jueves, 15 de noviembre de 2012

¡Es tiempo!


Amados hermanos, cuando estuve con ustedes, no pude hablarles como lo haría con personas espirituales. Tuve que hablarles como si pertenecieran a este mundo o como si fueran niños en la vida cristiana. (1 Corintios 3:1)

Necesitamos entender que debemos crucificar la carne, pero sobre todo ver más allá de la CRUZ. Ver especialmente después de tres días, la Resurrección y el número 3 que significa unidad, que es la única manera de encontrar éxito como cuerpo de CRISTO.

Pablo nos dice en esos pasajes “No pude hablarles como lo haría con personas espirituales”. El ser cristiano no te hace espiritual sino tienes una vida de oración y relación con el dueño del Reino: Dios.

De nada sirve engañar a los demás si vivimos bajo la carne, si vivimos bajo los deseos carnales. Debemos anhelar todo el tiempo que sea el Espíritu Santo, el que guíe nuestra vida, el que nos dé el discernimiento para tomar buenas decisiones, decidir por Jesús y no por el mundo. No contaminarnos como muchos cristianos hoy en día lo hacen.

Hay 3 tipos de personalidades que vamos a encarar en la iglesia y fuera de ella, en el ámbito cristiano:

1) Un hombre pecador, carnal, que le gusta hacer lo que le gusta hacer, aun sabiendo que no está bien. Es orgulloso, amador de sí mismo, tiene de menos a los hermanos, se cree sabio, importante y rebelde.

2) Un hombre que se encuentra dentro de la iglesia, que causa divisiones, que es borracho, fornicario, y se deleita en los deseos de la carne; éste es llamado el hombre carnal que tiene doble naturaleza.

3) Un hombre que dice amar a Dios, que habla de Él, pero que íntimamente no está en relación Dios sino con una religión; con sus actitudes demuestra sus frutos.

No terminaría si dijera más, pero todos tenemos que morir a la carne, para vivir una vida espiritual. El hombre carnal no quiere la cruz, el hombre carnal ha sido destruido por el poder de Dios. Esa cruz mata la carnalidad y como consecuencia trae una vida de resurrección, pero eso depende de nosotros si renunciamos a todo aquello que nos contamina.

Muchos se quedan atrás y no pasan al Rio Jordán (lugar de humillación); porque su orgullo, su carne, les ha cegado.

Cada vez que atraviesas una prueba, debes humillarte a ti mismo, y dejar que sea Dios quien tome el control, no tú, porque al manejarlo tú, vas a lastimar a muchos, vas a ofender y te harás más daño tu mismo. Si tú te humillas en ese Jordán, Dios te exaltará, Dios te bendecirá, Dios te dará la victoria. ¡Humíllate a ti mismo!

Sé que este devocional podrá ser muy criticado, porque a pocos les gusta que les hablen con la verdad, pero a mí me dolió más cuando me dijo Dios: “Este pueblo de labios me honra” y me dio este capítulo para traerlo a ti.

Pasamos por situaciones difíciles, donde muchas veces nos cuesta perdonar, donde nos cuesta quitar lo malo y quedarnos con lo bueno, y como defensa usamos el orgullo, lastimando, ofendiendo, dañando, cuando Dios nos dice “No paguéis mal por mal”. Cuando Dios dice “Mía es la Venganza”. Cuando Él nos ha dado de su misericordia, cuando Él nos pide que seamos igual a Él, que seamos hijos llenos de paz, de esperanza, de misericordia, de oportunidades.

Tú vas a morir, pero cuando tú prefieras morir por Jesús, no por algo o alguien que tú quieres para tu bienestar. Nos cuesta dar el todo por Dios. En ocasiones dejamos todo a medias haciéndole creer a los demás que somos cristianos verdaderos, pero nos mentimos, nos engañamos a nosotros mismos.

Desde que decidí arrepentirme y darle el total control de mi vida a Dios yo le dije claramente estas palabras: “Que no sea mi voluntad Señor, sino tu voluntad Papito”, aún sabiendo que tenía muchas cosas en mi vida, y en mi corazón, que solamente Él puede reparar y restaurar, y volver a resucitar.

¿Qué estas viendo tú, la Cruz o la Resurrección?

Cuando te humilles recibirás doble porción de la unción. Si tú crucificas a ese hombre carnal, hay bendiciones esperándote, hay una relación esperando por ti, hay almas, hay vida. Tú debes enseñarle a las personas a ser espirituales, no solamente la Salvación, porque hoy en día todos pueden decir “Soy Salvo” porque voy a la iglesia, porque estoy en un grupo, porque tengo amigos espirituales, porque mis padres son cristianos, ¡No! Por sus frutos dijo el Señor.

El Señor quiere que renunciemos a ese hombre carnal, y que entremos a ese hombre espiritual. Que renovemos nuestro amor, que volvamos a nuestro primer amor, que volvamos a la cruz, pero viendo más allá, la resurrección.

Recuerda toda semilla produce de su misma semilla; si estás sembrando pecado, orgullo, humillación, contiendas, chismes, dudas, murmuraciones, eso vas a cosechar. Espíritu produce espíritu, no un 50%, no un 20% por cierto.

Por eso hoy en día hay tantas congregaciones con pastores, líderes, que están sembrando en los jóvenes lo que no está matando al viejo hombre, y por eso, hay muchos que ven sus ejemplos, y viven una doble vida, sin morir al viejo hombre, sin humillarse. Yo fui uno de ellos, no te estoy escribiendo porque soy un santo, pero sí un hombre que lo vivió, pero que sus ojos fueron descubiertos, cuando decidió morir a sí mismo, cuando decidió cruzar ese Jordán, aún con mucho dolor, aún con muchas heridas. ¡Es hora que le digamos a Dios, TE PERTENEZCO SEÑOR!

¡Es tiempo de volvernos espirituales!
¡Es tiempo de volvernos a la cruz!
¡Es tiempo de marcar la diferencia!
¡Es tiempo de vivir el verdadero evangelio de Cristo, de amor!
¡Es tiempo de morir al viejo hombre y vivir bajo la voluntad de Dios!

Si acaso se nos olvida, amar al prójimo, a nuestros hermanos, a nuestra familia. Y principalmente nuestro primer amor:  youtu.be/aq6Anh8-lNM



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