martes, 12 de julio de 2011

En una plática


¡Ja! Yo soy el más alto de todos, dijo la Secouya. ¡Estás loco! Afirmó la Ceiba, tú puedes ser más alto, pero yo soy más fuerte y ancho. Sonriendo el árbol de coco les dijo: Puede que ustedes sean más altos, fuertes y anchos; pero yo tengo una fruta que es capaz de generar diversos usos. Soy capaz de que beban mi agua, que coman mi fruto y mi fruto hasta protege del sol. A lo lejos un pequeño arbusto les dijo: ¿Por qué discuten? – Todos al mismo tiempo gritaron- ¡Vete de aquí ingenuo arbusto! ¡¿Tú que sabes de altura y fuerza?!

El pequeño arbusto con una sonrisa dulce les dijo: Es probable que no sepa de fuerza, es probable que no sepa de altura, pero, Yo sé que es tener flores, que el polen de mis flores den vida a más flores, que los animalitos pequeños e indefensos se cubran bajo mis hojas. La Secuoya, la ceiba y el coco rieron todos juntos. Se burlaron tanto del pobre arbusto que los animales, hojas, frutos y sus ramas cayeron al suelo. Desprotegidos todos los animalitos corrieron bajo el arbusto. Los gigantes quedaron sorprendidos y llenos de pena. Al contrario del pequeño arbusto. En sus hojas los gusanos anidaron, para luego convertirse en hermosas mariposas, en sus pequeñas ramas los pajaritos hicieron sus nidos.

Todas las abejas acudieron a él para pasar el polen de sus flores a los otros arbustos. Tristes los enormes árboles, sin ramas, frutos ni vida en anidando en ellos, no tuvieron más remedio que callar y llorar amargamente arrepentidos de sus actos.

Pero, para sorpresa de los enormes árboles el sol sale todos los días y brilla con todo su esplendor, para dar vida, para adornar las ramas y hacer que vivan en todo su esplendor. El arbusto solo les dijo “Nunca olviden que nuevas son cada mañana”.

La Biblia dice en Salmos 91:1 “El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente” No por ser más alto, fornido, robusto y gigante; hemos de tener de menos a las personas. Nunca tengas de menos a nadie. La felicidad de las personas no es por cuanto tienes, la felicidad de las personas es por cuanto dan. Así es el Dios en el que creemos. Dios nos ha dado sin merecerlo, lo malo es que eso se nos olvida.

En el momento que olvidamos que es por gracia, misericordia y amor; creemos que “nuestras buenas obras” han movido el corazón de Dios. El corazón de Dios nos ha regalado bendiciones, porque Él es el amor, no porque lo merezcamos. Muchas personas van a volar más alto que nosotros, pero nunca permitas que aniden en tu cabeza. Aprende de ellos, sí. Pero, aprende más del Dios de lo alto que en Él nuevas son cada mañana. No menosprecies a nadie por su estatura o posición económica. Siempre vamos a aprender de ellos. Créeme aprenderás muchísimas cosas de ellos. Te cito un ejemplo: El rey David. 

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