lunes, 5 de noviembre de 2012

No te embadurnes



Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. (2 Crónicas  7:14)

Hemos escuchado de historias de amor que lo dan todo por el otro, que creen que soportarlo todo, es “todo” del modo más específico que se pueda tomar.

Con la familia suele pasar, lo das todo por ella y soportas lo que sea, pero qué hay cuando te sientes presionado por tomar una decisión entre esa persona a la que tanto quieres y el compromiso que debes tener con Quien lo ha dado todo por ti; y aunque al decirte eso quien se te venga a la mente tal vez sea tu mamá, te diré que no me refiero a ella: Hablo de Dios.

De los que leen, es probable que muchos han escuchado lo de “agradar a Dios”, pero el punto no es decirlo, sino creerlo, hacerlo y desearlo. (Salmos 63:1)

Recuerdo la historia real de una persona que tenía grandes tristezas por las situaciones que enfrentaba su hijo; el joven estaba involucrado en actividades que por su naturaleza no harían sentir orgullosa a ninguna madre, al menos no a una buena. Pero, ¿Será que para ella el precio a pagar era secundar las malas decisiones de su hijo? Claro que no.

Tu destino tampoco es seguir los pasos de un hermano mayor en pandillas,  heredar el vicio de uno de tus padres, o heredarle a tus hijos el maltrato que has recibido, o adaptarte a las circunstancias o a tu entorno. No eres “víctima de las circunstancias” pues tienes el poder de elegir, una capacidad que no tiene ningún otro ser en la naturaleza, por tanto, es lógico que se nos exija usarla y que seamos responsables por las decisiones que tomemos y por las mismas seamos juzgados.

Recuerda que está la oración, y que Dios escucha a aquel que se le acerca. Pero no le dejes todo al cielo cuando hay cosas que están en tus manos.

Puedes orar por un hijo en drogas o pandillas, pero no te embadurnes en el mismo asunto y busques justificarte en el amor que le tienes por ser tu hijo, no hay justificaciones mayores o que puedan superar el sacrificio Santo del Hijo de Dios: Jesucristo al poner su vida para tu perdón y salvación.

Sino, lee (Juan 3:16). Semejante sacrificio no se equipará a nada, así que, Dios definitivamente merece lo mejor de nosotros.

Muchas veces lo que vivimos es consecuencia de nuestros actos, así que pide misericordia, espera con humildad y ora con fe. Cambia lo que tengas que cambiar y haz todo aquello que está en tus manos, deja los milagros para cosas imposibles, ante todo y sobre todo, en estos últimos recuerda que se hará Su voluntad.

Pero insisto, no te embadurnes, no eres víctima de nadie sino de tus decisiones, decide agradarlo aún en las circunstancias o presiones más adversas y siéntete con la satisfacción de saber que hiciste lo mejor que podías.

No somos perfectos, y es una lástima pues Él lo merece, pero bueno es Él y ya lo sabe así que no exige perfección, mas actúa como si cada día quisieras serlo para Él. 

Si se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, y oran, buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra.” (2 Crónicas 7:14) (Versión: La Biblia de las Américas)


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