“Aunque
afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y mi
libertador eres
tú; Dios mío, no te tardes.” (Salmos 40:17)
¿Sabes?
Muchas veces las cosas se ponen tan duras e intensas, el stress de la vida, la
falta de disposición para buscar a Dios y un sin fin de cosas más, pueden
lograr que nos enfriemos.
Los
desiertos espirituales son sumamente duros, pero en un lugar leí que son
permitidos por Dios para probar nuestro corazón y mostrarnos nuestro carácter.
David se
hablaba a sí mismo y decía: “Afligido y
necesitado”, él estaba temeroso, con alguna situación o pensamiento que lo
agobiaba, que lo hacía perturbarse, perder la paz, y necesitado, urgido por la presencia y la intervención
de Dios.
Luego de
esto él dice: “Jehová pensará en mí”
se refería a: Dios no me ha olvidado, Él
sabe lo que estoy pasando, Él sabe cómo me siento. Y le dice a Dios: “Mi
ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes.”
¡NO TE
TARDES! ¿Cuántas veces no le hemos dicho a Dios: ¡NO TE TARDES!?
Pero David
se refugiaba en: “Mi ayuda y mi
libertador eres Tú”, en pocas palabras él se recordó a sí mismo, que Dios
no lo dejaba solo: “Tú eres quien me da fuerzas, quien me esfuerza, quien me
sostiene, quien me libra del yugo que me oprime, quien me hace descansar, quien
me libra de todo, quien reprende todo lo que me entristece”
Dios es
libertad, amigo. Hoy más que nunca te digo: Dios sabe lo que estás pasando y sé que en el momento oportuno, Él te
va a libertar. A Dios no se le escapa ninguna situación, tú no serás la
diferencia.
“En el desierto, para afligirte, para
probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus
mandamientos. Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná,
comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber
que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová
vivirá el hombre.” (Deuteronomio 8:2-3)
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