martes, 21 de mayo de 2013

Lo que Dios hace es perpetuo










“He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres” (Eclesiastés 3:14)

Como seres humanos en nuestra vida tenemos muchos deseos que queremos cumplir, planeamos todo lo que queremos llegar a ser, lo que deseamos tener y cómo vamos a desarrollar cada proyecto.

Todos tenemos sueños que deseamos cumplir y luchamos porque esas metas se puedan llegar a cumplir con nuestro esfuerzo.

Cuando vivimos una vida sin Jesús a nuestro lado, todos esos anhelos lo tenemos que alcanzar por nuestros propios medios e incluso hay desilusiones porque muchas veces las cosas no se dan como queremos y nos entristece pensar que nuestros sueños no se cumplirá por no tener los medio para hacerlo.

Pero cuando nuestra vida está en las manos de Dios, hay una esperanza más fuerte de que eso anhelos algún día puedan llegar a cumplirse.

Cuando tenemos sueños y metas por alcanzar, en oración se las encomendamos a Dios, hablamos con él de todo lo que queremos hacer de todo lo que nos gustaría llegar a hacer.
Dejamos en manos de Dios nuestros proyectos para que sea él que nos guie para poder cumplirlos de la mejor manera.

Muchos de nosotros le hemos agradecido a Dios porque en varias ocasiones él ha respondido a muchas de nuestras peticiones; peticiones que incluso a nuestro parecer se veían difíciles de cumplir.

Gracias a su misericordia y amor muchos de nuestros sueños en las manos de Dios se han hecho realidad. Cuando nuestras peticiones son respondidas de la manera que nosotros esperábamos, hay una felicidad incomparable en nosotros; no solo porque tenemos lo que queríamos sino porque a través de esa petición cumplida sabemos que Dios nos escucha y está al pendiente de nosotros.

Pero debemos saber que no todo lo que queremos en esta vida lo vamos a obtener, debemos recordar que habrá momentos en que Dios no nos dará la respuesta que nosotros deseamos.

Muchas veces cuando esto pasa nos entristecemos porque ha pasado mucho tiempo y Dios aun no ha dado respuesta a las peticiones que hemos presentado delante de él.

Nos desesperamos, creemos que Dios no nos escucha y pensamos que jamás vamos a recibir esa respuesta por la que tanto estamos orando. Cuando esto sucede comenzamos a hacer las cosas a nuestro modo.

¿Qué implica hacer las cosas a nuestro modo? Esto incluye que cuando no vemos esa respuesta de Dios y consideramos que ya ha pasado bastante tiempo y que oramos y simplemente él no nos responde, comenzamos a buscar la manera que nuestra petición se cumpla buscando nosotros mismos los medios para llegar a lograrlo.

Cuando son peticiones que sabemos que nosotros podemos hacer algo para lograr, hacemos todo lo que sea posible para alcanzar nuestros sueños.

Pero de lo que no nos damos cuenta cuando hacemos esto, es que estamos yendo contra la voluntad de Dios; estamos tan desesperados por conseguir lo que queremos que nos olvidamos que todo sucede cuando Dios así lo planea.

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Eclesiastés 3:1)

Cuando entramos en este momento de desesperación se nos borra de la mente que quien tiene el control de nuestra vida es Dios.

Cuando hemos conseguido y hemos tratado por todos los medio que están a nuestro alcance por lograr lo que queremos nos frustramos y renegamos porque Dios no nos ayuda a conseguir lo que nosotros queremos.

Pero a través de este versículo Dios nos recuerda que todo va a pasar cuando tenga  que pasar, cuando Dios considera que es el momento adecuado para que las cosas se den.

No olvidemos que van a ver cosas que nosotros vamos a anhelar fervientemente y que las ponemos en las manos de Dios para que él nos ayude a lograrlas, pero esas peticiones no van a tener la respuesta que nosotros estamos esperando o en la que pensamos que vamos a recibir.

Van a haber peticiones que Dios no va a querer dárnosla por la simple razón que no van a hacer de provecho para nuestra vida. Cuando esto acurra no nos frustremos ni nos pongamos tristes, sino que recordemos que es Dios quien guía nuestra vida.

Él ya tiene un plan para cada uno de sus hijos, y cada cosa va surgiendo en el momento que tenga que ser, cuando Dios considere que algo que anhelamos no va a ser bueno para nosotros el no nos lo va a dar.

Debemos respetar la respuesta de Dios y recordar que las cosas suceden cuando Dios así lo quiere y así como él lo ha escrito, para recordar que nuestra vida depende de él porque él conoce y sabe que cosas son las mejores para sus hijos.

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