Amados hermanos, cuando estuve con ustedes, no pude
hablarles como lo haría con personas espirituales. Tuve que hablarles como si
pertenecieran a este mundo o como si fueran niños en la vida cristiana. (1 Corintios 3:1)
Necesitamos entender que debemos crucificar la carne,
pero sobre todo ver más allá de la CRUZ. Ver especialmente después de tres
días, la Resurrección y el número 3 que significa unidad, que es la única
manera de encontrar éxito como cuerpo de CRISTO.
Pablo
nos dice en esos pasajes “No pude hablarles como lo haría con personas
espirituales”. El ser cristiano no te
hace espiritual sino tienes una vida de oración y relación con el dueño del
Reino: Dios.
De
nada sirve engañar a los demás si vivimos bajo la carne, si vivimos bajo los
deseos carnales. Debemos anhelar todo el tiempo que sea el Espíritu Santo, el
que guíe nuestra vida, el que nos dé el discernimiento para tomar buenas
decisiones, decidir por Jesús y no por el mundo. No contaminarnos como muchos
cristianos hoy en día lo hacen.
Hay
3 tipos de personalidades que vamos a encarar en la iglesia y fuera de ella, en
el ámbito cristiano:
1)
Un hombre pecador, carnal, que le gusta hacer lo que le gusta hacer, aun
sabiendo que no está bien. Es orgulloso, amador de sí mismo, tiene de menos a
los hermanos, se cree sabio, importante y rebelde.
2)
Un hombre que se encuentra dentro de la iglesia, que causa divisiones, que es
borracho, fornicario, y se deleita en los deseos de la carne; éste es llamado
el hombre carnal que tiene doble naturaleza.
3)
Un hombre que dice amar a Dios, que habla de Él, pero que íntimamente no está
en relación Dios sino con una religión; con sus actitudes demuestra sus frutos.
No
terminaría si dijera más, pero todos tenemos que morir a la carne, para vivir
una vida espiritual. El hombre carnal no
quiere la cruz, el hombre carnal ha sido destruido por el poder de Dios.
Esa cruz mata la carnalidad y como consecuencia trae una vida de resurrección,
pero eso depende de nosotros si renunciamos a todo aquello que nos contamina.
Muchos
se quedan atrás y no pasan al Rio Jordán (lugar de humillación); porque su
orgullo, su carne, les ha cegado.
Cada
vez que atraviesas una prueba, debes humillarte a ti mismo, y dejar que sea
Dios quien tome el control, no tú, porque al manejarlo tú, vas a lastimar a
muchos, vas a ofender y te harás más daño tu mismo. Si tú te humillas en ese
Jordán, Dios te exaltará, Dios te bendecirá, Dios te dará la victoria. ¡Humíllate a ti mismo!
Sé
que este devocional podrá ser muy criticado, porque a pocos les gusta que les
hablen con la verdad, pero a mí me dolió más cuando me dijo Dios: “Este pueblo de labios me honra” y me dio
este capítulo para traerlo a ti.
Pasamos
por situaciones difíciles, donde muchas veces nos cuesta perdonar, donde nos
cuesta quitar lo malo y quedarnos con lo bueno, y como defensa usamos el
orgullo, lastimando, ofendiendo, dañando, cuando Dios nos dice “No paguéis mal por mal”. Cuando Dios
dice “Mía es la Venganza”. Cuando Él
nos ha dado de su misericordia, cuando Él nos pide que seamos igual a Él, que
seamos hijos llenos de paz, de esperanza, de misericordia, de oportunidades.
Tú
vas a morir, pero cuando tú prefieras morir por Jesús, no por algo o alguien
que tú quieres para tu bienestar. Nos cuesta dar el todo por Dios. En ocasiones
dejamos todo a medias haciéndole creer a los demás que somos cristianos
verdaderos, pero nos mentimos, nos engañamos a nosotros mismos.
Desde
que decidí arrepentirme y darle el total control de mi vida a Dios yo le dije
claramente estas palabras: “Que no sea
mi voluntad Señor, sino tu voluntad Papito”, aún sabiendo que tenía muchas
cosas en mi vida, y en mi corazón, que solamente Él puede reparar y restaurar,
y volver a resucitar.
¿Qué estas viendo
tú, la Cruz o la Resurrección?
Cuando
te humilles recibirás doble porción de la unción. Si tú crucificas a ese hombre
carnal, hay bendiciones esperándote, hay una relación esperando por ti, hay
almas, hay vida. Tú debes enseñarle a las personas a ser espirituales, no solamente
la Salvación, porque hoy en día todos pueden decir “Soy Salvo” porque voy a la
iglesia, porque estoy en un grupo, porque tengo amigos espirituales, porque mis
padres son cristianos, ¡No! Por sus
frutos dijo el Señor.
El
Señor quiere que renunciemos a ese hombre carnal, y que entremos a ese hombre
espiritual. Que renovemos nuestro amor, que volvamos a nuestro primer amor, que
volvamos a la cruz, pero viendo más allá, la resurrección.
Recuerda
toda semilla produce de su misma semilla; si estás sembrando pecado, orgullo,
humillación, contiendas, chismes, dudas, murmuraciones, eso vas a cosechar. Espíritu
produce espíritu, no un 50%, no un 20% por cierto.
Por
eso hoy en día hay tantas congregaciones con pastores, líderes, que están
sembrando en los jóvenes lo que no está matando al viejo hombre, y por eso, hay
muchos que ven sus ejemplos, y viven una doble vida, sin morir al viejo hombre,
sin humillarse. Yo fui uno de ellos, no te estoy escribiendo porque soy un
santo, pero sí un hombre que lo vivió, pero que sus ojos fueron descubiertos,
cuando decidió morir a sí mismo, cuando decidió cruzar ese Jordán, aún con
mucho dolor, aún con muchas heridas. ¡Es hora que le digamos a Dios, TE
PERTENEZCO SEÑOR!
¡Es tiempo de
volvernos espirituales!
¡Es tiempo de
volvernos a la cruz!
¡Es tiempo de marcar
la diferencia!
¡Es tiempo de vivir
el verdadero evangelio de Cristo, de amor!
¡Es tiempo de morir
al viejo hombre y vivir bajo la voluntad de Dios!
Si
acaso se nos olvida, amar al prójimo, a nuestros hermanos, a nuestra familia. Y
principalmente nuestro primer amor: http://youtu.be/aq6Anh8-lNM
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