A lo largo de nuestros días y nuestra
vida cristiana, hemos mirado, leído, y escuchado lo que otros nos dicen a
través de predicaciones y consejos acerca de Jesús.
Sin duda alguna es importante
escuchar lo que los demás quieren decirnos, pero, ¿Qué realmente estamos aprendiendo del Maestro?
¿Qué historia de Jesús ha logrado
causar un impacto en nuestra vida de tal forma que nos haya trastocado el
interior, y no nos haya quedado más opción que ser diferentes? ¿Qué enseñanza
ha logrado impactar tu vida? ¿Qué sermón logró marcar tu historia?
Recuerdo el sermón que hasta el día
de hoy, logró cambiar mi historia, y fue acerca de Mateo 7:21-23.
Era una noche de Diciembre, por el
año 2004, tenía 17 años, fue una palabra corta, precisa y puntual. Yo creía
estar viviendo una vida “cristiana” a mi manera, basada en mis estándares. Pero
Dios ese día hablo a mi vida y me dijo: “Me
llamas Señor y no te sometes a mi señorío”.
Me gustaría hablarte más acerca de
mí, pero no es importante en realidad.
Quisiera mostrarte en esencia lo que
Jesús vino a enseñarnos. Esto no es absoluto, habrán miles y miles de cosas que
el Maestro nos vino a enseñar. Sólo trataré de generalizar algunos puntos
importantes a destacar.
Jesús nos enseñó:
1)
A depender totalmente del Padre
“Pero
su fama se extendía mas
y mas; y se reunía mucha gente para oírle, y para que le sanase de sus
enfermedades.” (Lucas 5:15)
Parece ser que nuestro Jesús pasaba
muy ocupado. Mucho más ocupado que muchos de nosotros. Su fama se extendía, y
eso que Jesús no tenía Twitter, ni Facebook, pero aún así, Él sacaba tiempo
para pasar con Su Padre.
El siguiente verso dice: “Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba.”
Jesús tenía muchas cosas que hacer,
pero su prioridad número uno era buscar a su Padre. Y es que muchas veces nos
creemos mejor que Jesús, nos levantamos, nos alistamos, nos bañamos (en el
mejor de los casos) y salimos a la calle, sin la más mínima pizca de oración,
dejamos el devocional colgado en el armario.
“Levantándose
muy de mañana, siendo aun muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y
allí oraba.” (Marcos 1:35)
2)
A amar
“Amados,
amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido
de Dios, y conoce a Dios; porque Dios es amor.” (1 Juan 4:7-11)
Sería fácil escribir acerca de esto,
pero es que en realidad nos cuesta amarnos, aún cuando sabemos que Jesús dijo
“amémonos unos a otros”, aún así luchamos constantemente en esta área, porque
existen personas que a veces nos sacan de nuestras casillas y quisiéramos desaparecerlas
del mapa, o claro, que Dios los hiciera descansar, ¡Pero no pasará! Y es por
eso que necesitamos pasar tiempos con el Padre, para que eso que a veces se
manifiesta en nosotros pueda ser quitado o reducido, y comencemos a amar aquellas personas que nos cuesta amar.
Es fácil amar a los de tu círculo, a
tu familia, a tu novio(a), pero qué hay de aquel que habló de ti, de aquel que publicó
algo que sabes es mentira. Al profesor que conscientemente colocó mal tu nota,
sabiendo que diste lo mejor de ti. Aquí es mis amados hermanos, aquí es donde
estos versos deben comenzar a hacerse rema en nuestra vida.
3)
A tener compasión de la gente (estar en
un mismo sentir)
“Y
al ver las multitudes tenia compasión de ellas. Porque estaban desamparadas y
dispersas como ovejas que no tienen pastor.” (Mateo 9:36)
Y esta fue una de las cosas que más
le criticaban, los detractores de Jesús, porque comía con recaudadores de
impuestos, con prostitutas, pero lo hacía, porque Él tenía compasión por la
gente. Porque Jesús miraba mas allá de
lo que estas personas eran.
Nosotros no somos tan compasivos
algunas veces. Porque estamos interesados en nuestros problemas, en mi mundo,
en mi rollo, y que se salve el que pueda.
¿Cuántos de nosotros, siendo
sinceros, cuando vemos a alguien pensamos mil veces para sacarnos un billete de
la bolsa y dárselo, sin antes pensar en mil posibilidades de cómo esa persona
invertirá o en el peor de los casos, malgastará nuestra donación?
Nos cuesta ser compasivos, pero aquí
vemos al Maestro nuevamente, enseñándonos a vivir. A salir de lo ordinario, a
dar en vez de estar esperando recibir, a ponernos en la brecha.
Te
reto a que esta semana la inicies pensando en alguien a quien puedas ayudar con
algo, no tiene que ser necesariamente
dinero, quizás con un mensaje de texto, ayudándole a alguna tarea, invitándole
a cenar, algo mínimo. Y verás cómo Dios comenzará a despertar la compasión por
las personas en ti.
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