lunes, 18 de julio de 2011

Una leyenda en tu mente


Por la gracia que se me ha dado, les digo a todos ustedes: Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado. Romanos 12:3

¿Quieres saber uno de los secretos para permanecer en la voluntad de Dios, para evitar salirte del camino? ¡No tengas un concepto exagerado de ti mismo!

Proverbios 16:18 dice: “Al orgullo le sigue la destrucción; a la altanería, el fracaso.” ¡Cuántas veces hemos visto eso confirmado! Cuántas veces vemos a los creyentes meterse en problemas porque tienen una idea pretenciosa de sí mismos. Yo lo he vivido y en estos últimos meses con creyentes de mi alrededor. Ellos comienzan a pensar que son tan listos que lo tienen todo resuelto. Por consiguiente, el próximo paso que advierte es que creen que tienen que poner a todos los demás en orden. En vez de dejar que Jesús sea la cabeza de la iglesia, ellos sienten que deben intervenir y hacer el trabajo.

Una vez que eso sucede, es sólo un asunto de tiempo antes de que ellos fracasen por completo. ¿Por qué? ¡Porque la Biblia dice que Dios se opone a los orgullosos! (1 Pedro 5:5)

No te pongas en su posición donde Dios tenga que resistirle. Clasifica sobriamente tus propias capacidades. Adopta una actitud de humildad. Vigílate y cuando te sorprendas a ti mismo envaneciéndote con tu propia grandeza, arrepiéntete y recuerda que todo lo bueno que tu disfrutas  y cada parte del éxito que has tenido viene por la gracia de Dios y por su poder.

Recuerda épocas pasadas en tu vida y ve cuantas veces pudiste haber perdido lo que Dios te había dado, no porque Dios te lo haya quitado. Ve cuantas veces, cuando tropezabas cometiendo cada error imaginable, Su tierna y preciosa misericordia te sacó del apuro.

No te conviertas en una leyenda de tu mente. En lugar de eso, humíllate bajo la poderosa mano de Dios y deja que Dios haga la exaltación, que previene las doloras caídas. No hay nada mejor que estar postrado ante los pies de nuestro salvador día a día.

Lee y medita: 1 Pedro 5:5-7; Santiago 4:6-17

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