Ustedes
ya están limpios, gracias al mensaje que les he anunciado. (Juan 15:3)
De
acuerdo con su plan, Dios el Padre decidió elegirlos a ustedes, para que fueran
su pueblo. Y por medio del Espíritu Santo y de la muerte de Jesucristo, Dios
los ha limpiado de todo pecado, para que lo obedezcan. (1 Pedro 1:2)
“Cierto día
paseaban juntos un fabricante de jabón y un predicador; y en el curso de la
conversación, el fabricante, quien era incrédulo, le dice al predicador: - El
evangelio que usted predica señor, no me parece haber tenido mucha eficacia,
pues veo que en el mundo abunda la maldad y hay todavía personas malas- . Más
adelante encontraron a un niño que estaba jugando en el barro de la calle, y se
hallaba completamente sucio. Al verlo en este estado, el predicador se valió de
la oportunidad y volviéndose al fabricante de jabón le dijo: -Señor, el jabón
que usted fabrica no parece haber tenido mucha eficacia, porque veo que en el
mundo abunda la suciedad y hay muchas personas sucias- . -¡Ah!- respondió el
fabricante – es que mi jabón sólo quita la suciedad cuando se aplica sobre lo sucio-
. -Exactamente lo mismo replicó el predicador– es lo que sucede con el
evangelio. Sólo quita la maldad y limpia
de ella, cuando el pecador se lo aplica a su corazón manchado de pecado.”
En la
Biblia hay muchos versículos que hablan de cómo Cristo nos ha lavado con su
obra en la cruz.
Yo compré
mi primera Biblia antes de convertirme en cristiana. En ese entonces solamente
escuchaba algunas prédicas y leía devocionales, hasta el día en que compré mi Biblia.
Recuerdo que entré a la librería algo tímida y pregunté por la Biblia que yo
quería, el vendedor me dijo que tenían muy pocas y que no se les permitía
venderlas todavía, pero me pidió que lo aguardara un momento. A los 20 minutos
volvió con una gran sonrisa en su rostro y me dijo “Hermana, esta Biblia es
suya”. ¡Jamás había sentido tanta felicidad!
Desde ese
momento supe que Dios quería que yo leyera Su palabra. Al leerla me emocionaba,
llegué a reír, llorar, admirar a ciertos personajes, pero lo que más me
alegraba era saber que había alguien que quería darme una Nueva vida, quería
quitarme las “manchas” que me gobernaban, quería amarme y usarme para un
propósito mayor. Hoy puedo decir a toda voz: ¡Cristo me lavó, perdonó, salvó, justificó, redimió y me dejó volver a
nacer!
Esto me
recuerda a la canción “Quitamancha” del grupo Rescate (por eso el título de
este devocional), la canción dice: “¿Cómo
poder ablandar una vida tan dura? ¿Cómo poderme frenar en un mundo que apura?
¿Cómo quitarme la mancha que me hace morir? ¿Cómo sigo parado, si miro a cada
lado? Si miro para arriba encuentro la salida. Libera de la pena y quita la
condena. La palabra que siento no se la lleva el viento. Si me pudiste ablandar
una vida tan dura, si me pudiste frenar en un mundo que apura, si me quitaste la
mancha y me haces vivir.”
Si aún
sientes culpa por tus pecados, vuélvete a Dios, Él quiere perdonarte y lavarte.
Quiere que seas una nueva criatura. Lee la Biblia, ella fue escrita no sólo
para sernos de guía sino para demostrarnos que estamos equivocados, para
demostrarnos que no somos perfectos pero que hay un Perfecto que quiere tocar
nuestro corazón.
No importa
tu pasado. Él lo perdona, ordena tu presente y prepara tu futuro; pero busca
primero el Reino de Dios y Su justicia, y todo lo demás te será añadido. (Mateo
6:33) ¡Ya no sientas vergüenza del
evangelio, sacúdete las manchas con el amor de Cristo y vuelve a empezar!
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