoy es tiempo de ir al mundo, hoy es tiempo de ir a todas esas personas que necesitan ese amor que solo Dios es capaz de brindar. Lo he dicho una vez y lo diré siempre: Dios es tu abuelita, tu tía, tu hermano, tu amigo, tu primo, tu papá, tu mamá; Dios llena el vacío que nosotros tenemos en nuestro corazón.

Es momento de ir a las naciones a mostrar ese amor. No nos rindamos. No desmayemos con nuestros amigos, familiares o quien sea, en predicarles el amor de Dios.

La mayor y mejor predicación que podemos tener es nuestro ejemplo. Tenemos que romper con la subcultura cristiana que hemos creado, en la cual solo entran los que nosotros queremos, porque son así como nosotros pensamos.

Dios nos buscó a nosotros por todos lados sin descansar. No desmayemos nosotros en ir a las naciones a predicar ese inmenso amor. Busquemos por todos lados a esas personas. Dios es enorme, increíble y con un amor que sobrepasa todo entendimiento. ¡El mundo te espera! ¿Tú qué esperas para ir al mundo?

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