viernes, 29 de julio de 2011

¡Levanta la bandera!


Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cumplan todos tus planes. Nosotros celebraremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las banderas. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! Salmos 20:4-5

El momento de brillar llegó. El momento de ser los hijos que Dios quiere ya está aquí ¿Qué esperas? 

Dios nos ha dado miles de promesas para que las hagamos nuestras. Dios, por nada del mundo, quiere que nosotros estemos mal. Dios no quiere que suframos. Dios no quiere que fracasemos. Sé que puedes decir que estoy loco por escribir esto. Pero, es la verdad. Busca en la Biblia alguna historia donde diga que Dios hizo algo para que el pueblo sufriera. 

Dios quiere que cambies de actitud mental ante las situaciones de la vida. Con esto no te digo que el humanismo llene nuestras mentes. No me refiero a eso. Simplemente que Dios quiere triunfadores. Nos hemos llenado diciendo que somos más que vencedores, pero tenemos una actitud de más que perdedores. Nos amedrentamos ante cualquier situación. Sabemos que tenemos un Dios que todo lo puede, pero no le creemos a ese Dios que todo lo puede.

La actitud mental con la que vas a enfrentar tu batalla es en extremo importante. Cuando un boxeador va hacia el cuadrilátero, va con la actitud que él es el mejor, que él es el ganador, que él sabe que va a triunfar. 

Nosotros sabemos que Dios nos ha mandado a ser cabeza y no cola. Dios nos ha mandado a ser líderes en cualquier lugar en donde estemos. Pero, esto no quiere decir que no nos va a costar. Esto no quiere decir que no vas a tener que trabajar duro para ello. Debes de estar consciente que el éxito va a llegar, pero cuando llegue la fama será tuya y de Dios la gloria. 

Debemos de cuidarnos de hacer las cosas como Dios manda. Porque el éxito, muchas veces, no es igual a integridad. El éxito muchas veces lo encontramos pasando sobre muchas personas, siendo malos compañeros de trabajo, estudiantes etc. Dios no nos ha mandado a eso. Dios nos ha mandado a que seamos líderes con nuestro ejemplo de vida.

Siempre ten la cabeza en el cielo y los pies en la tierra. Nunca permitas que el oxígeno se vaya de tu cabeza y se llene con helio. Recuerda que Dios ama a los humildes. 

Dios en su infinito amor hará que triunfemos. Pero, debemos orar mucho más, debemos crecer en nuestra amistad con Dios. La amistad es de dos personas, no solo de una. Ahora debemos brillar con la luz de Jesús, no solamente decirlo. Así festejaremos todos tus éxitos. Cuando triunfes dale toda la gloria a Dios y que la fama no te enferme. Lucha por tus sueños, porque si Dios ya los puso en tu corazón, los hará realidad a Su tiempo.
  
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