(2º Samuel capítulos
15 y 18)
A
veces las cosas no son como parecen: puede que llamen a nuestra atención, roben
nuestro pensamiento, capten todos nuestro esfuerzos y engañen al entendimiento,
pero al final resulta que todo sólo fue pérdida de tiempo; y que en el mejor de
los casos se queda sólo eso, pero en otros, ya implica hacerse cargo de las
consecuencias que trae haberse dejado cautivar.
Es
bueno tener una mente sin prejuicios pero eso no significa que debe ser fácil
de impresionar; es decir, lo que llega a nuestro corazón (entiéndase lo que
trasciende al plano físico: Las emociones, los pensamientos, el alma), aunque parezca bueno no necesariamente lo
es en realidad.
Claro deseamos creer en las personas, en lo que hacen, en lo que dicen, pero
que lo deseemos no significa que así sea.
La
historia bíblica citada anteriormente evidencia lo dicho: Absalón no estaba
destinado a ser rey, sin embargo él quería tomar el trono aún cuando el rey, su
padre, seguía con vida. Bajo esa misma idea su estrategia fue: “Ganar el
corazón de Israel” y lo logró (2 Samuel 15:2-7).
Lo
peor es que lo hizo tan sutilmente, a través de pequeñas actitudes que eran
simplezas pero que al pueblo lograron cautivar, era lo que podían desear en un
líder. Y Absalón aprovechó esa debilidad. Claro, es también importante leer el
final de todo el evento, Absalón logró llegar al trono pero no duro en él. Murió
y el reino se restituyó al verdadero rey (cap. 18).
Pero
la historia se sigue repitiendo hoy inclusive en nosotros mismos: Pequeños espejismos roban nuestra atención,
los detalles roban nuestra mirada y dejamos de ver el panorama completo.
Te sugiero que prestes atención, no seas vulnerable a los detalles y desvíes el
rumbo. Varias veces leemos esta declaración en la Biblia: Esfuerzo. Con Dios VALE LA PENA ESPERAR por sus planes. No dejes
que nada menos que el Rey tenga influencia en tu corazón.
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