“Aunque fue crucificado en debilidad, vive por el
poder de Dios. Pues también nosotros somos débiles en él, pero viviremos con él
por el poder de Dios para con vosotros.” (2 Corintios 13:4)
A veces, las situaciones adversas de la vida, llevan
a desesperarnos y a desviarnos del propósito de Dios. ¿Por qué? Porque buscamos las soluciones en el lugar
equivocado.
Hoy con este devocional, sólo quiero hacerte
entender antes de que te rindas, que puedes salir adelante, que hay una salida a
tu dolor, y ésta se llama: Amor y
Fidelidad de Dios.
Cuando pruebas esas dos facultades de nuestro Señor,
comprendes que nada de lo que pueda sucederte puede quitarte de las manos de
Dios. Jesús mismo lo dice en Juan 10:28-29: "Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá
arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que
todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar."
Sí, es cierto que los desiertos son dolorosos, pero
para eso quiero explicarte el versículo del comienzo y que comprendas dónde
encontrar la solución cada vez que quieras rendirte.
Jesús no fue un superhéroe. No fue un hombre
millonario de doble identidad, ni un Superman ni un Batman. No vino a ser
conocido, sino a hacer a los más débiles y humildes conocidos. Él predicaba sin
que le paguen, sin que le ofrenden, sino que sólo obedecía a Dios y continuaba
su paso en esta Tierra sin perder el enfoque de Su propósito.
Pero Jesús era débil. Sí, así como lo lees: Jesús era débil. Y quizás pienses, 'Si
mi Señor era débil, ya estoy perdido, ¿De dónde sacaré mis fuerzas?'. Pero el
mismo versículo del comienzo lo dice: El Poder de Dios estaba en Él. Jesús
oraba, necesitaba de la oración, así como también ayunaba. Jesús lloró y sufrió
como un hombre más.
Tú eres débil, eres humano, eres pecador, te
equivocas, eres tentado, pero hay algo que desde que aceptaste a Cristo no
podrá apagarse jamás: El Poder de Dios
en ti.
Claro que ese Poder no actuará si no crees que éste está
en ti. Ese Poder no actuará si no oras, si no lees la Palabra para alimentarlo
o si no hablas constantemente con nuestro Dios. ¿Ya sabes entonces dónde está
la respuesta y solución a todo? En ti,
porque en ti habita Jesús.
Dale el lugar que merece en tu vida. Entiende una
vez más, que sin Él, nada podemos hacer ni nadie podemos ser. Jesús es nuestra
fuente de vida, nuestro alimento para vivir fortalecidos.
He estado atravesando muchas tormentas en mi vida
últimamente, y cuando busqué a Dios por respuestas, Él me dijo: “No busques respuestas, tan sólo búscame a
mí. Yo estoy dentro de ti, no hay Poder más grande que tengas, que el de ser mi
Hija.”
Cristo fue crucificado, y tu debilidad fue
crucificada junto con Él. Eres fuerte en Cristo. Créelo, declara en tu vida
fortaleza, di: TODO, TODO, TODO, TODO lo
PUEDO en CRISTO que me FORTALECE. (Filipenses 4:13) Que ese versículo no
sea "uno más" en tu corazón, sino que desde hoy, sea tu motor de
vida. Dios te bendiga.
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