lunes, 18 de febrero de 2013

Deja atrás tu terquedad






Hijo de Altura



En el salmo 78 se describe algunas de las cosas que les sucedieron a los israelitas cuando viajaron desde Egipto hacia la tierra prometida. A pesar de todo el Señor les proveyó para ellos, misericordiosa y milagrosamente una y otra vez, el versículo 8 nos dice que ellos fueron muy tercos y rebeldes durante los años en el desierto. 

Esa fue precisamente la causa por la cual debían morir allí. ¡Sencillamente, no hacían lo que Dios les decía! Ellos le gritaban a Dios que los sacara de problemas cuando tenían, luego respondían a sus instrucciones con obediencia, hasta que las circunstancias mejoraban. Entonces, repetidamente, volvían a ser rebeldes e infieles.

El mismo ciclo se repite hoy en día y registra muchas veces en el Antiguo Testamento que resulta casi increíble. Sin embargo, nosotros no andamos sabiamente muchas veces, desperdiciamos nuestras vidas haciendo las mismas cosas. Cuando leemos sobre los Israelitas y su época del desierto, podemos aprender de sus errores y no repetirlos en nuestras propias vidas. Pero todo depende de dejar atrás nuestra voluntad.

Por naturaleza muchas personas más que otras son tercas, por supuesto, debemos considerar nuestras raíces y cómo comenzamos a andar en la vida, porque eso también nos afecta. 

Yo nací con una personalidad súper fuerte, los años que pasé siendo abusado y controlado, más mi fuerte personalidad, se combinaron para desarrollar en mí el modo de pensar de que nadie iba a decirme qué hacer. Claro, Dios tuvo que tratar con esta mala actitud antes de poder usarme.

Dios exige que aprendamos a renunciar a nuestros propios caminos y ser moldeables y flexibles en sus preciosas manos. Mientras sigamos siendo tercos y rebeldes, Él no puede usarnos.

Yo describo “Terco” como obstinado, difícil de manejar o de trabajar, y “Rebelde” como el que resiste el control, resiste la corrección, es indisciplinado, o rehúsa a seguir directrices comunes. ¡Ambas definiciones me describen tal como era! El abuso que yo había sufrido en mi temprana vida, causó en mí un montón de actitudes no equilibradas hacia la autoridad. Pero si quiero crecer como persona y ser exitoso en la vida, no puedo permitirme que mi pasado se convierta en una excusa para quedar atrapado en la terquedad, la rebelión o cualquier otra cosa que no sea de Dios.

Vivir una vida victoriosa exige una obediencia a Dios rápida y precisa. Crecemos en nuestra capacidad y buena disposición para dejar de lado nuestra voluntad y hacer la de Dios. Es vital que continuemos haciendo progresos en esta área. 

No es suficiente alcanzar un cierto nivel y pensar: “Esto es todo lo lejos que voy a ir. Debemos ser obedientes en todas las cosas: no retener nada ni conservar algunas puertas de nuestras vidas cerradas para el Señor”.

Permite hacer un trabajo concienzudo en ti, para que puedas dejar atrás tú Desierto” y entrar en La tierra Prometida.


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